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domingo, 18 de septiembre de 2022

Órganos vestigiales: Evidencia irrefutable de la evolución de las especies



Hoy hablaremos de un tema que, aunque está bastante estudiado y explicado científicamente, no deja de generar controversia a la hora de medir su impacto en otras áreas distintas a la biología.

Se trata de los “órganos vestigiales”, que no son más que aquellas estructuras del cuerpo de un ser vivo que no cumple actualmente con ninguna función biológica, o la cumple de forma muy disminuida. Como veremos, su explicación científica está directamente asociada a la teoría evolutiva, planteada por primera vez en 1859 por Charles Darwin[1].


Charles Darwin

Obviamente, hablar de evolución despierta inmediatamente todas las alarmas, especialmente de quienes tienen profundas creencias religiosas, pero en este artículo solo presentaremos evidencia científica, la mayoría de las cuales son observables a simple vista.

¿Qué es la vestigialidad?

Es el proceso biológico en el que un organismo retiene órganos que han perdido totalmente su función original. Esto no significa que siempre sea totalmente inútil, ya que en algunos casos conservan ciertas funciones alternas.

Es muy importante recordar que este fenómeno no es exclusivo en los seres humanos, la especie Homo Sapiens. En realidad, está presente en todo el reino animal.

Antes de avanzar en este tema, es necesario definir ciertos conceptos que nos serán útiles para entender el mecanismo evolutivo:

  • Selección natural: Es el proceso evolutivo en el que genéticamente tiende a reproducirse más aquellas características que hacen a un individuo ser más apto al medio que le rodea. Por tanto, de forma natural tienden a sobrevivir los individuos más aptos y éstos transmiten sus características genéticas a su progenie.
  • Presión evolutiva: También conocida como “presión selectiva”, es aquella causa que reduzca el éxito reproductivo de una población en una proporción significativa. La presión es positiva cuando se generalizan ciertos rasgos hereditarios que mitigan el efecto y es negativa cuando ciertos rasgos tienden a desaparecer hereditariamente porque disminuyen la posibilidad de supervivencia ante ese mismo efecto.
  • Exaptación: Es cuando una estructura anatómica evoluciona de tal forma ante un cambio medioambiental que pierde su función original y se especializa en otra completamente distinta.
    Ejemplos de Exaptación

En otras palabras, los órganos vestigiales son producto de la pérdida de una función por ya no existir presiones de evolución positivas que la favorecían, lo cual ocurre al cambiar el entorno. Sobre eso trata la Primera Ley de Lamarck (establecida por uno de los precursores de Darwin): “El uso de un órgano lo desarrolla, mientras que su desuso lo atrofia”[2].

También debe destacarse que la vestigialidad puede consistir, además de estructuras anatómicas, en patrones de comportamiento o procesos bioquímicos que pierden su funcionalidad para una especie a través del tiempo.

Órganos vestigiales en animales y plantas

Antes de detallar una lista de órganos vestigiales que, en algunos casos están a simple vista, existen en los seres humanos, veamos las evidencias palpables que existen de la vestigialidad en el Reino Animal, muchos de los cuales contribuyen a colocar eslabones en la larga cadena evolutiva de las especies:

  • Especies ciegas: Muchas especies animales han perdido absolutamente el sentido de la vista, principalmente por establecerse en entornos donde prácticamente no llega la luz solar. Es el caso del Topo Nariz de Estrella (Condylura cristata), Serpiente Ciega (Blanus cinereus), Proteo (Proteus anguinus), entre otros, aunque aún conserven cavidades oculares e, incluso, “ojos” rudimentarios que no funcionan. Aunque no necesitan de la visión por vivir en las profundidades marinas o subterráneas, sí han desarrollado de forma notable otros sentidos como el olfato o tacto.
    Proteo

  • Patas traseras y pelvis en cetaceos y serpientes: Las boas constrictoras y las ballenas barbadas (misticetos) conservan en su estructura ósea unas patas traseras subdesarrolladas e incluso vestigios de pelvis, recordando de esa forma su vínculo evolutivo con reptiles con patas locomotoras.
    Órganos vestigiales en ballenas y serpientes

  • Alas vestigiales: Existen especies de aves que han perdido la necesidad de volar, por lo que sus alas se han atrofiado de tal forma que apenas las utilizan. Es el caso de los kiwis, emúes, avestruces, cormoranes de las Galápagos, pingüinos, entre otros. Estas especies, aunque ya no pueden volar, han aprovechado sus alas vestigiales para lograr equilibrio en tierra, defenderse e incluso nadar (como los pingüinos). Este es un ejemplo de exaptación biológica.
    Aves no voladoras

  • Microorganismos con partes vestigiales: Es el caso de los parásitos del tipo Platelmintos, que se adhieren a las agallas de peces y anfibios, los cuales cuentan en su mayoría con abrazaderas o ganchos con los que se unen a su huésped. Variaciones en la familia Protomicrocotylidae han devenido en órganos vestigiales.
  • Vestigialidad en plantas y hongos: Los científicos han encontrado estructuras vestigiales en ciertas partes de las plantas, como estípulas y carpelos sin función, reducción de hojas en la especie Equisetum, así como parafises vestigiales en hongos o plantas que se reproducen sin cruzamiento, pero aun así cuentan con flores subdesarrolladas[3].

Tal y como advertía Darwin en su época, los rasgos vestigiales están presentes en todo el reino animal, lo cual con el tiempo se ha determinado que también está presente en el reino vegetal y fungi, según ha ido avanzando la ciencia.

¿El cuerpo humano, es perfecto o “sobran” algunas partes?

El que haya estructuras vestigiales en los animales y plantas parece no representar muchos problemas para los creacionistas, ya que sus explicaciones pseudo científicas terminan selladas con la sentencia de que cada especie fue “creada” con ese diseño y características, y que por un principio de “eficiencia” especies de las mismas familias comparten un mismo “chasis”. Nada más absurdo, pero sobre ese sofisma profundizaremos en otra ocasión.

Lo cierto es que el Homo Sapiens, nuestra especie, está plagada de estructuras rudimentarias y que no cumplen con ninguna función, muchas de las cuales, a veces, hasta llegan a ofrecer riesgo a la salud. Claro, esta afirmación no es categórica para todos los órganos vestigiales, ya que algunos han evolucionado y llegaron a desarrollar funciones alternas, mediante el mecanismo denominado exaptación.

Ya en 1893, el anatomista alemán Robert Wiedersheim había identificado 86 órganos vestigiales en el cuerpo humano. Si bien es cierto que a varios de esos órganos les fue descubierta su función en años posteriores, la lista se ha ido incrementando con la identificación de más estructuras vestigiales, llegando hoy a la cifra de 180. A modo de broma en 1925 el zoologo Horatio Newman afirmó que, ante tan elevada cantidad de órganos vestigiales presentes, “el hombre era un verdadero museo de antigüedades andante”[4].

Pero ¿Cuáles son esos órganos vestigiales que tenemos los humanos? Como la lista es muy larga, veamos los más destacados:

  • Ciego y apéndice: El ciego intestinal es una estructura vestigial presente en casi todos los omnívoros, ya que su función se ve limitada a la digestión de material vegetal resistente. El ciego está mucho más desarrollado y con mayor cantidad de compartimentos en las especies herbívoras. Justamente, el apéndice es el vestigio de uno de esos compartimentos que se fue atrofiando con el tiempo. Aunque se sospecha de forma no concluyente que el apéndice podría contribuir a la estimulación del sistema inmune, la realidad es que con mucha frecuencia termina inflamándose, poniendo en riesgo la vida de la persona. De hecho, al 7% de la población mundial se le ha tenido que practicar la apendicectomía o extirpación del apéndice[5], sin que esto afecte en absoluto el funcionamiento del resto de sus órganos. Como si esto fuera poco, hay investigaciones que apuntan a que en el apéndice se origina la enfermedad de Parkinson.
    Ciego y apéndice

  • Coxis: Es el vestigio de la cola presente en los simios y primates, cuya función actualmente está limitada a servir de ancla a algunos músculos pélvicos.
    Coxis

  • Plica semilunaris: Es el pliegue interno del ojo que es un vestigio de la membrana nictitante, presente en aves, reptiles y peces. Llamado también “tercer párpado”.
    Plica semilunaris

  • Muelas del juicio: Son un legado de nuestros antepasados simios, que por su dieta sí necesitaban más dientes para triturar los alimentos que consumían. Con el tiempo, y gracias al cambio drástico de dieta del Homo Sapiens, especialmente después de dominar el fuego, esos dientes adicionales cada vez estorbaban más, por lo que hoy es una práctica común el extirparlos para asegurar la salud bucal. De otra forma solo generan dolor e inflamación.
    Muelas del juicio

  • Músculos de las orejas: Todos los seres humanos tenemos músculos alrededor de las orejas y en la mayoría de los casos están completamente atrofiados y no podemos moverlos voluntaria ni involuntariamente, aunque algunas personas sí conservan aún un poco esa capacidad de movilidad. Esa función está presente en casi todos los mamíferos.
    Músculos en las orejas

  • Senos paranasales: Estas cavidades no cumplen con ninguna función conocida, más bien son propensas a la proliferación de bacterias y, en muchos casos, degeneran en sinusitis. Se le considera una estructura vestigial presente desde los dinosaurios.
    Senos paranasales y su relación con la sinusitis

  • Pezones masculinos: Este órgano tiene solo utilidad para alimentar a las crías ya que están conectados a las glándulas mamarias que posee el género femenino. Por tanto, su presencia en el género masculino es solo vestigial, ya que no cumple ninguna función.
  • Falanges de los meñiques de los pies: Con relación a los simios, las falanges de los dedos pequeños de los pies están muy atrofiadas y carecen de movilidad. Al abandonar los árboles y habituarse a caminar erguido, los pies de los seres humanos evolucionaron de tal forma que eliminaron casi completamente la movilidad del dedo meñique, quedando sus falanges en estado vestigial.
  • Palmar largo: Este es un órgano vestigial que, de hecho, ha empezado a desaparecer de generación en generación. Es un músculo que va desde la muñeca hasta el codo y es visible cuando extiendes tu brazo con la palma de la mano hacia arriba mientras intentas unir el pulgar con los demás dedos. Aparece como una protuberancia fina y recta en tu antebrazo. Ya el 10% de los seres humanos han perdido este músculo, el cual se encuentra presente en los simios, mucho más desarrollado, y les ayuda a generar fuerza en las manos para trepar árboles.
    Palmar largo, en un caso presente y en otro ausente

  • Tubérculo auricular: También conocido como Tubérculo de Darwin, es el engrosamiento cartilaginoso del borde de la oreja, presente en muchos seres humanos, y que se corresponde con la "punta" de la oreja en la mayoría de los mamíferos. 
    Tubérculo auricular o de Darwin

Así como los que hemos enumerado, existen cientos de órganos, estructuras y funciones biológicas que se consideran vestigiales, puesto que ya no cumplen con su función.

Aceptar esta realidad no debe causar pánico ni hacer pensar que nuestro sistema de valores y creencias colapsó. En absoluto.

La evolución nos demuestra, sea por la vía de la selección natural como de la selección artificial, que la naturaleza es dinámica y que lo que sí debemos es calcular bien el impacto que podamos ejercer sobre nuestro hábitat, ya que somos la única especie capaz de hacerlo en gran escala y a una velocidad que la evolución natural no puede contrarrestar, dejando a las demás especies en gran desventaja y en peligro de no poder adaptarse a tiempo.

Cada uno de nosotros testimoniamos involuntariamente con nuestro cuerpo, que la evolución no es un invento, es un hecho, que todavía se resiste a ser aceptado por aquellos que pretenden seguir tapando al sol con un dedo.

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[2] Lamarck, Jean-Baptiste (1809). Philosophie zoologique ou exposition des considérations relatives à l'histoire naturelle des animaux.

[3] Knobloch, I. (1951) "Are There Vestigial Structures in Plants?" Science New Series, Vol. 113: 465

[4] Declaración ofrecida por Newman en el Juicio de Scoopes, proceso legal celebrado en Estados Unidos en 1925 que enfrentó al creacionismo con el evolucionismo en los tribunales.

[5] Brunicardi, F. (2006). «Capítulo 29: El apéndice». Schartz: Principios de cirugía (8va edición). McGraw-HillISBN 9789701053737