Páginas

domingo, 30 de agosto de 2020

El sector privado en la exploración espacial


La Era espacial inició en el año 1957 con el lanzamiento del Sputnik I por la Unión Soviética, el primer satélite terrestre fabricado por el hombre. Durante todo el siglo XX la exploración espacial no hizo más que desarrollarse, impulsada en sus primeras décadas por la Guerra Fría, donde la rivalidad de las grandes potencias hacía ver en el espacio una de las pistas de la larga carrera en la que se enfrascaron por demostrar su superioridad, especialmente en el ámbito militar. Y el espacio era visto como uno de los “eventuales” frentes de combate. Al menos, ese fue uno de los pocos efectos positivos del armamentismo de entonces.

Luego de la abrupta caída del Muro de Berlín en 1989 junto a toda la Cortina de Hierro, el presupuesto militar se redujo abruptamente en las naciones hegemónicas y, con él, empezaron a escasear los fondos para seguir financiando la carrera espacial.

Es en ese contexto que hace su debut el siglo XXI, con mucha tecnología y experiencia acumulada, pero con pocos recursos; donde el desarrollo de la ciencia y la técnica espacial nos habían permitido explorar a todos los planetas, y sus lunas, del Sistema Solar, incluso un poco más allá. Ante las dificultades financieras atravesadas desde entonces por la NASA y Roscosmos, es así que empresas del sector privado empiezan a dar sus primeros pasos como protagonistas del espacio, ya no como contratistas de piezas y partes.

Las primeras incursiones del sector privado en la exploración espacial

Desde la época de apogeo de las agencias espaciales de Estados Unidos y Unión Soviética, el sector privado ha desempeñado un papel importante en la carrera espacial suministrando bienes y servicios estratégicos.

La sonda Mars Odyssey desarrollada con apoyo de Lockheed Martin

Es el caso de la empresa norteamericana Lockheed Martin, importante contratista de la NASA que ha contribuido en numerosos proyectos, como el telescopio espacial Hubble (1990), la nave espacial orbital Mars Odyssey (2001) o el sistema de satélites geoestacionarios GOES (1974).

Boeing X-37, avión orbital no tripulado

O la empresa Boeing, cuya división de Defensa, Espacio y Seguridad ha participado desde hace décadas en el programa espacial de la NASA, destacándose sus cohetes de la familia Delta, las sondas espaciales Lunar Orbiter y Mariner 10, así como las naves orbitales X-37 y X-40, además de la prometedora nave espacial CST-100 Starliner.

En el caso de los rusos, por razones obvias, antes del colapso de la Unión Soviética toda la exploración espacial estaba en manos del Estado. Es entonces que la Federación Rusa hereda el programa espacial de aquella bajo la entera responsabilidad de Roscosmos y empieza la terciarización de servicios y suministro de equipamiento con empresas privadas.

Hotel espacial diseñado por la empresa rusa Orbital Technologies (cortesía de Inhabitat.com)

Tal es el caso de Orbital Technologies, quienes desde 2010 contribuyen con la construcción de una nueva estación espacial orbital que ofrecerá servicios de hotelería para turistas espaciales; NPO Lavochkin, quienes han aportado significativamente a proyectos como Lunojod, Vega 1 y 2, entre otros; NPO Energomash, que desde 1991 ha construido numerosos motores de cohetes, como el RD-107, RD-170, RD-180 y RD-191 paras las naves Soyuz y Angará, incluso para proyectos de la NASA como Atlas V.

Otras agencias espaciales se han apoyado en contratistas privados, como es el caso de la europea (ESA), quienes han contado con empresas como Airbus, cuya división espacial les ha suplido desde los años 70s los cohetes Ariane, varios modelos de Vehículos Automatizados de Transferencia (ATV) y el módulo de la Estación Espacial Internacional (EEI) llamado Columbus.

Los líderes en el espacio del sector privado

Es a partir del siglo XXI que vemos el surgimiento de diferentes empresas que, de manera independiente a las agencias espaciales estatales (aunque en ocasiones aborden misiones conjuntas o asuman el papel de contratistas entre ellas), ejecutan proyectos espaciales propios, con miras a explotar comercialmente el espacio, ya sea para fines turísticos, ofrecer servicios de outsourcing a las agencias espaciales o incursionar en lo que se vislumbra como el rubro más lucrativo de todos en el futuro cercano: la minería espacial. A esta nueva etapa de la exploración espacial se le llama NewSpace.

Solo el negocio de los satélites ha atraído muchas inversiones. Diversos estudios estiman en 57,000 la cantidad de satélites que habrán orbitando para el 2029 según Business Insider[1], cuando hoy apenas hay alrededor de 2,000.  

Falcon Heavy, cohete reutilizable de SpaceX

Es así como surgen empresas como SpaceX, fundada por Elon Musk en 2002, la cual ya tiene varios hitos logrados con proyectos enteramente diseñados, ejecutados y financiados por iniciativa privada: primer cohete de combustible líquido (Falcon 1 en 2008), primer lanzamiento a órbita y recuperación de nave (Dragon en 2010), primera nave enviada a la EEI (Dragon en 2012), primer aterrizaje propulsado de un cohete orbital (Falcon 9 en 2015), primera reutilización de un cohete orbital (Falcon 9 en 2017) y la primera en enviar astronautas a la EEI (Dragon 2 en 2020).

SpaceX tiene el mérito de ser la empresa que ha diseñado el primer cohete reutilizable del mundo, con lo que se augura la reducción sustancial de los costos de las misiones espaciales. Actualmente trabajan en la versión más potente de su familia de cohetes propulsores, el Falcon Heavy, capaz de llevar unas 64 toneladas de carga útil a la Órbita Terrestre Baja (LEO por sus siglas en inglés) y casi 17 toneladas a Marte. Otros proyectos notables son Starlink, con el que se proponen crear una constelación de 12,000 satélites de internet para ofrecer banda ancha a bajo costo a nivel global, y el Starship, un vehículo de lanzamiento superpersado y reutilizable, que permitirá transportar 150 toneladas y realizar viajes de larga duración. Uno de sus principales objetivos es materializar la colonización del planeta rojo. Actualmente es la empresa líder del sector privado; de un 45% del mercado de lanzamientos en 2017 ha llegado hasta un 65% y actualmente ha lanzado casi tantas toneladas de carga como la suma de todas las demás agencias espaciales del mundo[2].

Aterrizaje del cohete reutilizable New Shepard de la empresa Blue Origin

Blue Origin es otro de los grandes actores privados en la exploración espacial. Fue fundada en el año 2000 por Jeff Bezos, el propietario de Amazon. Se ha concentrado en los vuelos orbitales y suborbitales mediante cohetes reutilizables. Son principales proyectos son New Shepard, cohete de una sola etapa y cápsula, ambos reutilizables; New Glenn, cohete reutilizable con capacidad de enviar seres humanos al espacio; y Blue Moon, es su módulo de aterrizaje con el que apuestan una misión tripulada a la Luna. Bezos había invertido en esta empresa unos US$500 millones hasta el 2014, inversión que se ha multiplicado varias veces desde entonces para sufragar sus proyectos[3].

Lanzamiento realizado por Rocket Lab en su base de Nueva Zelanda


Otra empresa destacable es Rocket Lab, la cual se ha dedicado desde su base en Nueva Zelanda a lanzamientos orbitales ligeros, especialmente los llamados nanosatélites como CubeSats, de menos de 2 kg de peso, reduciendo enormemente los costos de implementación de redes satelitales. Para tener una idea, en 2016 el costo promedio de lanzamiento de un satélite era de US$200 millones, mientras que Rocket Lab ha anunciado que serían US$5 millones el costo promedio con su tecnología.

También la corporación OneWeb, fundada por Greg Wyler en 2012 con sede en el Reino Unido, está trabajando también en su propia constelación de 600 satélites para ofrecer servicio global de internet, los cuales entrarán en operación en 2021.

Nave SpaceShip Two de la compañía Virgin Galactic

También debemos mencionar a Virgin Galactic, fundada en 2004 por Richard Brandson, empresa que se ha concentrado en la realización de vuelos espaciales suborbitales. Hizo historia en 2018 al lograr su primer vuelo comercial suborbital con la nave SpaceShip Two, que alcanzó una altura de 82 km.

Minería espacial

Pero uno de los principales atractivos comerciales de la exploración espacial es la posibilidad de extraer recursos minerales de la Luna, Marte y los asteroides, por su cercanía. Según Planetary Resources, empresa creada en 2010 dedicada exclusivamente al desarrollo de tecnologías robotizadas para la extracción minera en el espacio, ha calculado que un solo asteroide de 30 metros de largo rico en platino vale entre 25 a 50 mil millones de dólares a precio de mercado[4]. Según esa misma empresa, hay cerca de 16,000 asteroides con órbita similar a la Tierra que podrían ser explotados.

La minería espacial será una de las actividades más comunes en el espacio

Según la propia NASA, más de US$100,000 millones por cada habitante de la Tierra es el valor de todos los minerales almacenados en el Cinturón de Asteroides que se encuentran entre Marte y Júpiter[5], donde el oro, platino, tungsteno, hierro, níquel, iridio, paladio, magnesio, rodio, osmio, rutenio y hasta agua pueden ser extraídos. Diversas empresas en todo el mundo se han estado constituyendo para irse preparando en lo que sería el próximo boom económico: Asteroid Mining Corporation (Reino Unido), Aten Engineering y TransAstra Corporation (Estados Unidos), entre otras.

Está el caso del Helio-3, componente químico que es capaz de producir energía nuclear con bajísima radioactividad, pero muy escaso en la Tierra. Se estima que en la Luna hay grandes cantidades en su superficie, por lo que su explotación comercial está en los planes de varias agencias espaciales y empresas privadas.

Explotación mineral en el espacio, ¿quién tiene derecho a hacerlo?

Ahora que hay tantos intereses, públicos y privados, detrás de la exploración espacial, cobra mayor importancia saber cuál es el estatus del ordenamiento jurídico que regula dicha práctica, antes de que se puedan desencadenar conflictos por la exploración, colonización y explotación minera en el espacio.

Es por tal razón que ha surgido una rama jurídica denominada “derecho espacial” que actualmente está regulada por la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior (UNOOSA).

Según la UNOOSA[6], los principales tratados internacionales vigentes con respecto a este tema, son los siguientes:

  • Tratado del Espacio Exterior (1967): Básicamente establece que la órbita terrestre, la Luna ni ningún otro cuerpo celeste pueden ser utilizados para realización de pruebas de armas nucleares o de destrucción masiva, ni pueden ser reclamados como territorio soberano. Ha sido ratificado por 104 naciones.
  • Tratado de Rescate (1968): Establece el compromiso de los estados firmantes en participar, en la medida de sus posibilidades, en misiones de rescate de astronautas, tanto en el espacio exterior como en su aterrizaje. Ratificado por 94 países.
  • Tratado de la Luna (1979): Es un acuerdo que regula las actividades en todos los cuerpos celestes, incluyendo la Luna. Ratifica lo dispuesto por el tratado de 1967 sobre la no reclamación de soberanía o propiedad sobre territorios extraterrestres y que no pueden ser explotados sin la aprobación y beneficio de todos los países firmantes. Ha sido ratificado solamente por 16 países, sin ser ninguno de ellos potencias espaciales (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, Japón, India o China).

También en 1976 fue firmado un acuerdo de cooperación para la cooperación y uso del espacio exterior para fines pacíficos, promovido entonces por la Unión Soviética, pero solamente fue firmado por 10 naciones del bloque comunista.

Por tanto, el tema de la explotación minera de la Luna y otros cuerpos celestes, parece que podría desencadenar algunos diferendos en el futuro cercano. De hecho, ya Estados Unidos emitió este 2020 una orden ejecutiva en la que enfatiza que no “ven el espacio exterior como una propiedad común”, justifica la explotación comercial de los recursos extraterrestres y etiqueta al Tratado de la Luna como un acuerdo fallido[7]. Estas intenciones de la potencia norteamericana han sido rechazadas por Rusia[8].

Acto de oficialización de la Fuerza Espacial en la Casa Blanca

Esta medida unilateral de Estados Unidos fue tomada inmediatamente después de la creación de la Fuerza Espacial de los Estados Unidos, a finales del 2019, con 16,000 efectivos, para “proteger intereses de Estados Unidos y sus aliados en el espacio y proveer capacidades espaciales a la fuerza conjunta”[9]. Es la primera en su tipo y definitivamente confirma las intenciones de norteamericanas de no considerar al espacio como un “patrimonio común” de la humanidad.

Lo que sí es un hecho es que, en la medida en que se acerque el momento de materializar la posibilidad de explotar recursos naturales en el espacio, será necesaria la intervención de la ONU para poner orden en este aspecto, ya que podría desencadenarse conflictos en el orden militar, cada cual protegiendo lo que entiende son sus derechos “adquiridos”.

El espacio se ha convertido, gracias a las conquistas logradas durante la Guerra Fría y ahora con la incursión enérgica y militante del sector privado, en un mercado con un potencial “astronómico” (literalmente hablando), que sin dudas hará expandir el desarrollo industrial y tecnológico de la raza humana. Habrá de ampliar las alternativas futuras que tenemos como especie, para expandirnos más allá de nuestra órbita e ir sondeando lo que hasta hoy ha sido un Universo inescrutable.

Mas, sin embargo, debemos estar atentos a un nuevo posible frente de conflicto, para el cual estamos a tiempo para coordinar, consensuar y colaborar. Que la exploración espacial y sus potenciales riquezas no sean mañana lo que los pozos petroleros han sido desde el siglo pasado: fuente inagotable de conflictos.

Ahí están las lecciones, solo debemos aprender de ellas.

www.reysonl.blogspot.com

 

 Nota: Fotos cortesía de Wikipedia, salvo donde indique otra cosa

 

 



domingo, 23 de agosto de 2020

Libros e Ilustraciones que se anticiparon en el tiempo

 

A través de los siglos hemos visto cómo diversos autores, tanto literatos como ilustradores, cual si hubiesen visto a través de una bola de cristal, visualizaron con décadas y hasta siglos de distancia cómo sería el futuro. Sea en formato de novela, guion o ilustración, todos hicieron acopio de su imaginación para presentarnos su versión de lo que nos esperaba.

Algunos lograron un nivel de acierto tal, que más de uno ha llegado a pensar posteriormente que realmente contaban con el don de la clarividencia, cual profetas. Otros más escépticos, entienden que más bien influyeron o inspiraron a generaciones posteriores, o que simplemente acertaron. Coincidencia, influencia o don insuflado por los dioses, la verdad es que no dejan de asombrarnos con sus predicciones hechas con tanta anticipación y precisión.

Aunque debemos admitir que, en ocasiones, solo basta con estar muy al día con las teorías científicas del momento, aplicar una dosis de lógica y a partir de ahí dejar flotar la imaginación para que el tiempo se encargue de darnos la razón en alguna coyuntura específica.

Sea cual fuere nuestra posición al respecto, no dejan de sorprendernos los presagios que comentaremos a continuación.

Obras de aventuras y ciencia ficción

Varios son los libros futuristas, de aventuras o ciencia ficción que han pronosticado, algunos con un asombroso lujo de detalle, muchos inventos o hechos que sucedieron mucho tiempo después. Aquí reseñaremos algunos de los más importantes.

Los Viajes de Gulliver es un libro lleno de alegorías


Con Los Viajes de Gulliver, no solamente encontramos un clásico de la literatura inglesa, obra pretendida como una sátira por el clérigo irlandés Jonathan Swift y publicada en 1726, sino que también afirmó que el planeta Marte tenía dos lunas, algo que vino a confirmarse cerca de 150 años después, a las cuales se les nombró eventualmente Fobos y Deimos.

Mary Shelley con su obra Frankestein, escrita en 1818, se anticipó por siglos al transplante de órganos al imaginar un ser creado con partes de cadáveres que llega a cobrar vida y conciencia.

Splash de la cápsula, según Verne en De la Tierra a la Luna


En el libro De la Tierra a la Luna, escrito en 1865 por Julio Verne, se cuenta que el cohete fue lanzado desde Florida y que la cápsula al retornar caía al mar, algo que pasó justamente así 104 años después, en 1969, con la misión del Apolo XI. Otro dato curioso es que en el libro planteaba la rivalidad de Texas y Florida para construir la base de lanzamientos. Hoy la NASA tiene esa base en Cabo Cañaveral, Florida, pero su centro de operaciones en Houston, Texas. Increíble, ¿no?

En 1879 Edward Page Mitchell escribió The Senator´s  Daughter, un relato corto que hablaba de una tecnología que permitía leer las noticias del mundo entero en tiempo real, las cuales era impresas en un interminable rollo de papel que constantemente se iba imprimiendo. Fue una anticipación que presentaba una versión análoga de redes sociales como Twitter.

En el año 1888, el escritor Edward Bellamy predijo 60 años antes en su obra Looking Backwards  cómo los seres humanos íbamos a adquirir los bienes y servicios a través de tarjetas de crédito, sin usar efectivo: "…un crédito correspondiente a su parte del producto anual de la nación es dado a cada ciudadano en los libros públicos al comienzo de cada año, y una tarjeta de crédito emitida con la que adquiere en los almacenes públicos, que se encuentran en cada comunidad, lo que desee siempre que lo desee”. No fue hasta 1950 que se lanzó la primera tarjeta de crédito, The Diners´s Club. Una verdadera profecía.

El fonotelefoto imaginado por Verne en su obra En el Año 2889


Nuevamente Julio Verne nos sorprende en 1889 con su libro En el Año 2889, donde nos relata sobre el “fonotelefoto”, un dispositivo capaz de transmitir voz e imagen en tiempo real. Aunque hubo varios intentos en las primeras décadas del siglo XX para hacerlo realidad, no fue hasta 1964 que AT&T lanzó el picturephone, el cual duró pocos años en servicio por su alto costo, pero que fue evolucionando tecnológicamente hasta las videollamadas de hoy utilizando los móviles inteligentes.

La novela distópica 1984 de George Orwell predijo los sistemas de vigilancia estatales


Así muchos otros libros se adelantaron a su tiempo. Como el caso de The World Set Free, de H.G. Wells, que en 1914 nos describía la bomba atómica, cuando faltaban aún más de 30 años para que se desarrollara; o del mismo autor, Men Like Gods, que ya en 1923 nos describía el voicemail o mensajes de voz, los cuales fueron inventados a finales de los 70s; o el libro Daedalus, or, Science and The Future, escrito en 1924 por J.B.S. Haldane, donde describía con lujo de detalle la fertilización in vitro, la cual vino a ser descubierta en 1977; o George Orwell con su obra 1984, escrita en 1948, donde describe al Big Brother y cómo puede ser de invasivo el espionaje gubernamental, algo que quedó al descubierto en 2013 con las revelaciones de Edward Snowden sobre el espionaje de la NSA a ciudadanos y dignatarios de todo el mundo.

John Brunner imaginó 50 años antes cómo sería el año 2010, prediciendo a Obama y Twitter


Por igual ocurrió en Fahrenheit 451, escrita en 1950 por Ray Bradbury, describiendo los audífonos intrauriculares o in-ear, que no fue hasta el 2001 que fueron lanzados al mercado por Apple; En The City and The Stars, Arthur C. Clarke nos detalla en 1956 como son los juegos de realidad virtual, algo que no se hizo realidad hasta 1966 cuando se inventó el primer simulador de vuelo; o cuando Martin Caidin en su Cyborg, escrita en 1972, nos presentaba extremidades biónicas, lo cual no fue realidad hasta 2013 cuando se implantó la primera pierna biónica; o la enigmática obra Stand of Zanzibar de John Brunner, escrita en 1968, que en un solo libro pronosticaba variadas cosas para el 2010: TV por demanda, TV satelital, impresoras láser, carros eléctricos y hasta la formación de la Unión Europea. Incluso habla de que ese año habría un popular presidente llamado "Obami", que China sería el principal rival de Estados Unidos y sobre una red donde los periódicos publicarían constantemente las noticias y sus lectores podían comentar en tiempo real. Sencillamente impresionante.

La novela de Dean Koontz y su profecía de 1981 sobre el virus surgido en Wuhan, China


Otro libro al que tenemos que hacer referencia es al titulado Los Ojos de la Oscuridad, escrito por Dean Koontz en 1981, quien en su novela afirmaba la expansión de un virus pandémico surgido en Wuhan, China, al cual incluso le llamaba Wuhan-400. ¿Algún parecido con lo que estamos viviendo hoy? Sin dudas, esta coincidencia resulta inquietante.

Ilustraciones de revistas y anuncios

Muchas revistas y periódicos contrataban dibujantes para que dejaran volar su imaginación y presentaran cómo sería el mundo en el futuro. Algunas ilustraciones eran ciertamente grotescas y demasiado fantásticas, pero otras resultaron ser demasiado proféticas. Veamos algunos casos.

Así visualizaban en 1904 a la Escoba Eléctrica en postales francesas sobre el año 2000


En 1904 en tarjetas postales francesas, una serie llamada En L´An 2000, se anunciaban que las escobas automáticas llegarían antes de finalizar el siglo, algo que al final se cumplió poco más de 100 años después con el Internet de las Cosas y los robots limpiadores.

Publicación de San Antonio Lights en 1932 (cortesía de Xataka.com)


Así imaginaban en 1932 a una casa inteligente y con robots en el diario San Antonio Lights.

Seagram Company promovía en 1943 el videoteléfono (cortesía de Xataka.com)


En 1943 la empresa canadiense Seagram Company hizo promoción del videoteléfono, que, aunque no lo había inventado, utilizaba esta idea para presentar un futuro de modernidad.

Promoción de Mechanix Illustrated de 1950 sobre teléfono móvil con pantalla


En 1950 la revista Mechanix Illustrated publicó un prototipo de teléfono móvil con pantalla, bajo el título del “teléfono del futuro”. Un diseño muy parecido a los relojes inteligentes de hoy.

Así se imaginaban en 1958 la educación virtual (cortesía de Xataka.com)


En 1958 se publicó en una revista cómo sería la educación virtual, donde a través de pantallas los estudiantes recibirían clases de profesores ubicados en otro lugar, algo particularmente vigente en nuestro mundo de hoy.

Así imaginaban en 1962 cómo serían las calles del futuro


En 1962 la pintoresca revista italiana Domenica del Corriere publicaba una ilustración de cómo transitarían las personas en el futuro. Aunque el enfoque de la ilustración era sobre la popularización de vehículos monoplaza y cuán saturadas se verían las grandes ciudades, muchos lo han asociado al distanciamiento social que ha impuesto la pandemia del coronavirus. Una cosa o la otra, no deja de ser un concepto extremadamente actualizado con la nueva normalidad que ha impuesto el Covid-19.

Cartones animados

Muchas series de caricaturas a través del tiempo han sorprendido con sus anticipaciones. Y hay que admitir que en algunos casos han resultado perturbadoras por lo acertadas y exactas.

Así Los Jetsons imaginaban la cotidianidad en el siglo XXI


Es el caso de Los Jetsons, una serie animada futurista que se lanzó en 1962. Consistía en la historia de una familia que vive en el año 2062, cuyas casas están suspendidas en el aire y se transportan en vehículos voladores, pero que en el desarrollo de la historia vemos cómo la tecnología es súper avanzada, donde muchos de los implementos y herramientas que se utilizan allí hoy en día son comunes: robots domésticos, teletrabajo, educación virtual, videollamadas y un largo etc.

Extraña predicción del 2017 de Ásterix en Italia 

Ásterix y Obélix es una serie de historietas cómicas que empezó a publicarse en Francia por el año 1959 y que todavía mantiene vigencia. En 2017 publicaron el álbum “Ásterix en Italia” donde los protagonistas libran una carrera en ese país donde dos de los principales competidores se llaman “Coronavirus” y “Bacillus. Aunque todo indica que es una gran coincidencia, ese detalle ha dado mucho de qué hablar en las redes sociales.

Escalofriante predicción sobre las Torres Gemelas en estas caricaturas de 1992

Mortadelo y Filemón es una serie de historieta cómica española creada en 1958 muy popular en ese país. Resulta que en 1992 publicó una viñeta donde aparecía un avión estrellado en las Torres Gemelas de Nueva York, hecho que acaeció exactamente así 9 años después.

Escalofriante presagio en 2016 del accidente de Kobe Bryant en Comedy Central


En 2016 un corto animado de Comedy Central caricaturizaba la muerte de Kobe Bryant en un helicóptero, algo que ocurrió tal cual 4 años después. Demasiado intrigante, ¿no?

Los Simpson es la serie animada que ha roto todos los récords de predicciones


Pero sin dudas, la serie animada que más se ha vinculado a pronósticos y profecías es Los Simpson. Su debut fue en 1989 y desde entonces no ha parado de estar involucrada en muchísimos aciertos que para muchos han dejado de ser simples coincidencias. Es así como predicen a Donald Trump como presidente de Estados Unidos (16 años antes), victoria de Alemania en el Mundial de Fútbol 2014 (pocos meses antes), la salida al mercado del Ipod (5 años antes), ataque de un tigre blanco a ilusionistas de casino (10 años antes de ocurrirle a Siegried y Roy en Las Vegas), escándalo de la FIFA (1 año antes), la pandemia del coronavirus, entre muchas otras predicciones más. Nadie sabe cómo lo hacen, pero definitivamente esta serie animada ha roto todos los récords de predicciones y aciertos.

Sin dudas, las predicciones hechas por autores podrían tener un efecto causal en científicos e inventores que perfectamente pueden inspirarse en esas ideas imaginarias para seguir adelante con sus investigaciones y desarrollos. Sin embargo, para muchos ese argumento no resuelve del todo el enigma. De todas formas, dejando de lado las explicaciones sobrenaturales, estas “predicciones”, muchas de las cuales no pretendían serlas como tal, sino que eran parte de una historia imaginaria fruto de la creatividad del autor, demuestran cuán cierta puede ser aquella frase de Walt Disney: “si puedes imaginarlo, puedes crearlo”.

Porque la imaginación, junto al razonamiento científico, son los grandes motores del desarrollo humano. Así lo fue y lo seguirá siendo.

www.reysonl.blogspot.com

 

domingo, 2 de agosto de 2020

La Higiene en la Antigüedad y Medioevo


Aunque los cánones de higiene de nuestros días están muy lejos de los que imperaban en otras épocas, que incluso en la actualidad nos podrían escandalizar, sin dudas las personas durante la Edad Antigua y Edad Media en efecto se higienizaban, aunque con técnicas y frecuencia un poco diferentes a las de hoy. Veamos.

Griegos y Romanos

En el siglo V aC ya los griegos construían baños e instalaciones sanitarias. También instalaban termas públicas donde los ciudadanos contaban con agua fría y caliente. Los helenos disfrutaban del agua, tanto para fines de higiene personal como para rituales o tratamientos medicinales. Esa costumbre se la pasaron a los romanos. Por tanto, para los griegos no eran extraños los retretes y hay evidencia del uso de alcantarillas que vertían en el subsuelo. Incluso, las leyes de Solón establecían la obligatoriedad de compartir fuentes y pozos[1].

Aunque se dice que los atletas griegos no se bañaban porque eso los debilitaba, en términos generales la población les encantaba el agua y desde niños sabían nadar, frecuentando mucho los ríos y el mar para bañarse. También eran cuidadosos con la higiene personal. Las mujeres acostumbraban a utilizar aceites para embadurnarse y frotarse con una piedra pómez para limpiar y suavizar su piel.

Esta práctica fue heredada por los romanos, quienes ya en sus domus aparecían instalaciones de bañera y letrina. En las casas de los más adinerados podíamos encontrar en los baños o balneum un sistema de calefacción para el agua, denominado hipocaustum o hipocausto, el mismo que se utilizaba en las termas públicas[2].

Baño público romano


Para los romanos, los baños públicos, además de ser importantes por la higiene personal, llegó a convertirse en un lugar para interactuar socialmente y ponerse al día con las últimas noticias y chismes de la ciudad. Allí asistían políticos, comerciantes y pueblo en general. Todos, sin excepción, por una pequeña cantidad pagada al gerente del lugar, llamado “balneator”, podían acceder a las instalaciones, en otros casos el acceso se ofrecía gratuito a los más humildes. Los baños públicos podían llegar a ser obras de gran envergadura, como los de Caracalla, con capacidad para 1600 personas, o los de Diocleciano, con capacidad para 3000.

En las casas multifamiliares, había una tinaja común o fosa debajo de las escaleras donde todos los habitantes vertían el contenido de sus bacinillas. Eso sí, aquellos que no eran lo suficientemente afortunados como para tener su propio drenaje sanitario, aprovechaban la noche para vaciar sus tinajas sépticas en la calzada. No hay que hacer mucho esfuerzo para imaginarse el mal olor de las calles.

Letrina pública romana


Gracias a sus letrinas públicas podemos entender hoy cuán aficionados eran los romanos en combinar la evacuación con la conversación, algo que parecería inverosímil hoy. Normalmente habían alrededor de 20 asientos, muy próximos entre sí, construidos para que en tan peculiar momento las personas pudieran entablar una agradable conversación. Definitivamente eran muy populares. De no ser así no habrían existido en Roma 144 letrinas públicas en el siglo IV dC, con 4000 plazas disponibles.

Y la verdad es que contaban con una tecnología realmente avanzada para la época. Todas disponían de una corriente de agua permanente que arrastraba la materia fecal. El único problema era que, como aún no se contaba con el papel higiénico, en dichas instalaciones todos disponían de un palo que llevaba en la punta una esponja (llamado spongia) y que teóricamente el usuario tenía que lavar al terminar de usarlo. Hoy nos puede sonar asqueroso, pero definitivamente era lo más avanzado que existía en esa época para grandes ciudades.

Acostumbraban a lavarse los dientes con pasta de vinagre y miel, además de la recomendada costumbre de enjuagarse con orina reposada, la cual “garantizaba” la blancura de los dientes. También se acicalaban con ungüentos y perfumes. A pesar de esa fama que históricamente han tenido los romanos por su devoción al baño, gracias a muchos autores, como Séneca, sabemos hoy que la mayoría de ellos se lavaban diariamente solo la cara, brazos y piernas, y que el baño completo era solamente una vez a la semana[3]. Un poco difícil de imaginar hoy, ¿verdad?

En cuanto al jabón, existen varias leyendas que establecen su origen en la Galia (actual Francia) o por los celtas. También hay otras versiones que cuentan que fueron los propios romanos. Lo que sí es cierto es que estos últimos fueron los que la industrializaron, primero para usarla en el lavado de ropa, tinte de pelo y luego para el aseo personal. Los restos de Pompeya demostraron que el jabón era toda una industria en el siglo I dC.

Edad Media en adelante

Al principio, la costumbre del aseo regular fue heredada de los romanos. En las ciudades europeas medievales, la mayoría de las casas tenían un espacio para el baño, aún fuera en una esquina o en el patio. Incluso, existían baños públicos. Sin embargo, el oscurantismo que supuso la creciente influencia de la iglesia llegó a desincentivar y hasta prohibir los baños públicos, por vincularlos al hedonismo y la práctica de la prostitución. Incluso, muchos “santos” llegaron a abstenerse de bañarse para no permitir que entrara en sus cuerpos el “pecado”.

Baños públicos en la Edad Media


El hecho es que, a pesar de que la mayoría de los médicos medievales consideraban el baño como algo saludable y prevenía enfermedades, los eclesiásticos se oponían. Por eso llegó a decirse en esa época que los musulmanes eran más “limpios” que los cristianos, porque tanto la cultura como la medicina islámica promovían el aseo diario.

Había que tener cuidado al andar las calles en el Medioevo


Como no existían los drenajes para aguas residuales, se mantenía la práctica de lanzarla por la ventana hacia la calle. En España se puso de moda el gritar “¡Aguas!” antes de lanzar los desechos, para alertar a los transeúntes.

La realidad es que el mal olor de las calles, sumado al que emanaba de los cuerpos de las personas, hicieron proliferar los abanicos en las damas, que más que un adorno para refrescar, les servía para disipar el fuerte olor circundante.

La poca costumbre de aseo fue tan extendida, que es en el Medioevo que se pusieron de moda las bodas en mayo y junio, para hacerlas coincidir con el “primer baño” del año. De hecho, la costumbre de que la novia desfile con un ramo de flores era para disimular el olor.

Los pisos de las casas eran de tierra cubierta con cañas, por lo que restos de comida, excrementos, orina y cerveza yacían allí por años sin limpiar. Era un nido perfecto para insectos y roedores. Es en este contexto que llega la Peste Negra y lamentablemente la conclusión médica que imperó era que los baños “abrían” los poros por los que podía entrar más fácilmente la enfermedad y que el sucio serviría de “protección”. Es así que los baños públicos y balnearios fueron definitivamente prohibidos, contribuyendo sin saberlo a una mayor expansión de la pandemia. Más de un tercio de la población europea murió por peste.

La costumbre de no bañarse con frecuencia se mantuvo hasta bien entrada la Edad Moderna, más específicamente a partir del siglo XVII. De esa época era el dicho inglés “Lávate las manos con frecuencia, los pies de vez en cuando y jamás la cabeza” que reflejaba cuan insalubre era todavía la práctica. También empezó a hacerse popular el “lavado en seco”, que consistía en cepillarse la piel con un paño de lino[4].

Es gracias a la Ilustración que el convencimiento sobre la conveniencia del baño frecuente empezó recobrar fuerza. Hubo que esperar al 1801 para que en la Casa Blanca se inauguraran los primeros inodoros con cisterna de agua del mundo, lo que definitivamente fue un acontecimiento trascendental en la historia humana.

De la total desinhibición de la Antigüedad, llegando a considerar el baño y hasta la evacuación como un evento social, hasta la Era Medieval que llegó a asociar el cristianismo con suciedad, definitivamente tenemos que concluir que nuestro olfato ha evolucionado en la medida en que lo ha hecho nuestro concepto de “higiene”.

No hemos caído en cuenta que nuestro olfato nos recuerda constantemente que hoy somos millonarios en confort, salubridad e higiene, pero simplemente no nos damos cuenta de ello.

www.reysonl.blogspot.com

 

 

 

 

 

 

 



[1] Vázquez Hoys, A. (2006): “La importancia del agua en las civilizaciones antiguas: Grecia”. Revista Tecnología del Agua, No. 276. Madrid: Reed Business Information. Consultada en https://www2.uned.es/geo-1-historia-antigua-universal/PDF/09_GRECIA_AGUA%20Y%20CULTURA.pdf

[2] Martín-Bueno, M. (2006): “Baños y Letrinas en el Mundo Romano: El Caso del Balneum de la Domus 1 del Barrio de las Termas de Bilbilis”.

[3] Johnston, H. (2010): La vida en la antigua Roma. Madrid: Alianza Editorial

[4] Bryson, B. (2015): En casa, una breve historia de la vida privada. Barcelona: RBA Libros, S.A.