Páginas

martes, 3 de octubre de 2023

Soberanía Digital: ¿Qué es y cuál es su importancia?

 


La Era Digital en la que vivimos ha transformado y/o complejizado una serie de conceptos que van adoptando nuevas dimensiones en la medida en que “lo digital” va ampliando su alcance.

Es el caso del concepto soberanía. Según la RAE[1], significa “Poder supremo e ilimitado, tradicionalmente atribuido a la nación, al pueblo o al Estado, para establecer su constitución y adoptar las decisiones políticas fundamentales tanto en el ámbito interno como en el plano internacional”.

Pero cuando nos referimos a soberanía digital, estamos hablando de la capacidad de un Estado de ejercer la autodeterminación en materia de desarrollo digital, y, por tanto, de controlar el presente y destino de la nación mediante el uso de tecnologías y redes digitales.

Pero ¿cuáles son las implicaciones de este concepto relativamente nuevo? Veamos.

Componentes de la transformación digital que pueden afectar la soberanía

Desde el mismo momento que un país importa bienes o servicios, de alguna forma se crea una dependencia. Al igual que con el arroz, carne, petróleo o servicios financieros, cuando importas mucha cantidad de forma regular para que tu economía funcione, de manera indirecta estás afectando la soberanía.

Igual ocurre con la tecnología. Mientras más importes componentes electrónicos, software y equipos de una sola fuente (país o fabricante), estarás creando mayor dependencia tecnológica de esa fuente y, por ende, podrías estar afectando eventualmente la soberanía digital.

Claro, en un mundo tan globalizado como el de hoy, la dependencia de múltiples mercados es inevitable. Y mientras más diversificado sea, más conveniente será, ya que tendremos más oportunidad de rejuego al presentarse las contingencias.

Es la misma lógica con la tecnología en general.

Pero no debemos confundir soberanía digital con ciberseguridad. Son conceptos absolutamente diferentes. Puedes ser un país tecnológicamente muy dependiente (sin soberanía digital) pero muy ciberseguro; y viceversa.

La ciberseguridad más bien se refiere tu capacidad para prevenir y responder a los ataques cibernéticos, que pueden venir desde el interior o exterior del país, y no tiene que ver necesariamente con el nivel de dependencia tecnológica o falta de soberanía digital que tengamos. Claro, la ciberseguridad es un componente que por sí mismo puede afectar la soberanía digital de un país, como veremos más adelante.

Estos son los elementos que más podrían estar afectando la soberanía digital, y en algunas ocasiones, incluso podrían afectar a los demás aspectos del concepto soberanía:

  • Gobernanza del Internet: El Internet surgió como una red altamente descentralizada en la que la neutralidad tecnológica ha sido una de sus principales banderas. Por sus propias características, por el momento se hace difícil que ningún ente pueda “controlarla” de forma absoluta, aunque ha habido intentos en el pasado por despojarla de dicha neutralidad (Ver artículo https://reysonl.blogspot.com/2018/06/que-significa-el-fin-de-la-neutralidad.html). Pero ese alto nivel de descentralización ha dificultado a muchos Estados el poder controlar su funcionamiento y contenidos, propósito que sigue siendo un objetivo y que no es del todo negativo, ya que un Internet sin absolutamente ningún control podría poner en peligro la seguridad e integridad de personas y organizaciones.
  • Redes sociales: La proliferación de canales de redes sociales, los cuales son utilizados masivamente por la población global, también es una amenaza a la soberanía digital. Sobre todo, porque dichas plataformas normalmente son controladas por empresas y/o gobiernos extranjeros, quienes aplican normas y restricciones de forma unilateral contra millones de personas, lo cual a veces luce hasta violatorio de derechos fundamentales. Sin que medie ningún Estado u organismo internacional calificado, a veces vemos cómo censuran y hasta clausuran cuentas de usuarios por razones no tipificadas en ningún código penal nacional o internacional. Igualmente, vemos cómo personas, detrás de una identidad ficticia, utilizan las redes sociales para hacer bullying, amenazar o propagar falacias que pueden afectar a terceros, sin que los Estados tengan mecanismos muy efectivos para controlarlo. Ambos fenómenos afectan también la soberanía en general. Por eso vemos como entes supranacionales como la Unión Europea, trabajan en legislaciones específicas para controlar estas plataformas y proteger los derechos de los ciudadanos europeos.
  • Internet de las Cosas (IoT): El crecimiento exponencial de los dispositivos electrónicos conectados al Internet, es también una seria amenaza a la soberanía digital. De la misma forma en que Waze funciona, calculando la mejor ruta en función de la información que en tiempo real reportan los dispositivos suscritos a este servicio, así por igual cualquiera que tenga acceso no autorizado a esos datos podría conocer la ubicación, rutas y hábitos de millones de personas. El hecho de que esa acción, realizada de forma inconsulta al margen del Estado, pueda ser cometida por entes extranjeros, ponen en riesgo también la soberanía digital de una nación.
  • Servicios de Inteligencia extraterritoriales: Las revelaciones de Edward Snowden en 2013 pusieron en evidencia la enorme capacidad de recopilación, análisis y control masivo de datos de agencias de inteligencia de ciertas superpotencias que actúan de forma extraterritorial, sin mediar ningún aval legal de por medio. Esto pone de manifiesto que existe un control o acceso a la infraestructura de telecomunicaciones de los países, que en la mayoría de los casos responde a tecnología fabricada o controlada por el país que ejerce la vigilancia ilegal, lo cual atenta contra la soberanía de dichas naciones. Ningún Estado consiente la importación de tecnología de telecomunicaciones, como routers, celdas móviles, firewalls, etc., para que durante su utilización su tráfico sea escaneado inconsultamente por terceros del extranjero. Eso solo sería aceptable en el marco de acuerdos muy explícitos de colaboración en materia de inteligencia. Velar porque existan mecanismos efectivos para evitar ese acceso no autorizado de terceros, es ejercer la soberanía digital.
  • Computación en la Nube: Sin dudas, la computación en la nube es una de las tecnologías emergentes que más han contribuido a la aceleración del desarrollo digital, al disminuir al mínimo la inversión en adquisición, instalación y mantenimiento de las infraestructuras tecnológicas necesarias para los proyectos de transformación digital, sin importar su tamaño, debido a la escalabilidad que ofrece. Sin embargo, el hecho de que los grandes oferentes globales de computación en la nube son de Estados Unidos (Google, Amazon, Microsoft) o de China (Alibaba, Tencent, Huawei), muchos países ven en ello una seria amenaza a su soberanía digital, sobre todo por el hecho de que sus datos, muchas veces sensibles, son alojados en servidores que físicamente están en otros países. Y en ambos casos hay razones para tener aprehensiones. Estados Unidos aprobó en 2018 su Cloud Act, que no es más que una ley que permite a sus agencias de inteligencia “espiar” los datos de ciudadanos y organizaciones de otros países que estén almacenados en servicios de nube ofrecidos por empresas estadounidenses. Y en el caso de China, al ser un régimen autoritario, pues también hacen dudar al más indiferente. Por situaciones como esas es que la Unión Europea está impulsando un proyecto regional de computación en la nube, llamado GAIA-X, y muchos países están impulsando legislaciones locales para garantizar la territorialidad de los datos.
  • Desinformación mediática: La manipulación deliberada de contenidos y noticias de forma masiva ha traído consigo el fenómeno de la posverdad[2], definida por la RAE como una “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”. Eso ha traído como consecuencia que la manipulación de la información sea utilizada hoy día como una herramienta de control político, lo que no es nuevo, pero sí ha visto potenciarse de forma exponencial gracias al alcance del Internet y las redes sociales, especialmente en los jóvenes. Más de un autor han visto en este fenómeno una seria amenaza para el sano desarrollo democrático[3]. Cuando esa manipulación proviene de agencias o gobiernos extranjeros para imponer su agenda o postura, entonces, también se está afectando potencialmente la soberanía nacional a través de medios digitales. Impulsar la alfabetización mediática e informacional, así como establecer mecanismos confiables de verificación o fact checking para contrarrestar la posverdad, son herramientas fundamentales para garantizar la soberanía digital.
  • Ciberseguridad: No puede existir soberanía digital si previamente no está garantizada la ciberseguridad. Las múltiples amenazas y riesgos a las que personas y organizaciones se exponen en el ciberespacio pueden traducirse en el robo o secuestro de información sensible (ransomware), ataques de denegación de servicios (DoS), entre otros, pudiendo poner en peligro la propia soberanía de los países. El mejor ejemplo es lo acaecido en Estonia en 2007. En medio de protestas y grandes tensiones producidas por el controversial traslado de la “Tumba del Soldado Desconocido” (erigida en la época soviética) hacia las afueras de la capital Tallin, se produjo un masivo ciberataque, atribuido a Rusia, que paralizó el país durante varios días, ya que colapsó el Internet, los cajeros automáticos y los servicios públicos en general.

Las redes sociales y la desinformación pueden distorsionar el debate político y la democracia


En fin, como he visto, la transformación digital y el propio Intenet parecen plantear desafíos a la soberanía de los países. Es por ello que cada vez más naciones están aprobando o fortaleciendo su legislación en materia de gobernanza digital, derechos digitales, territorialidad de los datos y ciberseguridad para garantizar los derechos fundamentales y las competencias del Estado sean aplicables en los entornos digitales.

GAIA-X la nube que impulsa la Unión Europea para proteger su soberanía digital


Que por el hecho de que un país sea un gran “consumidor” de tecnología no necesariamente signifique que pierda su soberanía, tanto digital como de cualquier otra índole, a manos de los países que son grandes “productores” de tecnología.

Porque la Era Digital, muy por el contrario, deberá apalancar la autodeterminación de los pueblos y no lo contrario.

www.reysonl.blogspot.com

Sígueme en Twitter: @ReysonLizardo

 

 

 

 



[1] Real Academia de la Lengua Española

[2] Ver artículo “Deepfake: El último escalón de la Postverdad” en https://reysonl.blogspot.com/2021/04/deepfake-el-ultimo-escalon-de-la.html

[3] Alvarado, V. (2019): “Manipulación de información en la era digital de las comunicaciones: ¿A qué se enfrentan los gobiernos latinoamericanos?”; Ramonet, I. (2006): “Comunicación y Manipulación del a información” en Revista “Agenda Latinoamericana”; Blanco, I. (2018): “Creencias, posverdad y política” en Revista “Doxa Comunicación”, Nº 27; entre otros

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios son bienvenidos!