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sábado, 30 de enero de 2021

¿Cómo el mundo ha utilizado la tecnología para combatir el Covid-19?

 


El Covid-19 es una de las pandemias más catastróficas de todos los tiempos, no hay duda. Hasta la fecha, más de 100 millones de personas han sido infectadas en todo el mundo y 2.2 millones han fallecido.

Si medimos el impacto desde el punto de vista económico, los números también son alarmantes. Según organismos como Banco Mundial o Fondo Monetario Internacional, la recesión mundial rondará el 5% del PIB. Las medidas que los países han tomado para frenar la propagación de la pandemia han provocado una repentina desaceleración económica solo comparable con la Gran Depresión de 1929. Miles y miles de fábricas y negocios cerrados, millones de personas perdiendo su empleo y cientos de proyectos de inversión detenidos han parado en seco el crecimiento económico y colocado a las naciones, especialmente las más pobres, al borde del colapso económico y social.

Afortunadamente, si es aplicable el término en este contexto, el advenimiento de esta epidemia en una época caracterizada por el intensivo desarrollo tecnológico ha permitido aprovechar las tecnologías convergentes para combatir de forma más efectiva el virus. Por tanto, es la primera pandemia en un mundo hiper-conectado, por lo que de la rapidez y eficacia del uso de la información y recursos disponibles dependerá el éxito que se tenga al enfrentarla.

Aunque unos países han logrado mayor efectividad que otros, como veremos a continuación, la acertada aplicación de herramientas previamente existentes ha permitido llevar a cabo iniciativas innovadoras que han resultado ser efectivas para afrontar la presente emergencia sanitaria.

Tecnologías digitales contra el Covid-19

Distintas tecnologías, tanto emergentes como convergentes, han probado ser sumamente efectivas en el control de la pandemia en los distintos países donde se han implementado:

  • Drones y robots: La alta transmisibilidad del Covid-19 ha empujado el uso de máquinas autónomas para labores de desinfección y delivery de alimentos o medicamentos. China y Corea del Sur han utilizado ampliamente drones para desinfectar calles y parques, mientras que utilizan robots que emiten rayos UV para desinfectar hospitales, autobuses, etc. Ejemplos de repartidores automatizados son Roxo de FedEX, Amazon Scout y Keenon Robotics.
    Roxo, el robot de entrega de FedEx

  • Reconocimiento Facial: Muchos fabricantes de software han actualizado sus aplicaciones de reconocimiento facial para adaptarlas al contexto actual, en el que la mayoría de las personas utilizan mascarillas para evitar el contagio. Gracias a estos upgrades, los cajeros automáticos y las cámaras de vigilancia están en capacidad de reconocer rostros aún utilicen mascarillas. También los fabricantes de celulares han realizado estas mejoras para facilitar el desbloqueo del dispositivo reduciendo la exposición del usuario. A esta tecnología también se le ha incorporado sensores de temperatura para, de una forma no invasiva, detectar personas infectadas, especialmente en aeropuertos.
    Cámaras termales en los aeropuertos de Indonesia

  • Chatbots: Los bots conversacionales se han utilizado ampliamente, no solo para suplir informaciones sanitarias, sino particularmente para facilitar el triage de pacientes sin hacer colapsar las líneas telefónicas. Mediante un cuestionario llenado por el usuario desde su celular o computadora, el chatbot puede procesar grandes cantidades de pacientes para identificar aquellos que realmente necesitan una atención personalizada de un facultativo. En hospitales de Seattle, Estados Unidos, con el apoyo de Microsoft, se reportaron las primeras prácticas exitosas de esta herramienta[1].
    Chatbot "Clara", desarrollado por los CDC en Estados Unidos

  • Big Data: El procesamiento masivo de información de los ciudadanos ha permitido en muchos lugares contrarrestar la expansión del virus. Por ejemplo, desde el inicio de la pandemia en China analizaron millones de datos de ciudadanos y determinaron que el 80% de los contagios eran producidos por contacto intra-familiar, por lo que empezaron a aplicar aislamiento a los miembros de la familia del infectado. Eso les permitió bajar de 3,500 casos diarios en enero 2020 a solo 24 diarios en apenas dos meses. En Corea del Sur, a raíz del descubrimiento de que una sola persona, identificada por los medios como “paciente 31”, fue responsable de infectar a 1,000 personas de su familia y comunidad, empezaron a rastrear los contactos de las personas positivas al Covid-19 utilizando la geolocalización de los móviles.
    Mapa de Calor de la propagación del Covid en Estados Unidos

  • Blockchain: Esta forma de estructurar los datos se ha convertido en una tecnología clave para desarrollar sistemas que garanticen la trazabilidad de los productos desde que salen de fábrica hasta que llegan al escaparate de la tienda minorista, permitiendo a los consumidores o autoridades determinar si no estuvieron afectados por el brote epidémico. Igual este mecanismo es útil para que toda la información médica que se comparte se realice de forma segura y confiable. En momentos en que abundan tantas noticias falsas, el blockchain también puede asegurar el origen de las informaciones que son divulgadas por los medios.
  • Aplicaciones Móviles: Ante la popularidad de los teléfonos móviles (en Latinoamérica por ejemplo la mayoría de los países tienen una teledensidad móvil superior al 80%), muchos gobiernos optaron por lanzar aplicaciones obligatorias para realizar rastreo de contactos (Contact Tracing) o la delimitación de “geo-fences” (perímetros virtuales para advertir a las personas que están ingresando a una zona de alto riesgo de contagio). Una de las Apps más exitosas ha sido TraceTogether, que permitió a Singapur reducir sustancialmente los contagios. Dicha App ha sido emulada por muchos países, entre ellos Alemania. También estas aplicaciones, utilizando códigos QR, pueden ser utilizadas para determinar si un ciudadano puede estar en la vía pública (porque no es Covid positivo) o denegándole el paso por ser positivo o haber estado expuesto al mismo.
    TraceTogether, la exitosa App de Singapur

  • Telemedicina: La pandemia ha implicado un gran desafío para los profesionales de la salud, que, al estar en contacto directo con los pacientes, están sometidos a un alto riesgo de contagio. Otra razón que ha motivado que la demanda de la telemedicina se haya disparado, es que muchos pacientes con otras enfermedades temen acudir al hospital e infectarse allí del coronavirus. Incluso, la telemedicina es una solución para que los facultativos que están aislados en sus casas por haber sido infectados, pero que se encuentran asintomáticos, puedan atender pacientes por los canales virtuales. Para realizar estas consultas virtuales se han desarrollado en el mercado diferentes instrumentos: estetoscopios digitales, cámaras de otoscopio, dermascopio e intraorales. También existen dispositivos “wearables” que pueden ser utilizados por los pacientes para transmitir en tiempo real a su médico sus signos vitales.
    Paciente en una sesión de Telemedicina

  • Impresión 3D: Ante el colapso de los sistemas sanitarios de todo el mundo, la impresión 3D ha surgido como una alternativa válida y económica para reponer suministros médicos, tales como mascarillas, aparatos respiratorios, válvulas de ventilación, filtros de respiración, etc.
    Válvulas respiratorias fabricadas en impresoras 3D

Componentes de las estrategias contra el Coronavirus que pueden sustentarse en la tecnología

Como explican en su estudio un grupo de investigadores del Instituto Canadiense de Investigación en Salud[2], las tecnologías digitales pueden ser aplicadas en los siguientes componentes de una estrategia anti Covid:

  • Seguimiento de Propagación: Monitoreo y seguimiento de la propagación de la enfermedad en tiempo real. Para esta función se utilizan dashboards, mapas de calor, Machine Learning y data en tiempo real de los teléfonos móviles. China y Singapur han sido de los países más destacados en este aspecto y la Universidad John Hopkins de Estados Unidos gestiona uno de los dashboard de monitoreo global más utilizados.
  • Detección de infectados: Evaluación de personas para detectar la enfermedad. En esta tarea se utilizan con frecuencia sensores de temperatura, cámaras térmicas, Inteligencia Artificial y aplicaciones móviles. China, Singapur e Islandia han exhibido excelentes resultados en este aspecto.
  • Rastreo de Contactos: Identificación y rastreo de personas que han tenido contacto con un infectado. Se utiliza principalmente aplicaciones móviles con acceso al GPS o Bluetooth de los celulares. Los esfuerzos más destacados en rastreo de contactos son los de Corea del Sur, Singapur y Alemania.
  • Cuarentena y Auto Aislamiento: Identificación y rastreo de personas infectadas para asegurar el cumplimiento de la cuarentena. La tecnología utilizada aquí es básicamente Inteligencia Artificial, cámaras digitales y aplicaciones móviles con acceso a GPS. China, Australia, Corea del Sur, Hong Kong y Taiwán presentan las mejores prácticas en la vigilancia de la cuarentena por mecanismos digitales.
  • Gestión Clínica: Diagnóstico de individuos infectados, monitoreo de estatus clínico, pronóstico de resultados y servicios de telemedicina y cuidado remoto. Para estos fines la Inteligencia Artificial, Machine Learning y las plataformas de telemedicina son las tecnologías más utilizadas. Tanto China como Canadá y Estados Unidos son los países que han desplegado mayores esfuerzos para aprovechar la tecnología en la gestión clínica.

Lo interesante de todo esto es que estamos hablando de tecnologías ampliamente utilizadas y, por tanto, disponibles y asequibles. La mayoría de estas implementaciones no requieren grandes inversiones, solo disposición y coordinación de recursos humanos y tecnológicos al alcance.

Por supuesto que, el uso intensivo de la tecnología para combatir el Covid-19, plantea el desafío que representa la brecha digital, donde una parte importante de la población podría, por ejemplo, no beneficiarse por carecer de un teléfono inteligente o de suscripción a banda ancha. En esos casos es menester llevar adelante estrategias que permitan impactar a esos segmentos poblaciones, como es el caso del patrocinio de datos, que puede ser realizado tanto por el sector público como el privado, para que las aplicaciones móviles anti Covid puedan ser utilizadas aún sin tener saldo.

También sale a relucir la preocupación sobre el uso de los datos personales, especialmente cuando se trata de datos médicos. Implementar estrategias tecnológicas para enfrentar la pandemia, también requiere del reforzamiento de los protocolos de seguridad de la información y el establecimiento de políticas claras sobre el tratamiento de los datos personales. Afortunadamente, muchos gobiernos y organizaciones de renombre han desarrollado protocolos de protección de datos personales a los cuales se han acogido diferentes países con excelentes resultados. Tal es el caso de BlueTrace, el protocolo aplicado en Singapur, el PEPP-PT[3] aprobado por la Unión Europea, el Safe Paths desarrollado por el MIT en Estados Unidos o el desarrollado por Apple y Google para los celulares con sistema operativo IOS o Android.

En cuanto a Latinoamérica, los únicos países que se han destacado hasta la fecha porque sus gobiernos han aprovechado la tecnología para combatir el Covid-19 (principalmente para hacer Contact Tracing) han sido Argentina (con su App CUIDAR), además de Chile y Colombia con su aplicación móvil homónima CoronApp. También Panamá, Perú, Costa Rica y Paraguay han desarrollado Apps pero más de índole informativo o funcionalidades limitadas.

Lo que es innegable es que la tecnología, bien utilizada, nos hace más resilientes y nos permite superar más fácilmente desafíos tan traumáticos como el Covid-19. Es una ventaja que no puede ser desaprovechada.

Muchos países han demostrado que sí es posible. La pregunta sería, amigo lector, ¿Cómo está aprovechando tu país la tecnología para superar la pandemia?

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[2] Sera Whitelaw, Mamas A. Mamas, Eric Topol y Harriette Van Spall en su artículo “Applications of digital technology in COVID-19 pandemic planning and response” disponible en

https://www.thelancet.com/journals/landig/article/PIIS2589-7500(20)30142-4/fulltext

[3] Pan-European Privacy-Preserving Proximity Tracing

miércoles, 20 de enero de 2021

Grandes fraudes científicos en la historia

 


Le llamamos ciencia al “conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente[1].  A través del método científico, un investigador construye entonces nuevos conocimientos que pueden y deben ser comprobados por otros científicos.

A pesar de ello, la historia recoge varios casos de “científicos” que han tratado de saltarse este protocolo para validar de forma fraudulenta sus teorías o experimentos. Sin embargo, justamente la comunidad científica se ha encargado de desenmascararlos y poner en evidencia sus fiascos.

En este artículo conoceremos los casos más notorios, no sin antes analizar las razones por las cuales estas situaciones se presentan.

¿Por qué algunos científicos hacen trampas?

En el mundo de la ciencia, la producción científica se traduce en prestigio y beneficio económico. A mayor cantidad de publicaciones en revistas indexadas, mayor éxito se tiene y mayores probabilidades de conseguir financiamiento para realizar proyectos de investigación.

En ocasiones, algunos investigadores han invertido mucho tiempo y recursos en experimentos que no llegan a conclusiones de impacto o no validan nuevas hipótesis, por lo que se sienten tentados a falsear los resultados para seguir obteniendo fondos o conseguir que alguna revista especializada se interese en publicarles sus trabajos.

También sucede que algunas revistas de rigor ético cuestionable, en el afán de publicar temas novedosos o de alto interés, no son rigurosas en la revisión de los trabajos científicos que reciben y publican sin cerciorarse de la seriedad de dichas investigaciones. Se ve de todo en las viñas del Señor.

Fraudes más sonados de la investigación científica

El más famoso de todos fue el descubrimiento en 1912 del “Hombre de Piltdown”, presentado por Charles Dawson y Arthur Smith Woodward como el “eslabón perdido” en el proceso evolutivo entre los simios y los seres humanos. A pesar de las dudas que levantaron desde el principio, no fue hasta 1953 que se descubrió que el cráneo pertenecía a un hombre de la Edad Media, la mandíbula de un orangután y los dientes de un chimpancé. La comunidad científica revisó con lupa otros estudios de Dawson y Woodward, determinando que la mayoría de ellos eran fraudes también.

El Hombre de Piltdown, uno de los fraudes más famosos

El record de fraudes científicos lo tiene Yoshitaka Fujii, un médico japonés a quien se le imputa la falsificación de los resultados de 183 estudios, realizados en el transcurso de solo 8 años. La Sociedad Japonesa de Anestesia fue quien detectó en 2012 las primeras irregularidades, que iban desde datos estadísticos falsos hasta la contabilización de pacientes inexistentes.

Yoshitaka Fujii, tiene el record de fraudes científicos

Otro japonés vinculado a los fraudes científicos fue el osteólogo Yoshihiro Sato, quien después de publicar más de 200 trabajos de investigación, 33 de sus pruebas clínicas fueron puestas en duda por la prestigiosa revista Neurology, de los cuales 21 fueron retractadas. En 2017, un año después del escándalo, el Sr. Sato se suicidó.

También en 2010 el anestesiólogo alemán Joachim Boldt fue suspendido por falsear resultados de 90 estudios científicos. Fue despedido del hospital en que trabajaba y de la Universidad de Giessen donde impartía cátedra. Actualmente está bajo investigación criminal.

Otro fraude bastante conocido fue la publicación en 2004 en la revista Science de los resultados obtenidos por el surcoreano Hwang Woo-Suk quien supuestamente había logrado la clonación de un embrión humano. Luego había publicado que había logrado exitosamente extraer células madre de dicho embrión y alimentaba esperanzas de lograr tratamientos efectivos contra la diabetes o el Síndrome de Parkinson. Poco tiempo después se descubrió que todo era un fraude y fue condenado a dos años de prisión.

El proscrito doctor Andrew Wakefield, actual activista antivacunas

Pero uno de los fraudes más costosos para la ciencia fue el cometido por Andrew Wakefield en 1998, cuando publicó en la prestigiosa revista The Lancet su descubrimiento sobre una relación entre la aplicación de la vacuna triple vírica y la aparición del autismo en los pacientes. Wakefield no solo perdió su licencia como médico al descubrirse que la investigación era fraudulenta, sino que desde entonces ha alimentado teorías conspirativas contra las vacunas, con las nefastas consecuencias que eso conlleva para la erradicación de enfermedades prevenibles con las vacunas.

Consecuencias de los fraudes científicos

Las investigaciones científicas fraudulentas, en especial las relacionadas con temas sanitarios, pueden tener consecuencias catastróficas en la salud de las personas, ya que basadas en sus conclusiones manipuladas podrían establecerse protocolos y tratamientos sanitarios que al final afecten a los pacientes.

También, este tipo de fraudes alimentan teorías conspirativas que, a falta de aval científico que las respalde, muestran estos fiascos como una “prueba” de que la ciencia no es confiable.

En su afán de conseguir notoriedad o fondos para financiar sus investigaciones, un científico poco ético puede hacer un enorme daño al progreso de la ciencia.

Por suerte para todos, y a diferencia de otros sistemas de creencias no científicas, el método científico por sí mismo implementa mecanismos que permitan establecer la realidad verificable y contrastable.

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[1] Definición de la Real Academia Española (RAE)

jueves, 31 de diciembre de 2020

¿Fue el 2020 el peor año de la historia?

 


Aunque faltan aún pocos días para finalizar este año, no son pocos los que han ya considerado el 2020 como el peor de la historia de la humanidad. Por tal razón la prestigiosa revista TIME tituló su último número del año como “2020: El peor año de mi vida”. Y razones no les ha faltado a los que han pensado así. Veamos.

El año 2020 inició con los incendios forestales más severos que haya conocido Australia, los cuales no pudieron ser sofocados hasta el mes de mayo. Se calcula que más de 63,000 kilómetros cuadrados de bosque se quemaron (el territorio equivalente a Lituania o Sri Lanka) y que perdieron la vida más de 1,200 millones de animales salvajes, algunos de los cuales se encontraban en la lista de especies en vía de extinción.

El 2020 fue devastador para los bosques de Australia

No bien habíamos terminado de celebrar el Año Nuevo y el 3 de enero los Estados Unidos dirigen un atentado en territorio de Irak que le costó la vida a Qasseim Soleimani, considerado el hombre más poderoso de Irán, lo cual hizo sonar los tambores de guerra en todo el mundo. Durante los siguientes días se sucedieron ataques a bases norteamericanas en Medio Oriente con misiles iraníes y el derribo por error de un avión comercial ucraniano con 180 pasajeros que volaban por la zona.

El asesinato de Qasseim Soleimana enfrentó a Irán y Estados Unidos

A mediado de ese mismo mes, la OMS anuncia al mundo que en la ciudad china de Wuhan se detectó un brote de neumonía atípica altamente contagiosa, la cual se convirtió en poco tiempo en una pandemia que hasta el día de hoy ha infectado a más de 83 millones de personas, causando la muerte a 1.8 millones de ellas, en un escenario donde casi ningún país del mundo ha quedado exento del flagelo. Según fue expandiéndose la epidemia, la vida cotidiana de millones de personas cambió de forma drástica: toques de queda, cierre de lugares públicos, uso obligatorio de mascarillas, distanciamiento social y el permanente terror de contagiarse de una enfermedad que es especialmente letal en los adultos mayores y personas con ciertas comorbilidades como la diabetes e hipertensión.

Las ciudades del mundo quedaron desiertas por la pandemia del COVID-19

El mes de enero aún no había terminado y nuevamente el mundo se sacudía con la trágica muerte de Kobe Bryant junto a su hija. Kobe era una figura admirada y respetada del basquetbol, considerado entre los mejores de todos los tiempos.

La trágica e inesperada muerte de la leyenda Kobe Bryant enlutó al mundo

Los siniestros y tragedias continuaron, según fue avanzando el año. En California se registraron los incendios forestales más grandes de su historia, engullendo más de 13,000 kilómetros cuadrados. El océano Atlántico vivió la temporada de huracanes más activa desde que se llevan registros, con la formación de 31 ciclones tropicales y subtropicales, de los cuales 6 llegaron a tener una categoría superior a 3 y donde hubo que nombrar 9 con las letras griegas al agotarse la lista de 21 nombres prevista para el 2020. Se calculan en casi US$50 billones las pérdidas ocasionadas por estos fenómenos atmosféricos.

La hiperactividad de la Temporada Ciclónica 2020 alertó al mundo

También los terremotos estuvieron presentes durante el año 2020, especialmente los dos de Turquía (los más letales, con 6.7 y 7.0 en la escala de Richter en los meses de enero y octubre, respectivamente) y el de Oaxaca, México (con intensidad de 7.4 en el mes de junio). Dignos de mencionar también están los sismos de Puerto Rico, Irán y muy recientemente en Croacia.

Imagen del devastador terremoto de Turquía y Grecia

Igual debemos recordar que el 10 de abril de 2020 hicieron erupción casi al mismo tiempo 15 volcanes en todo el mundo, especialmente el Krakatoa de Indonesia (arrojó una columna de cenizas de 15 kilómetros de altura) y Popocatépetl en México, además de muchos otros ubicados en Rusia, Japón, Ecuador, Perú y Chile.

Impresionante erupción del volcan Krakatoa en 2020

Pero también fue el año en que Estados Unidos se convirtió en el epicentro de un movimiento social que sacudió sus cimientes y que llegó a sentirse en todo el mundo. El brutal asesinato de un afroamericano a manos de la policía de Minneapolis, después de estar esposado, desencadenó el repudio universal. La brutalidad policial contra las minorías étnicas es un problema de larga data en ese país, pero las imágenes de un George Floyd esposado, boca abajo, con un policía blanco ejerciendo presión sobre su cuello con las rodillas, fue la gota que rebosó la copa. Miles de manifestantes desafiaron a las autoridades en decenas de ciudades de todo Estados Unidos, las cuales quedaron sumidas en el caos por varias semanas bajo la consigna de “Black Lives Matter” (Las vidas de los negros importan). Dicha movilización selló para siempre las aspiraciones de un Donald Trump que pretendía reelegirse y que nunca encontró la forma de condenar de forma convincente el creciente racismo y xenofobia en su país.

Protesta del movimiento Black Live Matters

Igualmente, Estados Unidos, que alguna vez fue visto como una democracia modelo para el mundo occidental, quedó con su imagen entredicha en un proceso electoral caótico y confuso, con un Trump que desalentaba a sus seguidores a utilizar el voto por correo para protegerse así de la pandemia del COVID-19, pero que cuando vio la avalancha de votos opositores que llegaron por esa vía se dedicó (y al momento de escribir estas líneas aún lo hace) a desacreditar ese mecanismo y a acusar de fraude a los demócratas y a los consejos electorales de los distintos estados federales (aún fueran estos controlados por republicanos). El hecho es que en unos pocos días deberá suceder el cambio de mando y esta es la hora en que no sabemos que más va a intentar Trump para evitar que Joe Biden asuma la presidencia.

Aun perdiendo las elecciones en urnas y tribunales, Trump no acepta su derrota

Otro daño que hizo el 2020 fue llevarse a grandes figuras que contaban con legiones de admiradores. Grandes estrellas del arte y el deporte fallecieron y no solo por efecto directo de la pandemia. Actores de la talla de Sean Connery, Chadwick Boseman, Irrfan Khan, Brian Dennehy y Kirk Douglas; escritores como John Le Carré, Quino, Ernesto Cardenal; cantantes como Little Richard, Luis Eduardo Aute, Kenny Rogers, Armando Manzanero y Pau Donés; además de Kobe, también partieron deportistas como el inmenso Diego Armando Maradona, Paolo Rossi y el entrenador de la NBA Jerry Sloan, entre otros.

El mundo lloró a Maradona

Pero, sin dudas, el efecto más nocivo del 2020 ha sido el económico. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el mundo ha vivido la peor recesión económica desde la crisis financiera de 1929. Según ese organismo, la economía mundial se contrajo entre 3% y 4% este año, donde los países pobres se volvieron más pobres y donde los más ricos sufrieron grandes contracciones. En el caso de Latinoamérica, la recesión económica prevista es de un 8%. Un duro golpe para economías que se encontraban en plena expansión como República Dominicana y Panamá.

Desempleo y quiebra de negocios ha sido el común denominador en todos los países

¿Realmente el 2020 fue el peor año de la historia?

Pareciera que ningún otro año se pudiera comparar al 2020, pero, ¿en verdad fue el peor? Según diversos historiadores y científicos, como es el caso de Michael McCormick[1], Kyle Harper[2] y Paul Mayewski[3], lo fue el año 536 de nuestra era.  Los hallazgos encontrados en las capas glaciares sugieren que, a principios de ese año, el mundo fue cubierto por una densa niebla que sumió a Europa y Asia en la oscuridad durante más de un año.

Y hay evidencias históricas sobre el hecho. El historiador de la época Procopio de Cesarea (500-554 d.C.) llegó a escribir:

"El Sol daba su luz sin brillo, como la Luna, durante este año entero (…) Y desde el momento en que eso sucedió, los hombres no estuvieron libres ni de la guerra ni de la peste ni de ninguna cosa que no llevara a la muerte"[4]

La temperatura mundial se redujo 2 grados Celsius y se inició en ese año la década más fría de los últimos 2300 años. Incluso en China llegó a nevar en verano y las cosechas se perdieron en todas las regiones del planeta, produciendo una gran hambruna.

Una masiva erupción volcánica en Islandia oscureció el planeta en 536 d.C.

Según la evidencia científica, el impacto en el clima ocurrido en el año 536 fue ocasionado por una gran erupción volcánica surgida en Islandia que sumió al planeta en la oscuridad, situación que se extendió por varios años más por las siguientes erupciones masivas de los años 540 y 547. Este período también coincidió con la primera aparición de la Peste Negra, llamada entonces la Plaga de Justiniano, el emperador romano de entonces.

Ese fatídico año el día se convirtió en noche durante 18 largos meses que desencadenaron frío extremo, hambre, pestes y guerras como la humanidad no había conocido, ni vuelto a conocer, desde entonces.

Algunas cosas buenas del año 2020

Pero no todo fue terrible. Este inusual año nos enseñó muchas cosas que marcarán a las generaciones presentes y futuras:

  • Adquirimos una mayor consciencia sobre el Cambio Climático y los efectos nocivos de la actividad humana sobre la naturaleza. Los meses de confinamiento en las grandes ciudades han contribuido a reducir la contaminación atmosférica y hemos presenciado como los ríos y mares se limpiaron durante el encierro que vivimos en la primera ola de la pandemia.
  • La sensibilidad social ha aumentado en todas las latitudes. Las personas hemos aprendido este año a tolerar menos la desigualdad y la injusticia.
  • Aprendimos cuán frágil puede ser nuestra salud y bienestar, aún vivamos en las naciones más desarrolladas. Todas las naciones ahora planificarán su desarrollo de una forma más resiliente y sostenible.
  • Descubrimos quiénes son los verdaderos héroes en tiempos tan difíciles. Médicos y enfermeras se convirtieron en la trinchera que defendió nuestras vidas contra una de las amenazas más brutales que recuerden las presentes generaciones.
  • Este año la transformación digital y la innovación se aceleraron al equivalente de una década. Individuos y organizaciones buscaron en la tecnología un aliado para mantenerse activos y productivos.
  • La exploración espacial avanzó enormemente. En total se lanzaron 114 misiones, entre las cuales podemos resaltar un orbitador solar, tres enviadas a Marte y la misión Chang´e 5 de China retornando muestras de la Luna. La agencia más activa fue SpaceX, que logró 25 misiones orbitales y las primeras misiones comerciales tripuladas de la historia. Los éxitos del 2020 auguran que cada vez están más cerca las misiones tripuladas a la Luna y Marte.
  • Nunca habíamos presenciado un nivel de colaboración científica internacional tan intenso como el de este año para encontrar una vacuna contra el COVID-19 en tiempo record. La liberación del genoma del virus por los científicos chinos a principio de enero 2020 contribuyó enormemente a acortar ese camino.
  • La sociedad contemporánea, caracterizada por el consumismo, frivolidad, conectividad y ubicuidad de sus ciudadanos, aprendió a valorar las cosas más importantes. Sobrevivir junto a nuestros seres queridos se convirtió en nuestra principal meta.

Dice el dicho que “no hay mal que por bien no venga” y el 2020, a pesar de todo, nos sirvió para repensarnos y ser mejores como individuos y sociedad.

El año 536 pudo haber sido el peor año de todos los tiempos y el 2020 el peor para los que nos ha tocado vivir en esta época, pero, si aprendemos las lecciones que nos han dejado sus aciagas circunstancias, podremos convertirlas en una oportunidad para construir un futuro más próspero y sostenible.

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[1] Universidad de Harvard

[2] Universidad de Oklahoma

[3] Universidad de Maine

[4] Pasaje de su obra “Historia de las Guerras”

domingo, 29 de noviembre de 2020

Corrupción en América Latina: El gran lastre de la región más desigual del mundo

 


Desde hace años, organismos internacionales como PNUD[1], CEPAL[2], Banco Mundial[3], entre otros, han advertido que Latinoamérica es la región más desigual del mundo, incluso superando a aquellas donde se encuentran los países más pobres, como es el caso de África.

Estos informes revelan la enorme brecha social existente, donde en muchos de los países latinoamericanos la esperanza de vida entre un ciudadano nacido en un sector de clase alta y el de un barrio marginado o área rural, puede llegar a ser hasta de 16 años de diferencia. Sencillamente dramático y, al mismo tiempo, inaceptable.

Llama la atención que, siendo una región privilegiada con inmensas reservas de recursos naturales y exhibiendo importantes tasas de crecimiento económico en las últimas décadas, no ha podido avanzar significativamente en su desarrollo económico y social.

En este artículo trataremos de analizar una de las principales causales de esta desigualdad: la corrupción.

Desigualdad latinoamericana

Según reporta el Índice de Desarrollo Humano (IDH) 2019, publicado por el PNUD, presentamos a continuación la esperanza de vida al nacer en los países latinoamericanos y el porcentaje de desigualdad existente en ese indicador entre el quintil más pobre con relación al quintil más rico de la población:

País

Esperanza de vida (años)

Desigualdad en la esperanza de vida (%)

Chile

80.0

6.3

Argentina

76.5

8.6

Uruguay

77.8

7.9

Panamá

78.3

12.0

Costa Rica

80.1

7.1

Cuba

78.7

5.1

México

75.0

10.5

Brasil

75.7

10.9

Colombia

77.1

10.7

Perú

76.5

10.8

Ecuador

76.8

11.5

República Dominicana

73.9

17.0

Venezuela

72.1

17.1

Paraguay

74.1

13.8

Bolivia

71.2

22.5

El Salvador

73.1

12.5

Guatemala

74.1

14.6

Nicaragua

74.3

13.1

Honduras

75.1

13.3

Países de mayor desarrollo humano

Noruega

82.3

3.0

Suiza

83.6

3.5

Irlanda

82.1

3.4

Fuente: PNUD

En la tabla anterior se puede apreciar que la desigualdad en la esperanza al nacer supera los dos dígitos en la mayoría de los países latinoamericanos, donde solamente Cuba, Chile, Costa Rica, Uruguay y Argentina presentan menos de 10 puntos porcentuales de desigualdad. Eso significa que esos países muestran una diferencia entre 4 y 6.5 años en la esperanza de vida promedio entre los más pobres y los más ricos.

Por otro lado, los países de la región con mayores niveles de desigualdad en este aspecto, Bolivia, Venezuela y República Dominicana, presentan diferencias que superan el 17% (Bolivia con un 22.5%), lo que significa que en Bolivia los más pobres viven 16 años menos que los más ricos, mientras que en Venezuela y República Dominicana viven 12 años menos. Por tanto, cualquier estrategia de desarrollo que no corrija esa distorsión distará mucho de ser justa y sostenible.

Si comparamos los países de América Latina con aquellos que lideran el IDH a nivel mundial (Noruega, Suiza e Irlanda), vemos que, a pesar de no estar tan lejos en cuanto a la esperanza de vida promedio (solo 4 años de diferencia promedio), sin embargo, la desigualdad que tienen esos países europeos en este indicador ronda solo el 3% (mientras que en Latinoamérica esa disparidad es de 2 a 7 veces mayor).

Cuando analizamos la dimensión económica, utilizando los datos publicados por la misma fuente, encontramos esta distribución del ingreso comparando el grupo más pobre con el más rico:

País

Proporción del ingreso total (%)

% Diferencia

40% más pobre

10% más rico

Chile

14.4

37.9

-23.5

Argentina

15.3

29.4

-14.1

Uruguay

16.5

29.7

-13.2

Panamá

11.5

37.7

-26.2

Costa Rica

12.8

37.0

-24.2

Cuba

-

-

-

México

15.5

34.8

-19.3

Brasil

10.6

41.9

-31.9

Colombia

12.4

39.0

-26.6

Perú

14.4

32.3

-17.9

Ecuador

14.1

33.8

-19.7

República Dominicana

13.9

35.4

-21.5

Venezuela

-

-

-

Paraguay

13.2

39.2

-26.0

Bolivia

13.6

31.7

-18.1

El Salvador

17.4

29.1

-11.7

Guatemala

13.1

38.0

-24.9

Nicaragua

14.3

37.2

-22.9

Honduras

11.0

37.7

-26.7

Países de mayor desarrollo humano

Noruega

23.1

22.3

0.8

Suiza

20.3

25.2

-4.9

Irlanda

20.9

25.4

-4.5

Fuente: PNUD

Si vemos la distribución del ingreso, la situación no es menos alarmante en América Latina. Sacando a Cuba y Venezuela, por carecerse de información sobre ellos, en todos los países de la región el 10% más rico recibe dos, tres y hasta cuatro veces más ingresos que el 40% más pobre, donde Brasil, Honduras y Colombia (31.9%, 26.7% y 26.6% respectivamente) presentan las mayores brechas. El Salvador es el país que presenta menor diferencia económica entre ricos y pobres, ya que solamente es de 11.7% la diferencia porcentual, seguido por Uruguay con el 13.2%.

Como referencia, al analizar el desempeño de los líderes mundiales en el IDH, todos de Europa, vemos que en Noruega incluso el 40% más pobre recibe un 0.8% más de ingreso que el 10% más rico, mientras que en Suiza e Irlanda la diferencia es de apenas un 4.9% y 4.5% a favor de la población de clase alta. Un severo contraste entre ambas realidades.

Principal sospechosa de la desigualdad en la región: la corrupción

Si bien es cierto que la pobreza y desigualdad son multidimensionales, y, por tanto, causadas por múltiples factores, la corrupción generalizada luce ser la principal razón para justificar el drama latinoamericano: mucha riqueza conviviendo con mucha pobreza.

Según el Barómetro Global de Corrupción para Latinoamérica y Caribe 2019[4], publicado por Transparencia Internacional, se determinaron los siguientes hallazgos en la región:

  • El 53% de los ciudadanos piensan que la corrupción aumentó en el último año
  • El 57% de los ciudadanos piensa que su gobierno no está haciendo lo suficiente para combatir la corrupción
  • Más de la mitad de los consultados piensan que la mayoría de los políticos electos en su país son corruptos
  • 1 de cada 5 ciudadanos que utilizaron servicios públicos, incluyendo salud y educación, tuvieron que sobornar a un empleado público
  • 1 de cada 5 ciudadanos han experimentado, o conocen a alguien que experimentó, extorsión sexual al acceder a un servicio público
  • 1 de cada 4 ciudadanos recibió o le ofrecieron sobornos en los últimos 5 años a cambio de su voto
  • 77% de los ciudadanos están convencidos de que la gente común con su actitud puede hacer la diferencia en el combate a la corrupción

Según el referido estudio, entre los países donde sus ciudadanos percibieron que la corrupción estaba en aumento en los últimos 12 meses, resaltaron Venezuela, República Dominicana y Perú, con un 87%, 66% y 65% respectivamente. Los que tuvieron una menor percepción en ese sentido fueron México, El Salvador y Guatemala, con 44%, 45% y 46% respectivamente.


Fuente: Transparencia Internacional

En otro orden, según el Índice de Percepción de Corrupción (IPC) 2019[5], también publicado por Transparencia Internacional, a nivel mundial la creciente percepción de que los gobiernos están haciendo poco por frenar la corrupción, ha desatado protestas ciudadanas donde millones de personas han expresado su frustración en las calles del Norte de África, Europa del Este, Oriente Medio y Asia Central. En ese fenómeno, América Latina también ha jugado un papel estelar.

Por ejemplo, el escándalo de corrupción vinculado a los confesados sobornos que pagó el gigante brasileño de la construcción, Odebrecht, en poco más de tres años se expandió a 10 países de la región poniendo en evidencia mecanismos ilegales de financiación de partidos políticos, provocando el enjuiciamiento de figuras políticas y funcionarios públicos, y deteriorando de paso aún más la precaria confianza que los ciudadanos latinoamericanos tenían en sus instituciones políticas.

¿Cuál fue el desempeño de los países latinoamericanos en el último IPC? Veamos:

País

Índice de Percepción de Corrupción (IPC) 2019

Puntuación

Ranking

Uruguay

71

21

Chile

68

25

Costa Rica

56

44

Cuba

48

60

Argentina

45

66

Ecuador

38

93

Colombia

37

96

Panamá

36

101

Perú

36

101

Brasil

35

106

El Salvador

34

113

Bolivia

31

123

México

29

130

República Dominicana

28

137

Paraguay

28

137

Guatemala

26

146

Honduras

26

146

Nicaragua

22

161

Venezuela

16

173

Países con menor percepción de corrupción

Dinamarca

87

1

Nueva Zelanda

87

1

Finlandia

86

3

Fuente: Transparencia Internacional

En América Latina, Uruguay es la nación con menor percepción de corrupción (con 71 puntos de 100), ocupando la privilegiada posición 21 a nivel global. Le siguen Chile (67 puntos en el lugar 25) y Costa Rica (56 puntos en el lugar 44), pero esos tres países son la excepción. En la región, 14 de 19 países no llegan a 40 puntos, reflejando un bajísimo desempeño en el combate de la corrupción. En el último lugar está Venezuela, con 16 puntos y el lugar 173 en todo el mundo.

Si vemos los resultados arrojados por los países con menor percepción de corrupción en el IPC, encontramos a Dinamarca y Nueva Zelanda con 87 puntos en primer lugar ambas, seguidas por Finlandia con 86 puntos.

El IPC 2019 concluye con 7 recomendaciones, las cuales acogemos para su aplicación en la región latinoamericana, ya que las mismas se ajustan a la realidad de nuestros países:

·       Gestionar los conflictos de interés para reducir los riesgos de influencia indebida

·       Controlar la financiación política para evitar el flujo indiscriminado de recursos provenientes de corporaciones interesadas en influir en la política

·       Fortalecer la integridad electoral para garantizar plenamente unas elecciones libres y justas

·       Regular las actividades de lobby promoviendo un acceso transparente y amplio a los procesos de tomas de decisiones

·       Acabar con el trato preferencial en la prestación de servicios públicos y distribución de los recursos del Estado

·       Empoderar a la ciudadanía, promoviendo la participación activa de la sociedad y protegiendo a quienes dan seguimiento y denuncian a la corrupción

·       Reforzar los sistemas de control, promoviendo los contrapesos y separación de poderes del Estado

Definitivamente así, y solo así, podremos aspirar a que en nuestra región haya más salud, más educación y más democracia.

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