Tanto en la Antigüedad como en la Edad Media, mucho
antes de que fuera inventada la imprenta, era muy frecuente que se realizara
reciclaje de materiales para la actividad de copiado de los manuscritos,
especialmente el pergamino. A estas obras, copiadas sobre una superficie que
contenía un escrito anterior, deliberadamente borrado para tales fines, se le
denominan “palimpsestos”.
Origen de esta práctica
Antes del siglo I a.C., el papiro, de origen
vegetal, era el material por excelencia para escribir textos literarios y
cartas, siendo producido y exportado por Egipto. Sin embargo, a pesar de su
relativo bajo costo, era frágil, poco duradero, solo podía ser utilizada su
cara anterior y tenía que ser enrollado para su conservación.
Ejemplos de papiros |
Eso motivó que, con el tiempo, empezara a ser utilizado el
pergamino, un material hecho con piel de cordero pulida, inventado por la
ciudad griega de Pérgamo, de donde provino su nombre. Su durabilidad,
resistencia, y la posibilidad de aprovechar ambas caras de cada lámina y de ser
encuadernado, lo hizo convertirse en el favorito de escritores, copistas y
lectores, quedando el papiro relegado para publicaciones menores y correspondencia.
Elaboración de pergamino |
A partir del siglo VII d.C., ante las
dificultades comerciales para conseguir en Europa papiro egipcio, el costo del
pergamino se disparó de forma astronómica, volviéndose escaso. Por tal razón,
se volvió cada vez más frecuente que textos descontinuados, mutilados o que simplemente tenían varios ejemplares duplicados
en las estanterías, fueran borrados con piedra pómez y lavados para reaprovechar sus
hojas y volver a escribir encima de la superficie.
Como la mayoría de los palimpsestos se trataban
de textos teológicos sobre manuscritos greco-romanos, muchos podrían pensar que
dicha acción estaba motivada por el afán de erradicar el paganismo, pero esa
afirmación no es exacta. De hecho, recordemos que la mayoría de los textos
antiguos que sobrevivieron al oscurantismo medieval fue gracias a la metódica
conservación y protección que muchos monjes y religiosos les dieron a dichos
manuscritos.
Por tanto, los palimpsestos eran más bien una respuesta pragmática a una crisis económica imperante.
Casos más famosos de sobreescritura
Conocidos son los palimpsestos descubiertos por
el filólogo alemán Barthold Georg Niebuhr, quien en la Catedral de Verona en 1816
descifró la obra Institutiones del jurista romano Gayo (siglo II) debajo
de las Epístolas de San Jerónimo copiadas en el siglo IX; así como poemas del
siglo V de Flavio Merobaudes en manuscritos religiosos de la Abadía de San Galo
en Suiza.
Barthold Georg Niebuhr |
Igualmente, el cardenal milanés Angelo Mai se
destacó en el siglo XVIII por descubrir varias obras clásicas de Homero, Marco
Aurelio, Antonino e, incluso, recuperó fragmentos perdidos de la conocida obra De
re publica (De la cosa pública) escrita por Marco Tulio Cicerón en el siglo
I a.C.; todas ocultas en manuscritos conservados en la Biblioteca Ambrosiana de
Milán.
Imagen de Gayo y el palimpsesto de Institutiones |
Pero el caso más famoso es el del Palimpsesto de Arquímedes. Aunque el destacado físico y matemático griego vivió en el siglo III a.C., una copia de varios de sus tratados (entre ellos la única copia conocida de El Método de los Teoremas Mecánicos) del siglo X fue desatada, raspada y lavada doscientos años después por monjes para reescribir textos litúrgicos. No fue hasta finales del siglo XIX que Athanasios Papadopoulos-Kerameos, un investigador griego que inventariaba los manuscritos de las iglesias y monasterios del Imperio Otomano, identificó la obra de Arquímedes en el libro de oraciones.
Una de las páginas del Palimpsesto de Arquímedes |
Con el tiempo, el invaluable manuscrito pasó a colecciones privadas hasta que en 2001 se le permitió a la Universidad Johns Hopkins y el Instituto Tecnológico de Rochester realizar estudios multiespectrales sobre el manuscrito para obtener las imágenes del texto e imágenes ocultas, para así rescatar la obra del matemático griego. Con el apoyo que luego les brindó la Universidad de Standford, se logró recuperar el 100% en 2003 y ya en 2008 todo el material fue hecho público por Google Books[1].
Los palimpsestos son, indudablemente, una
fuente fidedigna para acceder a textos antiguos dados por perdidos. Gracias a
la tecnología, la intención de los copistas medievales de borrar material “descartable”
para suplir la demanda de libros litúrgicos, puede ser revertida y devolverle a
la humanidad obras clásicas indispensables para el avance de las ciencias y el
conocimiento en general.
El afán de la iglesia medieval por limitar el
acceso de las masas a las obras de los antiguos clásicos nos llevó a un
oscurantismo que atrasó el desarrollo científico y cultural por casi mil años.
Por suerte, se hizo la luz con el Renacimiento, la imprenta y toda la ciencia
que proliferó después.
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[1] https://books.google.es/books?id=_zX8OG3QoF4C&printsec=frontcover&source=gbs_summary_r&redir_esc=y&hl=es#v=onepage&q&f=false