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martes, 18 de mayo de 2021

Quimeras biológicas: aberración o solución

 


La ingeniería genética y, con ella, la ciencia médica en general ha avanzado a pasos agigantados en las últimas décadas. Cosas que antes parecían imposibles o de ciencia ficción, con más frecuencia se están volviendo realidad.

Se le llama híbrido al cruce de dos especies diferentes, cuyo individuo resultante tiene un código genético propio, resultando en una especie diferente a la de sus padres. Pero cuando ese individuo tiene en su cuerpo códigos genéticos diferentes, entonces a eso es que la ciencia le llama quimera.

Quimera de la Mitología Griega

El origen de la palabra quimera se remonta a la Mitología Griega, en la que se cuenta de un monstruo surgido de la unión de Tifón (divinidad griega de los huracanes) y Equidna, la mítica hija de Medusa con torso de mujer y cuerpo de serpiente. Desde entonces la palabra quedó como equivalente de hibridaje y monstruosidad.

Ejemplar de Cebrallo (cruce de cebra-caballo)

Pero, a pesar de lo que pudiera pensarse, tanto los híbridos como las quimeras son de origen natural, aunque los seres humanos se han empleado a fondo para hacerlo de forma artificial, según veremos más adelante. En la naturaleza podemos ver cómo muchas nuevas especies han surgido de forma espontánea, como es el caso de balfines (delfín-orca), Cebrallo (cebra-caballo), Ligre (tigre-león), Mula (caballo-asno), perro lobo (perro-lobo), entre muchos otros, aunque generalmente alentados por la intervención humana.

Igualmente, están documentados casos naturales de quimeras, tanto en especies animales como en la humana, pero normalmente producto de una anomalía genética rarísima llamada quimerismo, que consiste en los casos de dos cigotos que logran fecundarse y fundirse en uno solo, con material genético diferente en sus órganos internos.

Aunque el hibridaje está universalmente aceptado para su aplicación en animales para fines explotación comercial y desarrollar nuevas razas más rentables (vacas, caballos, cerdos, perros, gatos, etc.), donde se levanta el rechazo y se complican las cosas es con la capacidad desarrollada por la ciencia de hoy de crear quimeras artificiales.

Origen de las quimeras artificiales y sus avances

El primero en intentarlo fue Iliá Ivanov, un biólogo ruso pionero en la inseminación artificial e hibridación de animales. Durante el primer tercio del siglo XX se dedicó a materializar la idea de crear un híbrido entre humano y mono, fecundando óvulos de hembras de orangután con esperma humano. Sus experimentos, que inicialmente recibieron el apoyo de la comunidad científica soviética, con el tiempo dejaron de recibir respaldo y fueron suspendidos sin haber logrado ningún éxito.

Ratones quiméricos

En las siguientes décadas se realizaron diversos intentos por crear quimeras interespecíficas, esto es, de especies diferentes. Tal es el caso de ratones con ratas (1973), cabras y ovejas (1984), vacas y cebúes (1990), entre otros[1]. El mecanismo utilizado consiste en inyectar células procedentes del núcleo celular del embrión de una especie en un blastocisto o embrión de otra para entonces implantar ese producto en el útero de un espécimen fértil de la misma especie del embrión. De esa forma, se consigue evitar el rechazo de la gestante, sobreviviendo así la criatura.

Además, desde hace más de 40 años se realizan los “test de Golden hámster” para determinar la infertilidad masculina. Consiste en introducir espermatozoides humanos para fertilizar óvulos de hámster (cuya estructura celular es muy parecida a la humana). Dependiendo de la cantidad de espermatozoides que logran entrar al óvulo, se establece el grado de fertilidad del paciente.

La anterior prueba, de uso muy extendido por los andrólogos y especialistas en fertilidad, es aceptada por las legislaciones de la mayoría de países. Sin embargo, la realidad es que esos óvulos de hámster fertilizados por esperma humano producen un embrión, que, aunque no llega a prosperar (normalmente se destruyen antes de que inicie la división celular), tienen un nombre para esa especie híbrida embrionaria: humster.

Ya en nuestro siglo XXI se han logrado desarrollar con éxito quimeras que han llegado a levantar un gran revuelo mediático, por las implicaciones éticas y hasta religiosas de los experimentos. De hecho, Gran Bretaña desde el 2007 ha empezado a autorizar la implantación de núcleos de células humanas en óvulos animales para investigaciones médicas. Incluso, para esta modalidad de hibridaje se ha creado el término cíbrido o híbrido citoplasmático.

A pesar de algunos escándalos surgidos, como el caso de los científicos surcoreanos encabezados por Woo Suk Hwang que en 2003 hicieron fraude en sus experimentos con células madre embrionarias humanas[2],  la creación de las quimeras interespecíficas dio un salto gigantesco con las investigaciones del laboratorio de Hiromitsu Nakauchi de la Universidad de Tsukuba, quienes demostraron ser capaces de crear quimeras de rata y ratón, pudiendo éstas desarrollar un páncreas de la primera en el cuerpo de la segunda[3].

Juan Carlos Ispisúa con parte de su equipo (cortesía: Genotipia)

En 2017 hubo un nuevo avance importante, esta vez a cargo del equipo liderado por el español Juan Carlos Izpisúa en el Instituto Salk de Estudios Biológicos (San Diego, California), quienes por primera vez lograron que células embrionarias humanas colonizaran órganos de un embrión de cerdo en desarrollo[4].  Más recientemente, se ha anunciado que ese mismo científico español logró en China desarrollar quimeras de humanos y monos[5]. Sin dudas, la posibilidad de desarrollar órganos humanos en el cuerpo de animales de laboratorio, cada vez está más cerca.

Implicaciones éticas de las quimeras artificiales

No existe aún un consenso internacional sobre la generación de quimeras artificiales, aunque sí se acostumbra que toda gestación de embriones quiméricos que contengan células humanas sea detenida antes de que se desarrolle el sistema nervioso central, como una primera barrera de seguridad. ¿Por qué?

Resulta que, en el hipotético caso de que se permita que una quimera interespecífica desarrolle un cerebro con componentes humanos, se destaparía una caja de Pandora llena de interrogantes con relación a estas “creaciones”: ¿Tendría conciencia humana? ¿Siendo parcialmente humano, tendría derechos? ¿Serían capaces de reproducirse?, etc.

Sin embargo, es importante señalar que los conflictos éticos vienen desde el mismo nacimiento de la ingeniería genética como disciplina en 1973, cuando Stanley Cohen y Herbert Boyer crearon la primera molécula de ADN recombinante[6] en un laboratorio. La posibilidad de crear nuevas especies de microorganismos, animales y plantas, o modificar sus características mediante manipulación genética, ha generado desde entonces el rechazo de muchos sectores.

En cuanto a la microbiología, la manipulación genética ha permitido crear vacunas o producir antibióticos más potentes contra las bacterias. A pesar de ello, muchos temen que estas habilidades sean utilizadas para crear nuevos tipos de virus o bacterias como armas biológicas.

Cultivo transgénico

En el campo de la agricultura, el desarrollo de plantas transgénicas ha servido para mejorar la producción o hacerlas más resistentes a enfermedades y plagas, o simplemente para ralentizar el proceso de maduración de sus frutos para que permanezcan más tiempo frescos hasta su consumo final. Aunque todas estas mejoras suponen que elevan la calidad de vida de los seres humanos, muchos críticos aducen que los consumidores no son siempre informados de que los productos que adquieren fueron genéticamente modificados o que no hay estudios suficientes para establecer si esos productos transgénicos perjudican o no a la salud en el largo plazo.

La oveja Dolly, el primer mamífero clonado del mundo (1997)

Por igual, la aplicación de la ingeniería genética en la ganadería acarrea las mismas inquietudes, debido a que se realiza para lograr ejemplares que ganen peso más rápido, incrementen su fertilidad o sean más resistentes a las enfermedades. Por igual, a través de la clonación, podría ser la solución para reproducir especies en vías de extinción o ya extinguidas.

Aunque, en el fondo, debemos admitir que una de las razones de mayor peso que sustenta las críticas a la ingeniería genética es de índole religioso. La posibilidad de manipular el ADN de los organismos vivos hace suponer que los seres humanos están hoy jugando a ser dioses. Muchos no ven con buenos ojos que ya podamos crear y modificar especies de animales y plantas, independientemente de las buenas razones que haya para hacerlo. 

Pero, donde se magnifica el rechazo es cuando hablamos de manipular genes humanos. Los avances de la ingeniería genética han permitido detectar el origen genético de múltiples enfermedades, las cuales ahora se pueden prevenir antes de concebir la criatura hija de padres que heredan enfermedades genéticas. Aunque también hay que establecer controles para evitar la utilización de esta tecnología para fines eugenésicos.

Interferón, medicamento creado mediante ingeniería genética

Al principio, la manipulación genética para fines médicos encontró cierta tolerancia en una parte del público, tanto al manipular genes de microorganismos para fabricar vacunas o al combinar genes humanos con levaduras o bacterias para producir insulina (contra la diabetes) y otras hormonas, interferón (contra el cáncer, leucemia, hepatitis, esclerosis múltiple, etc.), entre otras sustancias.

Sin embargo, cuando empezaron los experimentos para crear híbridos o quimeras con material genético humano, aun fuera para encontrar solución a diferentes enfermedades, las reacciones adversas no se hicieron esperar.

Además, la “humanización” de especies animales para inducirles enfermedades humanas supondría su sometimiento a procedimientos y padecimientos dolorosos que podrían calificarse como maltrato animal. Aunque, honestamente, hace décadas que las ratas de laboratorio y los cobayos están sufriendo estos “maltratos” sin que para ello se les haya alterado su ADN. Muchas curas y tratamientos médicos han sido descubiertos gracias a esas prácticas. En esos casos, nuestra idiosincrasia antropocéntrica no nos hizo remorder mucho la conciencia.

Ahora, ¿cuál es el propósito de crear estas quimeras? Veamos a continuación cuáles beneficios podrían obtenerse de las mismas, según los científicos.

¿Para qué sirven las quimeras artificiales?

Lo que para muchos pudiese parecer una abominación, resulta que podría ser la solución definitiva a muchas enfermedades y condiciones de salud que actualmente no tienen curación:

  • Como ontológicamente aún estas quimeras no pueden ser definidas como “humanas” por pertenecer la gran mayoría de sus células a especies animales, sería posible con ellas hacer experimentos actualmente prohibidos para realizarlos en humanos, por lo que podrían ser considerados como simples ratones de laboratorio o cobayos. Esto abriría la posibilidad de realizar avances y descubrimientos hasta el momento insospechados.
  • Las quimeras también abren un abanico de posibilidades para avanzar en las investigaciones sobre las causas genéticas de los síndromes de Alzheimer y Parkinson, así como la enfermedad de Lou Gehrig (Esclerosis Lateral Amiotrófica –ELA), entre otras, por lo que se está evaluando la posibilidad de crear ratones con cerebros parcialmente humanos para dichos estudios[7].  
  • Enfrentar la aguda escasez de órganos para trasplantes, mediante el desarrollo de órganos humanos en los cuerpos de animales quiméricos criados para tales fines. Esto significaría que ya nadie tendría que necesariamente morir esperando un donante compatible para trasplantar un corazón, hígado o riñón.

Esquema de cómo cultivar órganos humanos en quimeras de cerdo (cortesía BBC)

A pesar de tan importantes beneficios potenciales, sin dudas la generación de quimeras artificiales tendrá que ser regulada de forma más estricta, donde se establezcan claramente las barreras que se podrían traspasar y las que no. 

Aunque, como se mencionó anteriormente, la mayoría de los países tienen prohibida la creación de hibridajes y quimeras con componentes humanos, en algunos se han aprobado algunas flexibilizaciones. Además del caso de Reino Unido, referido anteriormente, está el caso de Japón que, en 2019, aprobó una legislación que permite la experimentación con quimeras de animales con humanos[8], o el de Estados Unidos, que, mientras prohíbe el uso de fondos federales, permite el financiamiento privado para este tipo de investigaciones, aunque la medida actualmente está en revisión[9].

Indudablemente, el desarrollo de híbridos citoplasmáticos es un nuevo campo de la biología que apenas comienza y que promete realizar grandes descubrimientos para lograr la mejora de la calidad de vida de los humanos. Sin embargo, la innumerable cantidad de interrogantes y aprehensiones que surgen deben ser resueltas, estableciendo los estándares, regulaciones y controles necesarios para evitar un uso desmedido, innecesario y extralimitado de la ingeniería genética, no solo con los seres humanos, sino con los seres vivos en general.

De que habrá que replantear las definiciones ontológicas y epistemológicas del ser humano y el resto del reino animal y vegetal, ciertamente así tendrá que ser. La capacidad humana se supera a sí misma cada día, ampliando las fronteras y su alcance. Pero sigue siendo entera responsabilidad de nuestra especie el mantener el balance y equilibrio obtenidos durante millones de años de evolución, que, aunque no sabemos si escogió el mejor de los caminos posibles, ese recorrido justamente es el que nos trajo hasta aquí.

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[1] De Miguel, I. (2011): Quimeras e híbridos: ¿Problema ético o problema para la ética? Dilemata, año 2, no. 6 p.101-122

[6] Consiste en el aislamiento y manipulación de un fragmento de ADN de un organismo que es “recombinado” con el de otro organismo

[7] Greely, H. T., M. K. Cho, et als., “Thinking about the Human Neuron Mouse”, The American Journal of Bioethics, nº 7 (5), mayo 2007, págs. 27-40

viernes, 7 de mayo de 2021

Cuando el castigo es eterno: los suplicios mitológicos

 


El término “suplicio”, proveniente del latin supplicium, está semánticamente asociado al dolor físico o muerte que se le ocasiona a alguien como castigo, razón por la cual el castigado normalmente ruega o suplica para ponerle fin a su sufrimiento.

Han ocurrido desde el origen de los tiempos, cuando se ofrecían sacrificios humanos, se castigaba con pena de muerte a un transgresor o se torturaba salvajemente a aquellos que no profesaban la fe oficial (como durante la Inquisición, por ejemplo).

Los suplicios provocados por la Inquisición son recordados por su crueldad

Pero los más famosos suplicios son aquellos descritos en la Mitología Griega, donde la ira de los dioses se traducía a veces en terribles castigos que, además de dolorosos, tenían la particularidad de que el condenado tenía que sufrirlos por la eternidad. Aunque estamos de acuerdo con que no fueron más que mitos inventados en el contexto de una fe religiosa primitiva y politeísta, su creatividad y simbolismo todavía maravillan y aleccionan. En este artículo conoceremos algunos de los más conocidos.

Suplicios mitológicos

Más de un personaje mitológico llegó en enfurecer a distintos dioses griegos, quienes, abusando de sus poderes sobrenaturales y teniendo como factor común su poca tolerancia a la desobediencia de sus súbditos, los condenaban a distintas penas o torturas, las cuales era sufridas eternamente o hasta que otro dios se interponía en defensa del castigado. Un dato curioso es que muchas de las víctimas eran también dioses menores o semidioses, en cuyo caso la ira desatada era aún mayor en los dioses mayores[1].

Importante es destacar que, para la Mitología Griega, había varios pecados capitales, siendo estos los principales: desafiar a los dioses, hacer daño a un niño u ofender a un huésped.

Representación del suplicio de Tántalo

  • Tántalo: Era uno de los tantos hijos de Zeus, siendo su madre la oceánide Pluto[2], quien llegó a ser rey de Frigia. Fue un personaje sumamente conflictivo, envuelto en distintas situaciones que llegaron a colmar la paciencia de los dioses, especialmente de su padre Zeus. Uno de sus pecados fue el revelar a los mortales los secretos de los dioses, aprovechándose de que asistía frecuentemente a los banquetes del Olimpo, llegando incluso a robar néctar y ambrosía. Otro gran desatino lo cometió cuando invitó a los dioses a un banquete en el monte Sípilo, ofreciéndoles allí inconsultamente a su hijo Pélope, a quien descuartizó y cocinó en un estofado. Al darse cuenta del engaño, Zeus ordenó reconstruir el cuerpo del niño y devolverle la vida. El último yerro de Tántalo que colmó la paciencia de los dioses, fue que juró por Zeus no tener en su poder el mastín de oro[3] que había sido robado, a pesar de que era él quien lo escondía. La reacción de los dioses olímpicos fue condenar a Tántalo a estar encadenado en el lecho de un lago con una enorme piedra pendiendo sobre su cabeza, donde el agua le daba por la barbilla y rodeado de árboles frutales, los cuales se retiraban cada vez que le daba hambre o sed. Este suplicio por siempre ha representado el ejemplo proverbial de la tentación sin satisfacción.
    Sísifo empujando una roca cuesta arriba

  • Sísifo: Fue fundador y rey de la ciudad de Corinto, además del padre del famoso Odiseo. Fue un gran promotor de la navegación y el comercio, además de tener fama por ser inteligente, avaro y mentiroso. Se esgrimen varias razones por la que fue condenado a un suplicio, sea por haber revelado que fue Zeus quien raptó a Egina, hija del dios pluvial Asopo, sea por su costumbre de asesinar a viajeros, sea por haber engañado y encadenado a Tánatos (personificación de la muerte) cuando le llegó la hora de morir. Sus infracciones fueron terribles. Como dato curioso, se dice que durante el largo tiempo que Tánatos estuvo inmovilizado, nadie murió en la Tierra. Pero las bellaquerías de Sísifo no pararon ahí. Él volvió a engañar, esta vez a Hades, para escapar del inframundo y vivir más años de los que estaba destinado. Finalmente, Sísifo fue condenado por la eternidad a empujar una enorme piedra cuesta arriba en la ladera de una montaña, la cual nuevamente rodaba hacia abajo cada vez que llegaba a la cima. Este suplicio quedó como un ejemplo del esfuerzo inútil e incesante del hombre intentar burlar lo inexorable, siendo uno de los fundamentos de la teoría existencialista de Albert Camus.
    Ticio siendo devorado

  • Ticio: Fue un gigante caracterizado por la lujuria desenfrenada. Cometió el error de intentar violar a una de las amantes de Zeus, Leto (madre de Artemisa y Apolo), siendo fulminado por aquél con un rayo. Como era inmortal, fue condenado a yacer en el Tártaro con las extremidades atadas, mientras los buitres le picoteaban el hígado, que, según la antigua creencia, era el órgano donde residían las pasiones.
    Ixion atado a la rueda giratoria

  • Ixión: Rey de Tesalia que llegó a cometer dos pecados terribles ante los ojos de los dioses. Primero, guardando rencor a su suegro por un tema de dote no pagada, lo invitó a su casa engañado y lo mató arrojándolo a un foso lleno de carbones ardiendo. Segundo, intentó seducir a Hera, la esposa de Zeus. Fue condenado al Tártaro y atado a una rueda que daba vueltas sin cesar por toda la eternidad.
    Las danaides llenando la tinaja perforada

  • Las hijas del rey Dánao: Este fue un legendario monarca de la ciudad de Argos, quien tuvo 50 hijas las cuales casó con los 50 hijos de su gemelo Egipto para fortalecer una alianza escondiendo su intención de vengarse de su hermano por las humillaciones recibidas en el pasado. Una vez realizadas las bodas, convenció a sus hijas para que asesinaran a sus esposos con las dagas que previamente les había entregado. Todas cumplieron la orden, exceptuando Hipermnestra, quien llegó a enamorarse de su pareja. Por tan horrible crimen, las hijas mariticidas de Dánao (llamadas también “danaides”) fueron arrojadas al Hades y condenadas por la eternidad a llenar con agua una tinaja perforada.
    Ocnos tejiendo la cuerda devorada por un burro

  • Ocnos: Este personaje de la mitología fue castigado por casarse con una mujer despilfarradora, siendo condenado a trenzar continuamente una cuerda de juncos que es al mismo tiempo devorada por una burra, en un esfuerzo vano y sin fin.
    Atlas sosteniendo al mundo

  • Atlas: Este famoso titán mitológico fue castigado severamente por liderar la Titanomaquia o guerra contra los dioses olímpicos. Al ser derrotado, fue condenado a sostener el mundo sobre sus hombros.  Como anécdota se cuenta que Heracles fue en busca de Atlas para que le ayudase a realizar uno de sus doce trabajos[4], específicamente recuperar algunas manzanas de oro del Jardín de las Hespérides (hijas de Atlas). A cambio, Heracles se ofreció a sujetar el mundo mientras el titán le ayudaba con el recado.
    El suplicio de Prometeo

  • Prometeo: Este titán también es muy conocido, especialmente por ser amigo de los mortales y robar el fuego de los dioses para dárselo a ellos. Además de ese hecho, Prometeo fue el responsable de enseñar a los hombres a separar la carne de los huesos de los animales, para que solamente su osamenta sea ofrendada a los dioses y así pudieran comerse la carne. Ante tantas ofensas, Zeus lo encadenó en el Cáucaso y enviaba diariamente un águila para que se comiera su hígado, el cual volvía a crecer durante la noche. Cuenta la leyenda que, en agradecimiento por ayudarlo con uno de los doce trabajos, Heracles lo liberó disparándole una flecha al águila que lo acosaba. Zeus aceptó ese acto de misericordia y permitió que Prometeo fuera liberado, aunque debía arrastrar por siempre un pedazo de roca unido a un anillo que debía llevar consigo.

El inmenso anecdotario de la Mitología Griega es una fuente inagotable de metáforas y parábolas que han enriquecido como ninguna otra el acervo cultural de la humanidad, sirviendo de inspiración por miles de años al arte y literatura.

Los suplicios mitológicos, tan extremos como imposibles, han servido de referente para poner en relieve la naturaleza humana y sus excesos, así como los castigos imaginarios que ameritan aquellas faltas consideradas graves. Claro, a la luz de los veleidosos e irascibles dioses del Olimpo.

Y es que la idea de un castigo eterno siempre ha sido un útil disuasivo para los dioses, no solamente para los de la Mitología Griega. Más vale no hacerlos enojar, por si acaso.

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[1] Los dioses mayores (también llamados Olímpicos) eran las principales divinidades que habitaban el Olimpo griego. Sin embargo, existían otras divinidades de inferior jerarquía, denominados también dioses menores. Los semidioses eran los hijos de dioses y seres humanos que, aunque eran mortales, por lo general exhibían algún talento o fortaleza sobrenatural, por lo que también eran con frecuencia denominados héroes.

[2] Las oceánides eran hijas del Titán Océano y la diosa Tetis, ambas deidades primigenias que reinaban desde antes del surgimiento de los dioses Olímpicos.

[3] Se le denomina así a un perro áureo que originalmente fue regalado por Hefesto a Rea para que cuidara a Zeus cuando era un bebé y que luego se dedicaba a cuidar la entrada de los templos de éste.

[4] Se denominan así a los doce encargos que Euristeo le impuso a Heracles para purgar su culpa por haber asesinado a su familia en un arranque de locura provocada por la diosa Hera. Las tareas encomendadas eran imposibles de cumplir, por lo que el héroe griego tuvo que emplearse a fondo para cumplirlas a cabalidad.