Es una de las incógnitas mas desafiantes desde que tenemos conciencia. A
ciencia cierta nadie lo sabe, ya que no ha sido posible dar seguimiento en un
laboratorio qué sucede con el “alma” o el “espíritu” después que el cuerpo
queda sin vida. Es tanta la
incertidumbre que embarga a las personas cuando piensan seriamente en lo que sucederá
después de su muerte que se llenan de temor.
A todos nos asaltan preguntas como :
¿Qué será de mi familia?, ¿Quién se
hará cargo de mis hijos?, ¿y mis proyectos y bienes, en manos de quién pararán?
¿Mis familiares y amigos, me extrañarán?, ¿Cómo seré recordado?, ¿Habrá otra
vida después de la muerte?, ¿Tendré que rendir cuentas por lo que he hecho o
dejado de hacer? ¿Seré castigado o premiado?, etc.
¿Ante todo, los animales “perciben” la muerte?
Analicemos primero qué sucede con los animales, esos seres “inferiores” a
quién la mayoría de nosotros no le concedemos la capacidad de “razonamiento”,
sino que son seres “instintivos” que actúan estrictamente apegados a un sentido
de supervivencia.
Sin embargo, esta altamente demostrado que éstos sí tienen una idea sobre
la muerte y, en consecuencia, actúan deliberadamente de una u otra forma cuando
un pariente fallece. Esta el caso de los
insectos, donde vemos a especies de hormigas que no terminan su faena sin antes
recoger a las compañeras fallecidas para depositarlas en el interior de su
hormiguero y las termitas que hacen lo propio con sus muertos cubriéndolos con
piedras.
También llama la atención el caso de ciertas aves que hacen una especie de
ritual funerario cuando uno de su especie muere (como el arrendajo azul), y
otras que entran en “depresión” cuando muere su pareja (periquitos “inseparables”
y los gansos) que regularmente también los lleva a la propia muerte.
Pero en los mamíferos superiores es todavía más notorio su comportamiento
ante la muerte. Tal es el caso de los
elefantes y las jirafas que “guardan luto” por días y hasta semanas cuando
fallece un miembro de la manada y se les ha visto “cubrir” sus restos con
hojas. Incluso han montado “guardia”
para evitar que los carroñeros hagan de las suyas. Tenemos el caso de los chimpancés y gorilas
que después del momento exacto de la muerte de su pariente, inician una especie
de rito de duelo en el que cubren el cuerpo solamente dejándole el rostro al
descubierto.
Por todos es conocido como perros y gatos se apesadumbran cuándo pasan a
mejor vida sus amos, incluso son muy conocidos algunos casos de mascotas que
iban a los velatorios y misas que se celebraban en honor de sus dueños.
¿Y los primeros seres humanos, qué pensaban acerca
de la muerte?
Antes de pasar a la forma de pensar de los humanos “sofisticados” que ya
dominaban la escritura, y que con la acumulación de conocimientos y destrezas
también fue “complicando” su idea de los conceptos abstractos, entre ellos la
muerte; veamos que dice la evidencia fósil de los hombres prehistóricos.
Hasta hace unos 15 años se pensaba que los primeros ritos funerarios de
hombres prehistóricos databan de hace unos 75,000 años. Sin embargo, los descubrimientos
arqueológicos de Atapuerca, España en 1998 redimensionaron los conocimientos de
la ciencia sobre la evolución del hombre.
No solamente aparecieron especies de homínidos previos al hombre de
Neandertal sino que se descubrió la evidencia más antigua conocida de ritos
funerarios, ya que databan de hace unos 350,000 años. En ellos se encontraron unos 32 fósiles
depositados en un aparente entierro colectivo donde junto a ellos fueron sepultadas
vasijas y herramientas.
La evidencia fósil refleja que ya en aquella remotísima época el hombre creía
en que la muerte era un paso trascendental hacia otro mundo donde tal vez se necesitarían
las mismas cosas para vivir. Eso explica
las herramientas, artefactos, ajuares y hasta animales que eran enterrados juntos
a los difuntos durante toda la prehistoria.
Como vemos, con el tiempo las religiones lo que han hecho es adornar y
complejizar conceptos que de manera casi instintiva ya los primeros seres
humanos habían concebido fruto de sus dudas e interrogantes por todo aquello
que les rodeaba y ellos desconocían sus causales.
La muerte según los sumerios
Una de las culturas más antiguas de la humanidad, la sumeria, establecía
que la vida del hombre estaba llena de incertidumbre y que su destino solamente
era conocido por los dioses, y que la muerte era un premio reservado solamente
para ellos. Pensaban que el ser humano había
sido creado para el deleite y entretenimiento de esos dioses, rol del que se
les libraba con la muerte. Estas tradiciones están recogidas en el manuscrito
sumerio “las epopeyas de Gilgamesh”, que data de hace más de 4,500 años, que
recogen el pesimismo sumerio y el afán de este héroe por develar el misterio de
la muerte y de la vida más allá.
La muerte según los griegos
Para los griegos era un tema trascendente. Negarle la sepultura a un
ciudadano griego, era condenar su alma a vagar y eso un peligro para los vivos.
El difunto era amortajado y bañado en agua y aceite, y finalmente le era
colocada una moneda u óbolo que
supuestamente era para pagar a Caronte, el encargado de transportar en una
barca el alma de todos los difuntos hacia el Hades o Infierno. El cadáver se velaba en su casa con los pies
en dirección hacia la puerta y el luto se guardaba predominantemente con el
color negro y su velatorio duraba tres días, durante los cuales los deudos
lloraban, lamentaban y golpeaban su pecho incesantemente. Al pasar los tres días, se realizaba una
procesión fúnebre por las calles de la ciudad hasta llegar al lugar de
sepultura. Después del entierro, en la
casa del difunto se celebraban ritos de purificación y se servían grandes
banquetes. Algún parecido con las
costumbres cristianas de hoy?
¿Y el confucionismo de China, que dice acerca de
la muerte?
Según Confucio, cuyas ideas se centraron más en el comportamiento ético y
moral de los hombres, el alma de los muertos se mantienen deambulando por la
tierra por lo que se hace necesario construirles un templo a los antepasados ya
que nos pueden ayudar o castigar en nuestros propósitos. Por eso en China es
tan común que haya un templo en cada familia para dedicarlo a los suyos que ya
han partido de este mundo.
La reencarnación del hinduismo
La religión hinduista, como es muy conocido, defiende la reencarnación. La
muerte es solamente parte de la transición del alma de un estado físico al otro. De hecho, para ellos la muerte es algo
deseado, es el final feliz de un penoso camino.
Según el comportamiento de la persona, su karma, pasa a un cielo o un
infierno que son temporales, mientras hace la transición a la nueva forma que habrá
de adoptar, que podrá ser hacia un ser inferior o superior dependiendo de su
karma. Según el hinduismo, los castigos que sufre el alma en el infierno están
relacionados con el pecado cometido, así una persona que haya comido carne (así
como lo oyen), será devorada en vida en el infierno, como escarmiento. Al adultero se le condenará a abrazar a un
hierro incandescente con forma de cuerpo humano y quien se atreva a casarse con
alguien de una casta inferior (recordemos que la sociedad hinduista está dividida
en castas), deberá sobrevivir en el infierno sumergido entre heces y orina.
Los familiares del difunto podrán hacer ritos religiosos para atenuar los
sufrimientos de aquellos deudos que estén en el infierno y siempre deberán
cremar el cadáver y lanzar sus cenizas al Ganges (río sagrado de la India).
La muerte según el budismo
El budismo también plantea que la muerte es solamente parte del ciclo que
toda alma debe atravesar de una vida a la otra. Buda decía que las
circunstancias de nuestra vida actual es un reflejo de nuestras acciones
pasadas, el famoso karma. Sin embargo, el budismo enseña cómo superar esos obstáculos
“karmicos” para lograr niveles espirituales superiores en el futuro. También habla de que el aspecto de la persona
al morir refleja cómo vivió, ya que aquel que ha tenido paz interior y una vida
pura e íntegra lo reflejará en su rostro a la hora de la muerte, no importa en
qué circunstancias esta le sobrevenga.
Por el contrario, aquél que a la hora de morir tenga muchas culpas y
remordimientos, no podrá evitar reflejarlos en su rostro a la hora de
morir. Interesante, verdad?
La muerte según el Islam
Al igual que la tradición cristiana, el Islam piensa que la muerte es
solamente parte consustancial de la vida terrenal, es un estado de inconsciencia,
un sueño. Establece que habrá un Juicio Final donde los hombres rendirán cuentas
de sus buenas y malas obras, y que serán premiados con el paraíso o castigados
con el infierno. Solamente tres cosas
beneficiarán al creyente después de morir:
una descendencia digna que rece por su alma, la caridad que haya hecho y
que siga beneficiando a los hombres, y el conocimiento que haya transmitido a
los demás. El Islam transmite un
poderoso mensaje que dice “Haz para este mundo como si fueras a vivir para
siempre y por el otro mundo como si fueras a morir mañana”.
La religión más popular del mundo, el
cristianismo, y su concepto de la muerte
Para los cristianos la muerte es el fin de la vida física y corporal. De
hecho, predican que debemos preocuparnos poco por las penurias terrenales ya
que nos espera una vida eterna totalmente placentera. Por eso en sus inicios era la religión de los
esclavos en el mundo romano. No
importaban cuantos maltratos sufrieran, se les prometía una vida mejor al morir. Según el cristianismo, al abandonar el cuerpo
las almas quedan en una especie de sueño temporal hasta que llegue el Día del
Juicio Final o, lo que es lo mismo, la llegada de Jesús. En el juicio se pone en la balanza los actos
buenos y malos y se decide el premio o castigo el cual consiste en el cielo o
el infierno. La Biblia menciona 300
veces la palabra “muerte” y, sin embargo, todas las sectas cristianas tienen
versiones diferentes. La católica habla
de un purgatorio y un limbo, los evangélicos creen en el “rapto”, consistente
en la ascensión a los cielos sin llegar a morir nunca. Por otro lado, los
Testigos de Jehová no creen en el Infierno, ya que piensan que si no ganamos el
paraíso en el Juicio Final, nuestro castigo será la muerte, el silencio eterno.
Conclusión
Está claro que la mayoría de las religiones que subsisten hoy día piensan
que la muerte es el momento exacto en que a nuestras almas se les pasa balance
sobre sus actos y que según el resultado se gana un pasaje al cielo donde se disfrutaría
una vida eterna sin hambre, ni enfermedades, ni desgaste físico, ni deudas,
etc.; o la deportación a un infierno lleno de sufrimiento, torturas, suplicios
y demás barbaridades que se le puedan ocurrir a la mente humana. Otras son un
poco más creativas y hablan de reencarnar en animales despreciables cuando se
arrastra un karma negativo, o que se nacería de nuevo en una condición de vida
mucho mejor que la anterior si el karma era positivo.
En lo personal pienso que todas son creencias muy acomodaticias a deseos
que en esencia son terrenales. Si, es
así porque fíjense que realmente lo que se promete es tener en otra vida todo
lo que no se ha podido disfrutar en esta, si se cumple al pie de la letra lo
que el dogma religioso exige. Hacer
cosas esperando a cambio un premio creo que es algo mezquino y poco
espiritual. Ese concepto de que yo estoy
salvo y tu tendrás la perdición eterna es una idea que lo único que hace es
dividir a la humanidad y es la razón de porque ha habido tantas guerras en el
pasado y el presente, la mayoría de las cuales tienen un sustrato religioso.
Unos científicos holandeses determinaron en el 2008 que en toda su historia
(desde hace 300 mil años) han habitado a la Tierra unos 107,000 millones de
personas, publicado por la revista Quest.
Imagínense, eso serían unas 15 veces más que la población actual (7 mil
millones). Estos números descartan automáticamente
la reencarnación ya que la población crece de manera exponencial, y también pone
en entredicho seriamente las creencias de un Juicio Final porque ¿en base a qué
criterios el cristianismo podrá juzgar a los millones de personas que murieron
antes de que Jesús naciera hace 2013 años? ¿O el islamismo a los millones de
personas que han muerto antes de que Mahoma naciera hace casi 1500 años?
Más bien creo que, como todos inexorablemente vamos a morir algún día,
debemos esforzarnos por hacer el bien sin mirar a quién ni esperar recompensas,
y por dejar un legado positivo a nuestros congéneres y entorno. La peor muerte es aquella en la que después de
volverte polvo nadie te recuerde en bien, porque no hayas hecho nada positivo para recordar.