Desde los tiempos de Alexis de
Tocqueville[1], que
en la primera mitad del siglo XIX describió como nadie los resultados de la
Revolución de las Trece Colonias, nos queda bastante claro que en la sociedad
norteamericana se valora más el principio de la “libertad” por encima incluso del
principio de la “igualdad” y que celebran ante todo a quien “triunfa por su
propio esfuerzo”[2]. Desde el principio, los ciudadanos estadounidenses han abrazado sus valores fruto de una elección personal y no de la herencia
de un legado histórico, por lo que su carácter como nación, que rompió los
esquemas imperantes en la época, se debieron principalmente a su origen
multiétnico.
Alexis de Tocqueville, autor de la "Democracia en América" |
Por tanto, los Estados Unidos
durante sus más de dos siglos de existencia se han constituido en un paradigma
de sociedad que garantiza a sus ciudadanos la “libertad” de luchar por su
felicidad individual y la “igualdad” de oportunidades para todos sus
ciudadanos, sin importar sus orígenes.
Mucho de esa cultura
individualista y competitiva está arraigada por la ética protestante, traída a
América por los colonos puritanos que escapaban de los anglicanos en Inglaterra
en el siglo XVII.
Sin embargo, con el transcurrir
del tiempo esa misma sociedad ha acumulado una serie de distorsiones y deudas
sociales que han contribuido a que surjan corrientes de pensamiento que se
acercan a los extremos, en un país tradicionalmente caracterizado por tener una
visión de “centro” en ciertos conceptos, tales como “democracia”. Si te ubicabas a la izquierda de ese "centro" eras demócrata y si, por el contrario, te posicionabas a la derecha, entonces eras republicano.
Es así como hemos visto en la
última década cómo han surgido líderes populistas que alientan el pensamiento
de ultraderechas, como el actual presidente Donald Trump, y el surgimiento de “socialdemócratas”
que empiezan a ganar cada vez mayor peso político (considerados por muchos como
de “extrema izquierda” dada la peculiar idiosincrasia norteamericana), como es
el caso de Bernie Sanders.
Causas del surgimiento de las
ideas radicales
Sin dudas, los Estados Unidos han
demostrado ser un caso de éxito desde el punto de vista económico y
geopolítico. Una nación relativamente joven (poco más de 200 años de
existencia) que lidera las economías del mundo y tiene un nivel importante de
intervención en las grandes decisiones mundiales. Su PIB nominal es el más alto
del mundo (US$20,413 billones en el 2018), el mayor importador y tiene el
ejército más poderoso del mundo.
Estados Unidos es la potencia económica más grande del mundo |
Pero, a pesar de estos puntos
luminosos, hay muchos indicadores que reflejan que Estados Unidos no ha
permitido que todos sus habitantes puedan alcanzar el “sueño americano”. A
pesar de su gran desarrollo económico y de tener un Índice de Desarrollo Humano
(IDH) “muy alto”, no está siquiera entre los primeros 10 (el último IDH 2019
los coloca en la posición 15), y peor aun, el nivel de desigualdad es bastante elevado
(posición 108 a nivel mundial según la ONU).
Según se argumente las causas de
estas desigualdades sociales, se han sustentado las corrientes políticas
extremistas que han cobrado respaldo popular en los últimos años. Analizaremos
a continuación cada uno de esos puntos de vista.
Donald Trump y el populismo de
derecha
Después de realizar varios
escarceos para incursionar en la carrera presidencial en 1988, 2004 y 2012,
Donald Trump ganó sorpresivamente las primarias del Partido Republicano en
2015. Con una inédita campaña basada en culpar a los inmigrantes ilegales
mexicanos y al ascenso económico de China como los responsables de los
principales males del país. Hablaba reiteradamente de que el sistema estaba
“roto” y que no había tiempo de ser “políticamente correcto”, y que él
encarnaba el deseo del pueblo de hacer a “América grande otra vez”.
Donald Trump es el 45vo presidente de los Estados Unidos |
A su alrededor concentró el voto
de las grandes masas trabajadoras, principalmente de etnia blanca y menor nivel
de educación, a quienes convenció de que los inmigrantes latinoamericanos y el
traslado de fábricas a China estaban mermando los empleos y la competitividad
nacional.
Trump, al asumir la presidencia
en 2017, nombró a varios funcionarios clave vinculados a movimientos de extrema
derecha y a los supremacistas blancos, lo cual sumado a múltiples declaraciones que han sido interpretadas como de índole racista, han envalentonado a los movimientos xenófobos en Estados Unidos.
Sus políticas proteccionistas, la guerra comercial iniciada con China, su
insistencia con la construcción de un muro fronterizo, su lenguaje misógino y
discriminatorio contra las minorías latinas y afroamericanas, y su reticencia a combatir el cambio climático, han caracterizado su mandato. A todo ello debemos agregar que, entre sus primeras medidas estuvo la reducción de los impuestos a los ricos y el desmonte de la reforma sanitaria que había impulsado su predecesor, Barak Obama, además de que ha ejecutado una política exterior agresiva que no ha dejado de ser controversial por su atípica forma de implementarla, donde las opiniones y decisiones presidenciales son anunciadas principalmente por la plataforma Twitter.
Los grupos neonazis han tomado nuevos bríos bajo la administración Trump |
A pesar de ello, tal y como había prometido en su
campaña electoral, Trump ha logrado mejorar los indicadores macroeconómicos de
su país, incluyendo la generación de nuevos empleos y el retorno de algunas fábricas establecidas en el exterior. Y eso se está reflejando en la opinión favorable de los ciudadanos en las encuestas sobre el rumbo de la economía.
Con luces y sombras,
Trump parece tener amplias probabilidades de lograr la reelección a la que
constitucionalmente tiene derecho, catapultado principalmente por el buen desempeño económico.
Bernie Sanders y la utopía de
la socialdemocracia en Estados Unidos
En los últimos años hemos visto
como este senador del estado de Vermont ha estado ganando popularidad,
especialmente entre los votantes demócratas e independientes, a pesar de tener un discurso muy
diferente al de sus compañeros de partido (y de prácticamente de todos los
políticos del sistema).
Bernie Sanders en plena campaña electoral |
Su carrera política inició en
1981 cuando ganó la alcaldía de Burlington, la ciudad más grande de Vermont,
como candidato independiente. Con una altísima aprobación del electorado, llegó
a reelegirse varias veces hasta que logró llegar al Congreso en 1991 como
representante y desde el 2007 como senador de su estado.
Durante toda su carrera ha sido
consistente con su idea de impulsar en Estados Unidos el “socialismo
democrático”, donde su modelo a seguir es el de los países escandinavos. Su
discurso se centra en lograr una mejor distribución de la riqueza en la que,
respetando los principios del capitalismo, las familias trabajadoras mejoren
sus ingresos y tengan un nivel de vida decente. Eso le ha llevado a defender la
implementación de la asistencia universal de la salud, reducir la carga de la
deuda estudiantil, gratuidad de las universidades, eliminación del tope de
impuestos a los altos ingresos, así como el combate frontal a los efectos del
cambio climático y sus pronunciamientos en contra del intervencionismo militar
en el extranjero.
Sus posturas políticas lo
convierten en la antítesis del presidente Trump, volviéndose en el blanco
preferido de los que enarbolan el anticomunismo y el fantasma de la Guerra Fría
como estandartes de campaña, en un país que en el que un gran segmento de la población todavía es profundamente
antisocialista.
Sin embargo, hay muchos indicios
de que ese paradigma está cambiando. El primero obviamente es el hecho de que
Sanders en las primarias demócratas de 2016 alcanzó un 43% de los votos frente
a Hillary Clinton y en estos momentos está compitiendo por estrecho margen
contra Joe Biden en la versión 2020. Eso era algo impensable hace una década
atrás.
Otro es que, sorprendentemente,
cada vez son más los ciudadanos que ven con mejores ojos una alternativa
“socialista” en los Estados Unidos, como revelan las encuestas Gallup
realizadas en 2018 y 2019[3],
donde entre los más jóvenes el socialismo tiende a tener mayor aceptación, lo
cual es lógico en el entendido de que los “millennials” no llegaron a recibir
el bombardeo propagandístico anticomunista de la época de la Guerra Fría.
Entre las causas que se pueden
identificar para explicar este fenómeno se encuentra la decepción con el modelo
económico imperante que para muchos estadounidenses significó la gran crisis
económica del 2008, que mostró que no era tan infalible y que la desregulación
económica no genera siempre resultados favorables. La deuda pública del país
llegó a dispararse al 96.3% del PIB, el desempleo llegó al 8% y el crecimiento
económico se estancó en un 0%. Aunque esos números han mejorado
significativamente, la recuperación económica de Trump todavía no se ha traducido en reducir
la cantidad de personas que viven por debajo de la línea de pobreza nacional[4],
lo cual alienta la adhesión de las corrientes de pensamiento más progresistas.
Aunque esta es una historia
todavía en desarrollo, que podría tener imprevisibles variaciones en los
resultados finales, es muy probable que las avanzadas ideas de Sanders no sean
suficientes como para alzarse con la candidatura demócrata y, si lo logra, como
para ganar unas elecciones nacionales frente al actual presidente Trump. Lo que
sí es cierto es que la demografía estadounidense sigue variando aceleradamente.
De un 76% de raza blanca en el año 2000, ahora se ha reducido a un 66%, siendo
los latinos el grupo étnico minoritario que más ha aumentado su peso
poblacional. Eso necesariamente influirá con el tiempo en la forma en que los estadounidenses visualizan su futuro.
Se hace evidente que los tiempos
de posturas moderadas han pasado a la historia y poco a poco la población de
Estados Unidos está acercándose cada vez más a los extremos del arcoíris
político. Todo depende de quién entiendan que son los responsables de la
desigualdad creciente: Los ricos arisocráticos o los pobres inmigrantes.
Pronto sabremos cuál camino
tomarán.
[1]
Político e historiador francés, autor de “La Democracia en América”, primer
análisis profundo de los puntos fuertes y débiles de la democracia de los
Estados Unidos, publicado en dos tomos en 1835 y 1840 respectivamente.
[2] Marc Pachter (1995): “The
American Identity”
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