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sábado, 28 de febrero de 2015

¿Qué pasaría si…descubrimos vida inteligente en otros planetas?


Es una pregunta que ha seducido a más de uno desde hace décadas, y en particular a mí.  En un artículo anterior analizamos la posibilidad matemática de que exista vida en otros planetas.  En este imaginamos cómo nos impactaría esa primera plana de todos los periódicos del mundo. El día que descubramos y comprobemos que existe vida inteligente más allá del planeta Tierra, el impacto de la noticia sería inmenso en diversos órdenes, que marcaría un antes y un después en prácticamente todas las culturas, y no solamente en el aspecto religioso, que sería el más sacudido, por supuesto.  La mayoría de los escenarios que aquí planteamos es sobre la base de que encontremos una especie inteligente con un desarrollo inferior al alcanzado por la civilización humana, porque en el remoto caso de ser al revés, en la mayoría de los casos no podríamos llegar a dar el siguiente paso.
Caos teológico
Para las religiones, prácticamente todas, sería el equivalente a una bomba atómica que destrozaría en pedazos todas sus teorías cosmogónicas (sobre el origen del Universo) y de paso las antropogónicas (sobre el origen del hombre).  Ya pierde sentido la teoría geocéntrica de las religiones (aunque Copérnico demostró hace más de 500 años la teoría heliocéntrica a nivel astronómico, a nivel religioso la Tierra sigue siendo supuestamente el lugar escogido por Dios en el Universo para crear al hombre en el paraíso original y el terreno donde diariamente se desata la batalla entre el “bien” y el “mal”).  Y si por cuestiones del azar la nueva especie descubierta resulta ser más desarrollada e inteligente que el “homo sapiens”, todavía más en entredicho los postulados teológicos con los que las iglesias tienen adormecidas las masas desde hace miles de años.  Y si resulta que “ellos” son físicamente muy diferentes a nosotros, se derrumba también aquello de que somos creados a su “imagen y semejanza”, ya que, o una de las dos especies fue esculpida en base al modelo divino (y la otra no), o simplemente ninguna de las dos se parecen a ese Dios que nadie ha visto.  Una difícil conclusión.  Y si “ellos” tienen códigos morales totalmente divorciados de los que imperan en nuestro planeta, entonces nuestros decálogos o mandamientos dejarían de tener el carácter “universal” que tenían cuando fueron promulgados.  

En definitiva, nuestras religiones pasarían a ser simples costumbres locales y dejarían de tener carácter holístico.  Sin lugar a dudas, empezará a reinar la confusión, los teólogos tratarán de buscar explicaciones y justificaciones, inventarán nuevas interpretaciones de sus libros sagrados, pero obviamente quedarán cortos ante tan fulminante realidad.  La “verdad” tendrá un nuevo sentido, ya no estará tan claro dónde estará realmente el cielo y el infierno, todo dependerá de en cuál de los planetas se vive mejor o peor, de dónde imperará más la paz o la guerra, o donde sus habitantes vivirán con menos desigualdad.  De repente, podríamos descubrir que nosotros somos los que estamos condenados al Averno y el verdadero paraíso está en el vecindario de la galaxia de al lado; como también podría resultar que somos nosotros los civilizados y que ellos son unos salvajes que han llevado a su propio mundo a la decadencia y todavía más cerca que nosotros de la autodestrucción.


Amenaza biológica
Encontrar vida en otros planetas, aun sea solamente a nivel microorgánico, supone una gran amenaza biológica. La razón?  Sencillo, los anticuerpos y defensas de los seres pluricelulares de nuestro planeta están más o menos preparados para los ataques bacteriológicos y virológicos que ya conocemos y con los que están lidiando desde hace millones de años.  Una exposición de seres humanos a un ambiente exobiológico (vida en otros planetas), representaría una seria amenaza para el sistema inmunológico humano (y de las demás especies terrícolas), en forma de peste o pandemia.  

Por supuesto, esto se puede amortiguar con el establecimiento de colonias de investigadores (sea en los planetas descubiertos, sea en estaciones espaciales instaladas para tales fines), para que identifiquen y cataloguen todas las formas de vida microbiana que permitan desarrollar las vacunas o tratamientos adecuados para evitar pandemias antes de que empiece el intercambio a gran escala entre ambos planetas.  Por supuesto, que esto debe incluir pruebas de laboratorio a ejemplares de la nueva especie inteligente, lo cual solo sería posible si fuesen inferiores a nosotros, ya que en caso contrario, la tarea sería un tanto más cuesta arriba, ya que seguramente seríamos nosotros sus conejillos de indias.


Oportunidad de nuevas colonias humanas
Encontrar vida en otros planetas, especialmente si son formas complejas de vida, significa que habremos encontrado planetas con condiciones para albergar vida en sentido práctico. Lo cual implicaría que con poca adaptación (a los niveles de composición atmosférica, a la gravedad, a los niveles de temperatura reinantes, a las condiciones climatológicas imperantes, etc.) podríamos plantearnos la posibilidad de iniciar colonias humanas como alternativa a la superpoblación que está empezando a afectar nuestro planeta, donde los recursos naturales y la capacidad de producción de la tierra cada día está mermando y el irresponsable crecimiento poblacional parece no detenerse (la mayoría de las religiones humanas promueven la procreación no planificada porque “los hijos son un regalo de Dios” y nacen con “el pan debajo del brazo”).

Dilema ético y desafío jurídico
Imaginemos una misión espacial internacional del planeta Tierra descubriendo un nuevo planeta, lleno de vida y con una versión propia de vida inteligente, pero que todavía se encuentra en un nivel equivalente a lo que aquí denominamos “Edad de Piedra”.  Estos seres son superiores al resto de las especies biológicas encontradas, pero todavía utilizan herramientas rústicas para la caza, agricultura y las labores domésticas.

Ese encuentro entre dos mundos sería el equivalente al de los españoles y los indígenas americanos o al de los ingleses y los aborígenes australianos.  Inevitablemente, estos seres inteligentes aparentemente “inferiores” resistirán la invasión y posterior colonización de su hábitat natural, y los seres humanos no se detendrán en su afán de tomar para sí los nuevos territorios y las riquezas recién descubiertas.  Posiblemente a alguien se le ocurra que estos seres podrían ser esclavizados para realizar trabajos forzados o peligrosos, ya sea en su planeta o en la Tierra.

Necesariamente sobrevendrá el dilema ético de si “ellos” merecen o no el tratamiento de seres humanos y, por tanto, si tienen o no derechos “humanos” que deban ser respetados.  Esto traerá como resultado que toda la compleja legislación acumulada por nosotros, incluyendo el famoso “Derecho Internacional”, no tiene alcance o “jurisprudencia” a nivel extraplanetario y no sabríamos qué sería lo correcto, al menos legalmente.  Algo muy parecido ocurrió en las Indias Occidentales cuando la Corona de España reconoció que los indígenas tenían derechos, pero décadas después de haber asesinado, violado y enfermado a millones de personas “inferiores”.


Impacto cultural
Saber que existe otra especie inteligente, generará toda una nueva ola cultural, literaria, artística y social identificada con la causa de los nuevos oprimidos.  Viajar al nuevo planeta, participar en las expediciones a las colonias y hasta tener su propia “villa” en el espacio, estará reservado para una clase exclusiva a cuyo club se podrá pertenecer por la capacidad económica o intelectual que se tenga.  Muy probablemente en la propia Tierra esto genere otro tipo de desigualdad y de proscripción:  Aquellos que nunca tendrán el chance de alcanzar las estrellas.  Tendrán que conformarse con lo que los anuncios, libros, revistas, canciones, películas y medios de comunicación les dejen saber sobre lo que pasa y cómo se vive allá afuera.

¿Nos conviene encontrar vida inteligente?
Aunque aparentemente el panorama luce sombrío, el destino de los seres humanos es buscar permanentemente la verdad y sus causas.  Estamos hechos del polvo de las estrellas y nuestra naturaleza nos impulsará a volver hacia ellas.  Como el Universo nos trasciende, no importa la idea que tengamos de Dios y de cómo y cuándo nos hizo, la verdad espera ser descubierta sin importar las consecuencias.  Si hay vida allá afuera, la encontraremos o ella nos encontrará a nosotros.  Solo espero que seamos mejores como especie para saber afrontar el nuevo desafío cuando éste llegue.


www.reysonl.blogspot.com

2 comentarios:

  1. Muy interesantes tus razonamientos. No comparto algunas expresiones sarcásticas contra las religiones, aunque admito que las inconsistentes creencias de algunos religiosos justifican tu actitud. No tengo dudas de que hay vidas inteligentes en algunos lugares distantes a nosotros en el universo, de paso, la misma Biblia infiere eso.
    Lamento no haber leído este artículo recién lo publicaste, pero de todos modos, me he edificado. Aunque nuestras fuertes responsabilidades nos han distanciado, añoro que podamos sentarnos a conceptualizar y analizar con la profundidad de los conocimientos que te caracterizan, y siempre manteniendo la altura del debate, donde las ideas chocan pero las personas no.
    Mi aprecio y admiración de siempre.
    Bendiciones!!
    PD: Aunque mi agenda ahora es más compleja, me pondré al día leyendo otros artículos en tu blog que me parecen muy interesante.

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    Respuestas
    1. Gracias Gerardo por tus comentarios. Sí, añoro esos debates que ojalá pronto podamos retomar. Un gran abrazo

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