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jueves, 31 de diciembre de 2020

¿Fue el 2020 el peor año de la historia?

 


Aunque faltan aún pocos días para finalizar este año, no son pocos los que han ya considerado el 2020 como el peor de la historia de la humanidad. Por tal razón la prestigiosa revista TIME tituló su último número del año como “2020: El peor año de mi vida”. Y razones no les ha faltado a los que han pensado así. Veamos.

El año 2020 inició con los incendios forestales más severos que haya conocido Australia, los cuales no pudieron ser sofocados hasta el mes de mayo. Se calcula que más de 63,000 kilómetros cuadrados de bosque se quemaron (el territorio equivalente a Lituania o Sri Lanka) y que perdieron la vida más de 1,200 millones de animales salvajes, algunos de los cuales se encontraban en la lista de especies en vía de extinción.

El 2020 fue devastador para los bosques de Australia

No bien habíamos terminado de celebrar el Año Nuevo y el 3 de enero los Estados Unidos dirigen un atentado en territorio de Irak que le costó la vida a Qasseim Soleimani, considerado el hombre más poderoso de Irán, lo cual hizo sonar los tambores de guerra en todo el mundo. Durante los siguientes días se sucedieron ataques a bases norteamericanas en Medio Oriente con misiles iraníes y el derribo por error de un avión comercial ucraniano con 180 pasajeros que volaban por la zona.

El asesinato de Qasseim Soleimana enfrentó a Irán y Estados Unidos

A mediado de ese mismo mes, la OMS anuncia al mundo que en la ciudad china de Wuhan se detectó un brote de neumonía atípica altamente contagiosa, la cual se convirtió en poco tiempo en una pandemia que hasta el día de hoy ha infectado a más de 83 millones de personas, causando la muerte a 1.8 millones de ellas, en un escenario donde casi ningún país del mundo ha quedado exento del flagelo. Según fue expandiéndose la epidemia, la vida cotidiana de millones de personas cambió de forma drástica: toques de queda, cierre de lugares públicos, uso obligatorio de mascarillas, distanciamiento social y el permanente terror de contagiarse de una enfermedad que es especialmente letal en los adultos mayores y personas con ciertas comorbilidades como la diabetes e hipertensión.

Las ciudades del mundo quedaron desiertas por la pandemia del COVID-19

El mes de enero aún no había terminado y nuevamente el mundo se sacudía con la trágica muerte de Kobe Bryant junto a su hija. Kobe era una figura admirada y respetada del basquetbol, considerado entre los mejores de todos los tiempos.

La trágica e inesperada muerte de la leyenda Kobe Bryant enlutó al mundo

Los siniestros y tragedias continuaron, según fue avanzando el año. En California se registraron los incendios forestales más grandes de su historia, engullendo más de 13,000 kilómetros cuadrados. El océano Atlántico vivió la temporada de huracanes más activa desde que se llevan registros, con la formación de 31 ciclones tropicales y subtropicales, de los cuales 6 llegaron a tener una categoría superior a 3 y donde hubo que nombrar 9 con las letras griegas al agotarse la lista de 21 nombres prevista para el 2020. Se calculan en casi US$50 billones las pérdidas ocasionadas por estos fenómenos atmosféricos.

La hiperactividad de la Temporada Ciclónica 2020 alertó al mundo

También los terremotos estuvieron presentes durante el año 2020, especialmente los dos de Turquía (los más letales, con 6.7 y 7.0 en la escala de Richter en los meses de enero y octubre, respectivamente) y el de Oaxaca, México (con intensidad de 7.4 en el mes de junio). Dignos de mencionar también están los sismos de Puerto Rico, Irán y muy recientemente en Croacia.

Imagen del devastador terremoto de Turquía y Grecia

Igual debemos recordar que el 10 de abril de 2020 hicieron erupción casi al mismo tiempo 15 volcanes en todo el mundo, especialmente el Krakatoa de Indonesia (arrojó una columna de cenizas de 15 kilómetros de altura) y Popocatépetl en México, además de muchos otros ubicados en Rusia, Japón, Ecuador, Perú y Chile.

Impresionante erupción del volcan Krakatoa en 2020

Pero también fue el año en que Estados Unidos se convirtió en el epicentro de un movimiento social que sacudió sus cimientes y que llegó a sentirse en todo el mundo. El brutal asesinato de un afroamericano a manos de la policía de Minneapolis, después de estar esposado, desencadenó el repudio universal. La brutalidad policial contra las minorías étnicas es un problema de larga data en ese país, pero las imágenes de un George Floyd esposado, boca abajo, con un policía blanco ejerciendo presión sobre su cuello con las rodillas, fue la gota que rebosó la copa. Miles de manifestantes desafiaron a las autoridades en decenas de ciudades de todo Estados Unidos, las cuales quedaron sumidas en el caos por varias semanas bajo la consigna de “Black Lives Matter” (Las vidas de los negros importan). Dicha movilización selló para siempre las aspiraciones de un Donald Trump que pretendía reelegirse y que nunca encontró la forma de condenar de forma convincente el creciente racismo y xenofobia en su país.

Protesta del movimiento Black Live Matters

Igualmente, Estados Unidos, que alguna vez fue visto como una democracia modelo para el mundo occidental, quedó con su imagen entredicha en un proceso electoral caótico y confuso, con un Trump que desalentaba a sus seguidores a utilizar el voto por correo para protegerse así de la pandemia del COVID-19, pero que cuando vio la avalancha de votos opositores que llegaron por esa vía se dedicó (y al momento de escribir estas líneas aún lo hace) a desacreditar ese mecanismo y a acusar de fraude a los demócratas y a los consejos electorales de los distintos estados federales (aún fueran estos controlados por republicanos). El hecho es que en unos pocos días deberá suceder el cambio de mando y esta es la hora en que no sabemos que más va a intentar Trump para evitar que Joe Biden asuma la presidencia.

Aun perdiendo las elecciones en urnas y tribunales, Trump no acepta su derrota

Otro daño que hizo el 2020 fue llevarse a grandes figuras que contaban con legiones de admiradores. Grandes estrellas del arte y el deporte fallecieron y no solo por efecto directo de la pandemia. Actores de la talla de Sean Connery, Chadwick Boseman, Irrfan Khan, Brian Dennehy y Kirk Douglas; escritores como John Le Carré, Quino, Ernesto Cardenal; cantantes como Little Richard, Luis Eduardo Aute, Kenny Rogers, Armando Manzanero y Pau Donés; además de Kobe, también partieron deportistas como el inmenso Diego Armando Maradona, Paolo Rossi y el entrenador de la NBA Jerry Sloan, entre otros.

El mundo lloró a Maradona

Pero, sin dudas, el efecto más nocivo del 2020 ha sido el económico. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el mundo ha vivido la peor recesión económica desde la crisis financiera de 1929. Según ese organismo, la economía mundial se contrajo entre 3% y 4% este año, donde los países pobres se volvieron más pobres y donde los más ricos sufrieron grandes contracciones. En el caso de Latinoamérica, la recesión económica prevista es de un 8%. Un duro golpe para economías que se encontraban en plena expansión como República Dominicana y Panamá.

Desempleo y quiebra de negocios ha sido el común denominador en todos los países

¿Realmente el 2020 fue el peor año de la historia?

Pareciera que ningún otro año se pudiera comparar al 2020, pero, ¿en verdad fue el peor? Según diversos historiadores y científicos, como es el caso de Michael McCormick[1], Kyle Harper[2] y Paul Mayewski[3], lo fue el año 536 de nuestra era.  Los hallazgos encontrados en las capas glaciares sugieren que, a principios de ese año, el mundo fue cubierto por una densa niebla que sumió a Europa y Asia en la oscuridad durante más de un año.

Y hay evidencias históricas sobre el hecho. El historiador de la época Procopio de Cesarea (500-554 d.C.) llegó a escribir:

"El Sol daba su luz sin brillo, como la Luna, durante este año entero (…) Y desde el momento en que eso sucedió, los hombres no estuvieron libres ni de la guerra ni de la peste ni de ninguna cosa que no llevara a la muerte"[4]

La temperatura mundial se redujo 2 grados Celsius y se inició en ese año la década más fría de los últimos 2300 años. Incluso en China llegó a nevar en verano y las cosechas se perdieron en todas las regiones del planeta, produciendo una gran hambruna.

Una masiva erupción volcánica en Islandia oscureció el planeta en 536 d.C.

Según la evidencia científica, el impacto en el clima ocurrido en el año 536 fue ocasionado por una gran erupción volcánica surgida en Islandia que sumió al planeta en la oscuridad, situación que se extendió por varios años más por las siguientes erupciones masivas de los años 540 y 547. Este período también coincidió con la primera aparición de la Peste Negra, llamada entonces la Plaga de Justiniano, el emperador romano de entonces.

Ese fatídico año el día se convirtió en noche durante 18 largos meses que desencadenaron frío extremo, hambre, pestes y guerras como la humanidad no había conocido, ni vuelto a conocer, desde entonces.

Algunas cosas buenas del año 2020

Pero no todo fue terrible. Este inusual año nos enseñó muchas cosas que marcarán a las generaciones presentes y futuras:

  • Adquirimos una mayor consciencia sobre el Cambio Climático y los efectos nocivos de la actividad humana sobre la naturaleza. Los meses de confinamiento en las grandes ciudades han contribuido a reducir la contaminación atmosférica y hemos presenciado como los ríos y mares se limpiaron durante el encierro que vivimos en la primera ola de la pandemia.
  • La sensibilidad social ha aumentado en todas las latitudes. Las personas hemos aprendido este año a tolerar menos la desigualdad y la injusticia.
  • Aprendimos cuán frágil puede ser nuestra salud y bienestar, aún vivamos en las naciones más desarrolladas. Todas las naciones ahora planificarán su desarrollo de una forma más resiliente y sostenible.
  • Descubrimos quiénes son los verdaderos héroes en tiempos tan difíciles. Médicos y enfermeras se convirtieron en la trinchera que defendió nuestras vidas contra una de las amenazas más brutales que recuerden las presentes generaciones.
  • Este año la transformación digital y la innovación se aceleraron al equivalente de una década. Individuos y organizaciones buscaron en la tecnología un aliado para mantenerse activos y productivos.
  • La exploración espacial avanzó enormemente. En total se lanzaron 114 misiones, entre las cuales podemos resaltar un orbitador solar, tres enviadas a Marte y la misión Chang´e 5 de China retornando muestras de la Luna. La agencia más activa fue SpaceX, que logró 25 misiones orbitales y las primeras misiones comerciales tripuladas de la historia. Los éxitos del 2020 auguran que cada vez están más cerca las misiones tripuladas a la Luna y Marte.
  • Nunca habíamos presenciado un nivel de colaboración científica internacional tan intenso como el de este año para encontrar una vacuna contra el COVID-19 en tiempo record. La liberación del genoma del virus por los científicos chinos a principio de enero 2020 contribuyó enormemente a acortar ese camino.
  • La sociedad contemporánea, caracterizada por el consumismo, frivolidad, conectividad y ubicuidad de sus ciudadanos, aprendió a valorar las cosas más importantes. Sobrevivir junto a nuestros seres queridos se convirtió en nuestra principal meta.

Dice el dicho que “no hay mal que por bien no venga” y el 2020, a pesar de todo, nos sirvió para repensarnos y ser mejores como individuos y sociedad.

El año 536 pudo haber sido el peor año de todos los tiempos y el 2020 el peor para los que nos ha tocado vivir en esta época, pero, si aprendemos las lecciones que nos han dejado sus aciagas circunstancias, podremos convertirlas en una oportunidad para construir un futuro más próspero y sostenible.

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[1] Universidad de Harvard

[2] Universidad de Oklahoma

[3] Universidad de Maine

[4] Pasaje de su obra “Historia de las Guerras”

domingo, 29 de noviembre de 2020

Corrupción en América Latina: El gran lastre de la región más desigual del mundo

 


Desde hace años, organismos internacionales como PNUD[1], CEPAL[2], Banco Mundial[3], entre otros, han advertido que Latinoamérica es la región más desigual del mundo, incluso superando a aquellas donde se encuentran los países más pobres, como es el caso de África.

Estos informes revelan la enorme brecha social existente, donde en muchos de los países latinoamericanos la esperanza de vida entre un ciudadano nacido en un sector de clase alta y el de un barrio marginado o área rural, puede llegar a ser hasta de 16 años de diferencia. Sencillamente dramático y, al mismo tiempo, inaceptable.

Llama la atención que, siendo una región privilegiada con inmensas reservas de recursos naturales y exhibiendo importantes tasas de crecimiento económico en las últimas décadas, no ha podido avanzar significativamente en su desarrollo económico y social.

En este artículo trataremos de analizar una de las principales causales de esta desigualdad: la corrupción.

Desigualdad latinoamericana

Según reporta el Índice de Desarrollo Humano (IDH) 2019, publicado por el PNUD, presentamos a continuación la esperanza de vida al nacer en los países latinoamericanos y el porcentaje de desigualdad existente en ese indicador entre el quintil más pobre con relación al quintil más rico de la población:

País

Esperanza de vida (años)

Desigualdad en la esperanza de vida (%)

Chile

80.0

6.3

Argentina

76.5

8.6

Uruguay

77.8

7.9

Panamá

78.3

12.0

Costa Rica

80.1

7.1

Cuba

78.7

5.1

México

75.0

10.5

Brasil

75.7

10.9

Colombia

77.1

10.7

Perú

76.5

10.8

Ecuador

76.8

11.5

República Dominicana

73.9

17.0

Venezuela

72.1

17.1

Paraguay

74.1

13.8

Bolivia

71.2

22.5

El Salvador

73.1

12.5

Guatemala

74.1

14.6

Nicaragua

74.3

13.1

Honduras

75.1

13.3

Países de mayor desarrollo humano

Noruega

82.3

3.0

Suiza

83.6

3.5

Irlanda

82.1

3.4

Fuente: PNUD

En la tabla anterior se puede apreciar que la desigualdad en la esperanza al nacer supera los dos dígitos en la mayoría de los países latinoamericanos, donde solamente Cuba, Chile, Costa Rica, Uruguay y Argentina presentan menos de 10 puntos porcentuales de desigualdad. Eso significa que esos países muestran una diferencia entre 4 y 6.5 años en la esperanza de vida promedio entre los más pobres y los más ricos.

Por otro lado, los países de la región con mayores niveles de desigualdad en este aspecto, Bolivia, Venezuela y República Dominicana, presentan diferencias que superan el 17% (Bolivia con un 22.5%), lo que significa que en Bolivia los más pobres viven 16 años menos que los más ricos, mientras que en Venezuela y República Dominicana viven 12 años menos. Por tanto, cualquier estrategia de desarrollo que no corrija esa distorsión distará mucho de ser justa y sostenible.

Si comparamos los países de América Latina con aquellos que lideran el IDH a nivel mundial (Noruega, Suiza e Irlanda), vemos que, a pesar de no estar tan lejos en cuanto a la esperanza de vida promedio (solo 4 años de diferencia promedio), sin embargo, la desigualdad que tienen esos países europeos en este indicador ronda solo el 3% (mientras que en Latinoamérica esa disparidad es de 2 a 7 veces mayor).

Cuando analizamos la dimensión económica, utilizando los datos publicados por la misma fuente, encontramos esta distribución del ingreso comparando el grupo más pobre con el más rico:

País

Proporción del ingreso total (%)

% Diferencia

40% más pobre

10% más rico

Chile

14.4

37.9

-23.5

Argentina

15.3

29.4

-14.1

Uruguay

16.5

29.7

-13.2

Panamá

11.5

37.7

-26.2

Costa Rica

12.8

37.0

-24.2

Cuba

-

-

-

México

15.5

34.8

-19.3

Brasil

10.6

41.9

-31.9

Colombia

12.4

39.0

-26.6

Perú

14.4

32.3

-17.9

Ecuador

14.1

33.8

-19.7

República Dominicana

13.9

35.4

-21.5

Venezuela

-

-

-

Paraguay

13.2

39.2

-26.0

Bolivia

13.6

31.7

-18.1

El Salvador

17.4

29.1

-11.7

Guatemala

13.1

38.0

-24.9

Nicaragua

14.3

37.2

-22.9

Honduras

11.0

37.7

-26.7

Países de mayor desarrollo humano

Noruega

23.1

22.3

0.8

Suiza

20.3

25.2

-4.9

Irlanda

20.9

25.4

-4.5

Fuente: PNUD

Si vemos la distribución del ingreso, la situación no es menos alarmante en América Latina. Sacando a Cuba y Venezuela, por carecerse de información sobre ellos, en todos los países de la región el 10% más rico recibe dos, tres y hasta cuatro veces más ingresos que el 40% más pobre, donde Brasil, Honduras y Colombia (31.9%, 26.7% y 26.6% respectivamente) presentan las mayores brechas. El Salvador es el país que presenta menor diferencia económica entre ricos y pobres, ya que solamente es de 11.7% la diferencia porcentual, seguido por Uruguay con el 13.2%.

Como referencia, al analizar el desempeño de los líderes mundiales en el IDH, todos de Europa, vemos que en Noruega incluso el 40% más pobre recibe un 0.8% más de ingreso que el 10% más rico, mientras que en Suiza e Irlanda la diferencia es de apenas un 4.9% y 4.5% a favor de la población de clase alta. Un severo contraste entre ambas realidades.

Principal sospechosa de la desigualdad en la región: la corrupción

Si bien es cierto que la pobreza y desigualdad son multidimensionales, y, por tanto, causadas por múltiples factores, la corrupción generalizada luce ser la principal razón para justificar el drama latinoamericano: mucha riqueza conviviendo con mucha pobreza.

Según el Barómetro Global de Corrupción para Latinoamérica y Caribe 2019[4], publicado por Transparencia Internacional, se determinaron los siguientes hallazgos en la región:

  • El 53% de los ciudadanos piensan que la corrupción aumentó en el último año
  • El 57% de los ciudadanos piensa que su gobierno no está haciendo lo suficiente para combatir la corrupción
  • Más de la mitad de los consultados piensan que la mayoría de los políticos electos en su país son corruptos
  • 1 de cada 5 ciudadanos que utilizaron servicios públicos, incluyendo salud y educación, tuvieron que sobornar a un empleado público
  • 1 de cada 5 ciudadanos han experimentado, o conocen a alguien que experimentó, extorsión sexual al acceder a un servicio público
  • 1 de cada 4 ciudadanos recibió o le ofrecieron sobornos en los últimos 5 años a cambio de su voto
  • 77% de los ciudadanos están convencidos de que la gente común con su actitud puede hacer la diferencia en el combate a la corrupción

Según el referido estudio, entre los países donde sus ciudadanos percibieron que la corrupción estaba en aumento en los últimos 12 meses, resaltaron Venezuela, República Dominicana y Perú, con un 87%, 66% y 65% respectivamente. Los que tuvieron una menor percepción en ese sentido fueron México, El Salvador y Guatemala, con 44%, 45% y 46% respectivamente.


Fuente: Transparencia Internacional

En otro orden, según el Índice de Percepción de Corrupción (IPC) 2019[5], también publicado por Transparencia Internacional, a nivel mundial la creciente percepción de que los gobiernos están haciendo poco por frenar la corrupción, ha desatado protestas ciudadanas donde millones de personas han expresado su frustración en las calles del Norte de África, Europa del Este, Oriente Medio y Asia Central. En ese fenómeno, América Latina también ha jugado un papel estelar.

Por ejemplo, el escándalo de corrupción vinculado a los confesados sobornos que pagó el gigante brasileño de la construcción, Odebrecht, en poco más de tres años se expandió a 10 países de la región poniendo en evidencia mecanismos ilegales de financiación de partidos políticos, provocando el enjuiciamiento de figuras políticas y funcionarios públicos, y deteriorando de paso aún más la precaria confianza que los ciudadanos latinoamericanos tenían en sus instituciones políticas.

¿Cuál fue el desempeño de los países latinoamericanos en el último IPC? Veamos:

País

Índice de Percepción de Corrupción (IPC) 2019

Puntuación

Ranking

Uruguay

71

21

Chile

68

25

Costa Rica

56

44

Cuba

48

60

Argentina

45

66

Ecuador

38

93

Colombia

37

96

Panamá

36

101

Perú

36

101

Brasil

35

106

El Salvador

34

113

Bolivia

31

123

México

29

130

República Dominicana

28

137

Paraguay

28

137

Guatemala

26

146

Honduras

26

146

Nicaragua

22

161

Venezuela

16

173

Países con menor percepción de corrupción

Dinamarca

87

1

Nueva Zelanda

87

1

Finlandia

86

3

Fuente: Transparencia Internacional

En América Latina, Uruguay es la nación con menor percepción de corrupción (con 71 puntos de 100), ocupando la privilegiada posición 21 a nivel global. Le siguen Chile (67 puntos en el lugar 25) y Costa Rica (56 puntos en el lugar 44), pero esos tres países son la excepción. En la región, 14 de 19 países no llegan a 40 puntos, reflejando un bajísimo desempeño en el combate de la corrupción. En el último lugar está Venezuela, con 16 puntos y el lugar 173 en todo el mundo.

Si vemos los resultados arrojados por los países con menor percepción de corrupción en el IPC, encontramos a Dinamarca y Nueva Zelanda con 87 puntos en primer lugar ambas, seguidas por Finlandia con 86 puntos.

El IPC 2019 concluye con 7 recomendaciones, las cuales acogemos para su aplicación en la región latinoamericana, ya que las mismas se ajustan a la realidad de nuestros países:

·       Gestionar los conflictos de interés para reducir los riesgos de influencia indebida

·       Controlar la financiación política para evitar el flujo indiscriminado de recursos provenientes de corporaciones interesadas en influir en la política

·       Fortalecer la integridad electoral para garantizar plenamente unas elecciones libres y justas

·       Regular las actividades de lobby promoviendo un acceso transparente y amplio a los procesos de tomas de decisiones

·       Acabar con el trato preferencial en la prestación de servicios públicos y distribución de los recursos del Estado

·       Empoderar a la ciudadanía, promoviendo la participación activa de la sociedad y protegiendo a quienes dan seguimiento y denuncian a la corrupción

·       Reforzar los sistemas de control, promoviendo los contrapesos y separación de poderes del Estado

Definitivamente así, y solo así, podremos aspirar a que en nuestra región haya más salud, más educación y más democracia.

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