A través del tiempo, hemos sido
testigos de cómo el machismo secular en la mayoría de las culturas
predominantes ha empujado a valientes mujeres a tener que disfrazarse de
hombres para poder ejercer un oficio, practicar un deporte o simplemente
realizar su sueño, solo porque las normas sociales imperantes lo prohíben a las
féminas.
Aunque la mayoría de los ejemplos
que relataremos en este artículo podrían pasar como curiosidades anecdóticas,
la realidad es que reflejan cuánto han tenido que sufrir las mujeres desde el
origen de los tiempos para conquistar derechos y el respeto de sus congéneres
masculinos.
Ahora les comparto los casos más
conocidos en la historia universal de mujeres que se han tenido que disfrazar
de hombres.
Escultura de la reina-faraón Hatshepsut |
Hatshepsut, la reina-faraón
Corría el siglo XV a.C. en
Egipto, cuando ascendió al poder como regente la esposa del faraón Tutmosis II,
que acababa de fallecer de forma repentina. Como el heredero al trono era muy
joven aún (Tutmosis III, hijo de otra mujer), Hatshepsut decidió coronarse como
faraón (título reservado para hombres) y representarse en todos los murales y
papiros como hombre, como una forma de ganarse el respeto, aunque siempre
dejaba clara su condición de mujer en las inscripciones.
Pintura de Santa Marina de Bitinia |
Marina de Bitinia, el monje Marino
En el siglo IV d.C. nace en
Bitinia (actual Turquía) una niña llamada Marina. Al quedar huérfana, su padre
decide ingresar al Monasterio de Qannoubine vistiendo a Marina de varón, llamándole
Marino. Durante muchos años, Marino mantuvo oculta su identidad haciendo su
vida monástica de forma regular. Sin embargo, en una ocasión fue enviada a un
pueblo a realizar una labor comunitaria donde tuvo que pasar la noche en una
posada donde la hija del posadero se enamoró de ella, pensando que era hombre,
y al ser rechazada por Marino, decidió meses después en venganza culparlo de su
embarazo. Ante la acusación, el abad del monasterio la expulsó, quedándose
Marino viviendo a las puertas del monasterio, haciendo penitencia y viviendo de
las sobras que le llevaban sus compañeros monjes. Nacida la criatura, se la
enviaron para que se hiciera responsable de su cuidado, lo cual aceptó sin
decir una palabra. A su muerte, los monjes al prepararlo para el entierro fue
que se dieron cuenta de su verdadera identidad, descubriendo también que aceptó
la culpa de un pecado que no cometió ya que era imposible que embarazara a otra
mujer. Posteriormente fue canonizada.
Grabado de Hannah Snell |
Hannah Snell, la mujer soldado
Desde niña atraída por la cultura
militar, al ser abandonada a los 24 años por su marido y fallecer su bebé, en
1747 se enroló en los Marines Reales, vestida con la ropa de su cuñado bajo el
nombre de James Gray. Participó en varias incursiones, siendo herida múltiples
veces sin que nadie se percatara de su verdadero sexo. Lo hizo público en 1750
cuando solicitó formalmente su pensión, la cual le fue concedida.
Dr. James Barry (izq) y Margaret Ann Bulkley (der) |
Margaret Ann Bulkley, el Dr. James Barry
En la Inglaterra de principios
del siglo XIX era imposible que una mujer accediera a estudios universitarios y
Margaret anhelaba practicar la medicina. Es así que en 1809 entra a la
Universidad de Edimburgo bajo el nombre falso de James Barry. Se gradúa y logra
ejercer una dilatada carrera médica principalmente en las colonias británicas
y, aunque muchas personas llegaron a tener sospechas, no es hasta su muerte en
1865 que el personal de la funeraria al preparar su cadáver se da cuenta de que
era una mujer.
Amantine Aurore Lucile Dupin (izq) y George Sand (der) |
Amantine Aurore Lucile Dupin, mejor conocida como George Sand
La baronesa de Dudevant llegó a
ser una de las escritoras más populares de Francia en el siglo XIX. A partir de
1829 decidió vestir como hombre para poder acceder a lugares donde las mujeres
no eran permitidas y adoptó el seudónimo masculino George Sand. Su comportamiento
rebelde le ganó tanto simpatías como repudios en la sociedad francesa. Llegó a
codearse con grandes lumbreras de su época, como Victor Hugo, Franz Liszt,
Eugene Delacroix, Honoré de Balzac, Gustave Flaubert, Julio Verne y Frederic Chopin, llegando a sostener con este último una relación. Fue autora de obras tales como
La Petite Fadette y Un Invierno en
Mallorca.
Keith y Malinda Blalock |
Malinda Blalock, a la Guerra Civil junto a su marido
Cuando estalló la Guerra de
Secesión, el esposo de Malinda, Keith Blalock se alistó para pelear. En
secreto, ella se disfrazó de hombre y bajo el seudónimo de Samuel Blalock, y se
unió a la guerra para luchar lo más cerca posible de su marido. Tuvo un buen
desempeño en el campo de batalla y no fue hasta que llegó a ser herida en el
hombro que su médico se percató de que era una mujer. La pareja sobrevivió y se
retiraron a vivir como granjeros.
Dorothy Lawrence (izq) y soldado Denis Smith (der) |
Dorothy Lawrence, la única mujer soldado británica en la Primera Guerra Mundial
Ella fue una periodista inglesa
que intentó por todos los medios ser corresponsal de guerra en la Primera
Guerra Mundial. Fue rechazada por ser mujer y es así que se le ocurre
disfrazarse de hombre y alistarse como Denis Smith. Asignada para excavar
túneles en la línea del frente en Somme, gracias a algunos amigos pudo mantener
su identidad oculta y evitar dormir en las mismas barracas del resto de los
soldados. Logró engañar a todos durante unos 10 días, tiempo durante el cual su
salud se deterioró notablemente, por lo que decidió presentarse ante las
autoridades y entregarse. En 1919 intentó publicar sus memorias, sin mucho
éxito. Desde 1925 pasó de un sanatorio a otro, debido a los problemas mentales que
presentaba, hasta su muerte en 1968.
El jazzista Billy Tipton |
Billy Tipton, el exitoso jazzista que en realidad se llamaba Dorothy
Dorothy Lucille Tipton nació en
Oklahoma en 1914. Su sueño siempre fue tocar jazz, pero en esa época a las
mujeres no se les permitía. Es así que decide atarse el pecho, peinarse y
vestir masculinamente, para abrirse mundo. Y tuvo éxito. Tocó con grandes
músicos y llegó a tener su propia banda, con la que grabó varios álbumes. Se
las ingenió para tener varias parejas, casarse y adoptar tres hijos, sin que
nadie se enterara de quién era realmente. Alegaba que utilizaba vendajes por un
accidente que tuvo en su juventud y que tenía mutilados sus genitales, por lo
que logró evadir la intimidad con sus parejas femeninas. Solo cuando le
sobrevino la muerte en 1989 fue que los paramédicos que le atendieron
descubrieron la verdad.
La madre del judo femenino, Rena Kanokogi |
Rena Kanokogi, la madre del judo femenino
Nacida en 1935, Rena siempre fue
amante de los deportes de combate. Cuando ingresó al mundo del judo, intentó varias
veces inscribirse en competencias a las que no le permitieron participar por
ser mujer. Hasta que en 1959 logró acceder a una organizada por YMCA en Nueva
York haciéndose pasar por hombre. La medalla que ganó le fue retirada cuando se
supo su verdadera identidad. En 1962 se mudó a Japón donde continuó su carrera
como yudoca.
Secuencia del intento de sacar a Kathrine Switzer del maratón de Boston en 1967 |
Kathrine Switzer, la primera maratonista de Boston
El Maratón de Boston es uno de
los más prestigiosos del mundo y todavía en 1967 solo permitía a los hombres
inscribirse. Es así que ese año Kathrine burla el protocolo y lo hace con el
nombre de KV Switzer y le asignan el dorsal #261. Cuando en el transcurso de la
carrera uno de los comisarios se da cuenta de que era una mujer, salió detrás
de ella para detenerla lo cual no pudo hacer porque otros corredores, al
percatarse de la situación, la escoltaron hasta la meta. Siguió compitiendo y
en 1974 ganó el maratón de Nueva York y en 1975 llegó segunda en el de Boston.
Estos relatos solo sirven para
demostrar que las mujeres tienen siglos enfrentando estereotipos fijados por el
supuesto “sexo fuerte” que, lamentablemente, somos testigos de cómo se pretende
aún hoy mantenerlas subyugadas, especialmente en latitudes donde todavía la
barbarie reina. Y, que conste, que en las regiones donde supuestamente somos un
poco “más civilizados”, aún quedan muchas brechas por cerrar.
Estas heroínas, demostrándonos
con su ejemplo que realmente no existen diferencias, ojalá nos recuerden
siempre la importancia de la igualdad entre los géneros y que nunca más tenga
una mujer que ocultar su verdadera identidad para alcanzar sus sueños.
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