Coloquialmente decimos que tal o cual personaje es el “poder detrás del
trono” cuando el mismo es quien toma las decisiones y no quien detenta oficialmente
el poder o la conducción del gobierno. Puede no tener funciones
formales pero ejerce una influencia tal sobre el jerarca que lo
maneja a su merced y casi siempre buscando su propio beneficio, ya sea este
económico o político.
En la Historia tenemos muchísimos ejemplos de este fenómeno, que existe
desde el origen de las civilizaciones y que la era contemporánea no está
exenta. Estos personajes que operan tras bambalinas normalmente surgen aprovechando
que tienen una relación cercana con quien detenta el poder (sea esta amistosa,
familiar o sentimental) y éste es débil de carácter y/o incapaz de tomar
decisiones por sí mismo, o símplemente por conveniencia política.
En nuestro artículo nos concentraremos principalmente en aquellos que,
dotados de una notable inteligencia y capacidad de maniobra, influencian de tal
forma sobre los jefes de estado que éstos terminan siendo simples títeres y
sirviendo a los intereses de su “asesor” o “consejero”. Nos referimos a lo que en Francia se acuñó
con el término “Eminencia Gris”.
El origen del concepto Eminencia Gris
El término se utiliza para describir a un consejero de soberanos o
gobernantes que opera secretamente o no oficialmente, y fue por primera vez
utilizado para referirse a Francois Leclerc, mejor conocido como Padre José,
quien era el monje capuchino consejero del Cardenal Richelieu, el poderoso primer
ministro que dirigió los destinos de Francia desde 1624 hasta 1642. Como al primer ministro le llamaban comúnmente
“Su eminencia roja”, por el color del ropaje de los cardenales, al fraile le
llamaban sarcásticamente “eminencia gris”, por el color de sus hábitos y su
gran influencia en las decisiones de gobierno.
El Padre José fue responsable de crear una amplia red de informantes al
servicio del Cardenal Richelieu, conformada exclusivamente por monjes
capuchinos. Su estrecha relación con el
primer ministro quedo evidenciada cuando al morir en 1638, Richelieu escribió «pierdo mi consuelo y mi único alivio, mi confidente y mi
apoyo».
Casos más conocidos de la Historia
El famoso humanista e intelectual florentino Nicolás Maquiavelo, autor de
El Príncipe, fue también una eminencia gris.
Durante el establecimiento de la República de Florencia, desde 1494
hasta 1512, fue el personaje político más influyente, ocupando diversas
posiciones, incluyendo la de canciller.
Durante ese período como funcionario público, no aceptaba la paga que
ameritaban las altas posiciones que ocupaba, por no considerarlo correcto.
Pero el caso más famoso de eminencia gris es el de Charles Maurice de
Talleyrand, ya que se hizo indispensable en seis gobiernos de Francia diferentes,
convirtiéndose en un verdadero camaleón, ya que ejerció notable influencia en
el reinado de Luis XVI, en la Revolución Francesa que lo derrocó y decapitó, en
el Directorio, en el Reinado de Napoleón Bonaparte, en la primera Restauración
Monárquica y en la Monarquía de Julio. Prevaleció durante más de 40 años en la
política francesa, y hoy en día es sinónimo su nombre de malicia, astucia y
poderío tras bambalinas.
Otro francés, Joseph Fouché, fue una personalidad poderosa e influyente
durante la tormentosa época que le tocó vivir. Ejerció su poder durante la
Revolución Francesa y el imperio napoleónico. Se le considera fundador del
espionaje moderno y se destacaba porque prefería manejar los hilos del poder
desde las sombras a ostentar el título de gobernante. Contribuyó al derrocamiento de Maximiliano
Robespierre, desarticuló la “Conspiración de los Iguales”, participó en el
golpe de estado contra el Directorio para llevar a Napoleón Bonaparte al poder
y no vaciló a la caída de éste para negociar con Luis XVIII la devolución de su trono a cambio de su
nombramiento como ministro.
Pero las eminencias grises existían
mucho antes del siglo XVII. En la
antigua Roma era común que los emperadores y reyes tuviesen consejeros que
llegaron a tener notable influencia. El
caso más famoso es el de Séneca, el célebre filósofo, quien sirvió como
consejero imperial de los emperadores Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. Cuando se dio el complot palaciego que
terminó con la vida de la madre del emperador Nerón, Agripina, Séneca fue
expulsado de la corte y decidió suicidarse para evitar la desconsideración
pública.
Durante la Alemania nazi, Martin Bormann fue un militar que ostentó varios
cargos, pero el que más influencia ejercía era el de secretario personal de
Adolf Hitler, y a quien el fuhrer consideraba su “hombre de confianza”. Bormann medró todo el tiempo para lograr que
Hitler le retirara la confianza a muchas personalidades de su entorno y en un
momento determinado era quien decidía quién podía reunirse o no con el líder
alemán. A Bormann se le acusa de que, con sus maquinaciones, aisló de tal forma
a Hitler que lo desconectó de la realidad política de su entorno hasta su
inevitable caída en agosto de 1945.
Martin Bormann y Adolph Hitler |
El caso latinoamericano más notable es el de Vladimiro Montesinos en
Perú. Bajo los gobiernos de Alberto
Fujimori desde 1990 hasta el año 2000 (que muchos consideraron como una
dictadura), Montesinos fue el jefe del Servicio de Información Nacional (SIN) y
asesor presidencial que ejerció como el verdadero poder detrás del trono
durante esa década. Actualmente guarda
prisión por varias acusaciones, entre ellas genocidio y terrorismo de Estado,
además de enriquecimiento ilícito.
Mujeres que ejercieron el poder detrás del trono
No siempre el poder estuvo en manos de aliados o consejeros políticos que por su
inteligencia y habilidades estratégicas se convirtieron en indispensables para
los gobernantes. Abundan los casos de
mujeres que, con iguales atributos, aprovecharon la relación sentimental que
sostenían con el monarca para ejercer su autoridad.
Imagen de Justiniano junto a Teodora |
Está el caso de Teodora, quien era la amante del emperador bizantino Justiniano y que por ser meretriz y actriz circense no pudo casarse con él en un primer momento, hasta que logró que se aprobara una ley que así lo permitiera en el año 525 DC. A partir de ahí, ya como emperatriz, Teodora pasó a la historia como la impulsora de las primeras leyes feministas que se conocen, incluyendo una que permitía el aborto. Su valentía y sangre fría se constituyeron en un apoyo indispensable para el titubeante Justiniano, y se dice que las batallas difíciles las dirigía ella junto al general Belisario.
Encontramos otra Teodora en la Historia, que esta vez junto a su hija Marozia, controlaron durante principios del siglo X el papado, período conocido como el Reinado de las Prostitutas o Pornocracia. Ellas dos fueron responsables de la designación de, al menos, 12 papas de la Iglesia Católica: Desde Sergio III en el año 904 (amante tanto de Teodora como de Marozia) hasta Juan XII en el año 955 (nieto de Marozia), éste último mejor conocido como el “Papa Fornicario”. Es fácil imaginar la razón de este apodo.
Por supuesto que no todos los casos de mujeres detrás del trono tienen una connotación inmoral, de hecho es todo lo contrario. Por ejemplo, mas recientemente, en el siglo pasado en Argentina, tenemos a Eva Perón, esposa de Juan Domingo
Perón, quien fue presidente durante el período 1946-1952, y quien como primera
dama fue extremadamente popular especialmente entre la clase humilde. Dirigió la
política social del gobierno y fue una intensa activista por los derechos de la
mujer. En vida fue declarada Jefa Espiritual de la Nación y murió a los 33 años
por un cáncer fulminante en momentos en que su estrella política era
ascendente y grandes segmentos de la población demandaban que fuera proclamada candidata vicepresidencial en la campaña para la reelección de su marido.
Conocer la Historia es un pasatiempo fascinante, no solamente porque nos
cultiva el intelecto y el acervo cultural sino porque es la forma ideal de saber cómo llegamos aquí
y así tener una idea de hacia dónde podríamos llegar. Quien no conoce la historia, está condenado a
repetirla (frase atribuida por algunos a Napoleón y a George Santayana por
otros); por tanto, siempre nos vendrá bien sumergirnos en sus laberintos y
dejarnos deslumbrar por acontecimientos, algunos muy conocidos, otros no tanto,
que nos han colocado en el punto exacto donde nos encontramos.
Seguir avanzando o volver atrás depende de nosotros, hoy.