Con frecuencia escuchamos el término
“populista” para referirse de forma peyorativa sobre un régimen o líder específico.
De hecho, abundan los ejemplos por doquier.
Sin embargo, ¿qué significa populismo?
El populismo es un
estilo o tendencia política, que puede estar en cualquier parte del espectro
izquierda-derecha, que se caracteriza por contar con un fuerte liderazgo
carismático y que centra sus propuestas en la simplificación dicotómica de los
problemas (separando los “buenos” de los “malos”), donde los argumentos son más
emocionales que racionales.
De por sí el
concepto “populismo” es complejo y hasta controversial. Porque podemos
encontrar regímenes de izquierda con un fuerte corte “populista” y gobiernos de
extrema derecha que también encajan dentro de ese enfoque.
Es por eso que
muchos autores vinculan al populismo con el concepto “demagogia”, que no es más
que la estrategia de conseguir o mantener el poder político apelando a
prejuicios, emociones, miedos y esperanzas de la gente para ganar apoyo
popular. De hecho, ya en la Grecia clásica, Aristóteles definía a los demagogos
como “aduladores del pueblo”[1]
que orientaban su acción política mediante el halago a éstos y énfasis en sus
sentimientos.
Como vemos, el
populismo y la demagogia son fenómenos muy similares y para nada recientes.
Orígenes del
populismo
En la antigua
Grecia se destacaron los primeros políticos populistas y demagogos, tal y como
refirieron en sus obras Aristóteles, Aristófanes, Tucídides y muchos otros
autores. Tal fue el caso de Alcibíades, Cleón y Clodio, quienes en épocas
diferentes se destacaron como populistas que en cierta forma contribuyeron al
ocaso de sus respectivas eras, como refieren algunos autores[2].
Pero es en Julio
César que encontramos el clímax del populismo en la Antigüedad. En la época en
que se destacó como político en Roma, ya existía una facción populista
denominada factio popularium que se
oponía a la aristocracia tradicional conservadora (llamada los optimates) y alentaban iniciativas
populares relacionadas con una mejor distribución de la tierra, reducción de
deudas a los pobres y más democracia para los de abajo. Inició una guerra civil
que terminó en victoria para él, llegando a declararse “dictador vitalicio”.
El asesinato de Julio César en Roma |
En ese momento,
Roma arrastraba una gran deuda social, en la que los aristócratas acumulaban
excesiva riqueza, mientras que el pueblo sufría de toda clase de penurias. Es
así que surgen los líderes que abogaban por los derechos de la plebe, surgiendo
una nueva clase política que promovía reformas para repartir latifundios en
manos de los patricios, distribuir granos a los más pobres y conceder la
ciudadanía romana a diversas comunidades aliadas. Aunque con conquistas
resaltables, el corto período populista de Julio César terminó abruptamente con
su asesinato. Nuevamente la guerra civil sacudió a la sociedad romana,
terminando de colapsar a la República, la cual terminó convirtiéndose en un
Imperio a manos de César Augusto.
Tuvieron que
pasar muchos siglos más para que volvieran a surgir los ideales “populistas”. Es
así que nos trasladamos a Estados Unidos, donde en 1828 llega al poder el
General Andrew Jackson, quien durante su campaña y toda su carrera militar no
escondía su odio hacia los nativos americanos. De hecho, supeditaba la cura de
todos los males de ese país a que los indios fueran desplazados forzosamente y
hasta exterminados si era necesario, lo cual era un enfoque compartido por el
populacho, ya que, una vez despojados de sus legítimos dueños, esos eran
terrenos que podían entonces ser distribuidos a la “gente” para su cultivo y
ganadería.
Recepción popular de Andrew Jackson en la Casa Blanca |
Efectivamente, Jackson
solo hizo llegar a la silla presidencial y empezaron los desalojos y masacres
de indígenas más cruentos que recuerde la historia estadounidense. Como populista
paradigmático, siempre será recordado por las recepciones que hacía en la Casa
Blanca abiertas a todo público, donde las masas pudieron entrar y destrozar la
decoración al encontrarse sin control. Eso le ganó el mote del “Rey Chusma”.
Años más tarde
el populismo resurgió en ese país con la fundación del Partido del Pueblo en
1892, llegando a tener representación legislativa y hasta un candidato
vicepresidencial que resultó perdedor en las elecciones de 1896 en alianza con
el Partido Demócrata. Ese partido desapareció en 1908.
Pero fue en
Rusia donde el populismo cobró mayor fuerza, y hasta una filosofía
estructurada, a mediados del siglo XIX, cuando surge un movimiento
político-cultural llamado “narodismo”, fundado por Aleksandr Herzen, que al
principio tenía como misión difundir entre las masas populares las obras
proscritas por el régimen zarista. Aunque con el tiempo el movimiento populista
ruso adoptó la doctrina marxista, en sus inicios era un movimiento radical, que
llegó a tener ribetes anarquistas, que fue de los primeros en colocar a la
clase trabajadora en el centro del desarrollo de una sociedad donde predominara
la equidad y la justicia[3].
Características
del populismo
Ante lo controversial del concepto, y con la ayuda de varios autores relevantes, vamos a describir las principales características del pensamiento populista[4]:
- Argumenta que la sociedad está dividida en dos grupos antagónicos, el pueblo frente a la élite
- Sostiene que la política debe ser la expresión de la voluntad general del pueblo
- Sus enunciados cuentan con muy pobre núcleo ideológico y conceptualización limitada
- Ante la falta de sustento ideológico, acoge muchos preceptos de “ideologías huésped”, tanto de izquierda como de derecha, según sea la inclinación del líder, movimiento político o régimen del que se trate
- Conceptualmente es opuesta al “elitismo” y al “pluralismo”
- Proporciona “voz” a las clases que no se sienten representadas por las élites políticas
- Incentiva la integración a la política de los sectores excluidos
- Tiende a soslayar los derechos de las minorías
- El concepto de “soberanía popular” tiende a menoscabar la institucionalidad y protección de los derechos fundamentales
- Profundiza la división política
- En lo económico, promueve políticas macroeconómicas que pueden ser populares, pero eventualmente insostenibles en el mediano-largo plazo
- Es impulsado comúnmente por un liderazgo caudillista, personalista y carismático, que logra echar a andar una poderosa maquinaria electoral basada en mucho clientelismo y poca filosofía y visión política
- Con frecuencia recurre a la retórica nacionalista
Como veremos a continuación,
en el último siglo han surgido importantes movimientos populistas, muchos de
los cuales han logrado alcanzar el poder político, pero que, por su propia
naturaleza, no pudieron realizar grandes y duraderas transformaciones, dado el
carácter temporal o efímero de esas corrientes, las cuales tienden a
desaparecer junto con sus carismáticos líderes. Aunque hay sus excepciones.
Populismo en
la era contemporánea
A partir del
siglo XX han surgido muchos liderazgos y movimientos populistas con resultados que
han ido desde un rotundo fracaso hasta el logro de importantes conquistas.
En 1909 se fundó
el grupo Granjeros Unidos de Alberta (UFA) como un grupo de presión en favor de
los agricultores de esa provincia canadiense. Con el tiempo llegó a tener tanta
popularidad que llegaron a convertirse en un partido político y ganar las
elecciones de esa provincia en 1921. Llegó a ser considerado un movimiento
populista por diversos autores[5],
donde llegaron a tomar medidas controversiales durante su gobierno, como fue el
levantamiento de la prohibición de venta de alcohol en 1923 mediante la
instalación de tiendas licoreras estatales.
La Gran Depresión de 1929 trajo consecuencias devastadoras para los
agricultores, su base política de apoyo, por lo que ya en 1939 dejaron de existir
como partido político. Hoy permanecen vigentes como cooperativa agrícola, una
de las más grandes de Canadá a la fecha.
Pancho Villa y Emiliano Zapata |
En 1910 estalló
la Revolución Mexicana, producto de la intención de Porfirio Díaz de seguir
perpetuándose en el poder cuando ya tenía 24 años de dictadura. Inició una era
de severa inestabilidad política que desencadenó en una guerra civil. Surgieron
importantes líderes agrarios como Pancho Villa y Emiliano Zapata, que lograron
importantes conquistas en cuanto a la Reforma Agraria, pero al final fue un
proceso inconcluso que no logró mejorar sustancialmente el nivel de vida en el
campo y que, por el contrario, aumentó la desigualdad y la migración hacia las
ciudades[6].
En 1930, Getulio
Vargas llega al poder en Brasil gracias a un golpe militar, el cual detentó
hasta 1945. Es considerado el fundador del populismo brasileño. Durante sus
gobiernos los trabajadores parecían ser el centro del escenario político
nacional, logrando cambios sociales relevantes, pero sus detractores siempre lo
tildaron de “paternalista”. Sus ideas han sido de las más influyentes en la
historia política de Brasil[7].
Fraklin D. Roosevelt |
Para muchos,
Franklin D. Roosevelt fue un político estadounidense que logró el poder y
mantenerlo mediante prácticas populistas. De hecho, ha sido la persona que ha
logrado ser presidente más veces en EE.UU. ya que fue electo la primera vez en
1932 y luego logró tres reelecciones consecutivas. Su New Deal fue un plan intervencionista estatal que se caracterizó
por subvenciones sociales para los desempleados y económicas para los sectores
productivos más afectados[8].
Consideraba a la masa de trabajadores y campesinos como el “pueblo puro” en
contraposición con la oligarquía corrupta.
En 1943 el peronismo
surge en Argentina a raíz del golpe de Estado de 1943 contra el presidente
Ramón Castillo. Juan Domingo Perón surgió como líder de las masas populares y
trabajadoras, que propugnaba por mayor participación de las masas en el sistema
político y mejora de las condiciones de los trabajadores. Su esposa, Eva Perón,
llegó a convertirse en la gran protectora de los “descamisados”, nombre
despectivo con el cual la oligarquía argentina identificaba a las masas
populares. Con el tiempo, a lo interior de este movimiento surgieron diversas
corrientes, muchas de ellas contradictorias entre sí[9].
A pesar de esto, el peronismo ha mantenido su vigencia a través del tiempo a
través del Partido Justicialista y otros movimientos políticos, logrando el
poder en numerosas ocasiones, incluyendo la administración actual.
Indira Ghandi |
En la India
surgió en 1966 el liderazgo de Indira Gandhi, considerada la líder populista
más importante de todos los tiempos en esa nación. El centro de su programa de
gobierno era la lucha contra la pobreza, siendo una de sus iniciativas más
destacadas la llamada Garibi Hatao
(“Erradicar la pobreza”), aunque después quedó demostrado que los fondos de
dichos programas no necesariamente beneficiaban a los realmente más pobres,
pero sí lograban mantener su popularidad entre las clases más bajas. Mantuvo el
poder como primera ministra hasta 1977 y luego volvió a tomar las riendas desde
1980 hasta su asesinato en 1984 a manos de un fanático religioso[10].
Cuando Ronald
Reagan ascendió al poder en EE.UU. en 1982, ejecutó un conjunto de políticas
económicas y sociales que llegó a ser denominada “Reaganomía”, la cual prometía
reducción de impuestos y del tamaño del Estado. Al final de sus dos períodos,
los impuestos a los ingresos por nómina habían aumentado para financiar la
Seguridad Social, la nómina pública se había disparado al igual que el déficit
presupuestario. Más de un autor llegó a denominar a su régimen como populista[11].
Acto político del Frente Nacional en Francia |
A partir de la
década de los 90s surgió una nueva ola populista en diversas regiones del
mundo. En Europa, surgieron movimientos como Partido del Progreso en Noruega, Vlaams Belang en Bélgica, Liga Norte en
Italia, el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), el Foro Cívico
en Checoeslovaquia y en Francia el famoso Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen logró
cobrar cobró más fuerza (llegando luego a disputar dos veces la presidencia en
2da vuelta), entre otros casos. En las siguientes décadas surgieron importantes
movimientos que, incluso, llegaron al poder, como Fidesz-Unión Cívica Húngara
en Hungría, el partido Ley y Justicia en Polonia, Syriza en Grecia, y emergieron con cierta fuerza otros grupos
políticos en el resto del continente como es el caso de Alternativa para
Alemania, Verdaderos Finlandeses, Podemos en España y el Partido Popular Danés.
En Estados
Unidos, en 1992 surgió Ross Perot como tercera fuerza, sorprendiendo a toda la
comunidad política. Luego intentó nuevamente en 1996 ya con el Partido de la
Reforma de Estados Unidos, pero con mucho menos éxito. En ese país, tanto de
derecha como de izquierda han surgido liderazgos populistas como Sarah Palin y
Bernie Sanders, enmarcados por movimientos de igual signo como Occupy Wall Street y el Tea Party, ambos
proponiendo enfrentar con estrategias diametralmente opuestas las graves
consecuencias de la recesión económica del 2008. Pero, sin dudas, el más
exitoso líder populista norteamericano ha sido Donald Trump, quien obtuvo la
presidencia en 2016 y tiene amplias probabilidades de reelegirse a finales de este
año.
Ross Perot en Estados Unidos |
En
Latinoamérica, el populismo cobró fuerza también a partir de los 90s. Con
Carlos Menem en Argentina, Fernando Collor de Mello en Brasil y Alberto
Fujimori en Perú, quienes asumieron el poder en sus respectivos países en medio
de graves crisis económicas. Siguieron sucediéndose diversos gobiernos con
algunos sesgos populistas, como el caso de Hugo Chávez en Venezuela, Lula da
Silva en Brasil, Fernando Lugo en Paraguay, Evo Morales en Bolivia y Daniel
Ortega en Nicaragua, entre otros. Aunque el común denominador entre todos fue
la lucha contra el neoliberalismo que tanto se había arraigado en la década
anterior y que incrementó de forma dramática la desigualdad. Los casos más
recientes de populismo de derecha en la región son los de Jair Bolsonaro en
Brasil y Mauricio Macri en Argentina.
Rodrigo Duterte de Filipinas |
Otras regiones
del mundo han sido también escenario del populismo. En Asia, se destaca el
surgimiento de liderazgos como Joseph Estrada en Filipinas, Roh Moo-hyun en
Corea del Sur, Chen Shui-bian en Taiwán, Thaksin Shinawatra de Tailandia y, más
recientemente, el controversial Rodrigo Duterte, actual presidente de Filipinas.
En Oceanía surgieron Nueva Zelanda Primero y el australiano Una Nación, como
movimientos populistas de derecha. Pueden identificarse parcialmente como
populistas a líderes como Recep Tayyip Erdogan en Turquía y Benjamin Netanyahu
en Israel. En África se pueden identificar como populistas los movimientos
encabezados por Yoweri Museveni en Uganda, Michael Sata en Zambia y Julius
Malema en Sudáfrica.
Como se puede
ver, el populismo conceptualmente tiene un sentido muy relativo y flexible, que
se adapta a ópticas tanto de derechas como de izquierdas. Incluso, en algunos
ámbitos el término tiene una acepción “positiva”, toda vez que a través de la
historia ha habido movimientos políticos que han pretendido que el “pueblo” sea
el que ostente verdaderamente el poder. Desde la Revolución Francesa y la de
Estados Unidos, hasta la filosofía marxista.
Sin embargo, en
su sentido negativo (el más extendido), el populismo lo único que busca es
tomar medidas que le permitan al gobernante de turno “ganar” simpatías en la
población votante, aún estas medidas sean perjudiciales contra el propio
Estado. No busca transformar estructuras ni las relaciones sociales, económicas
y políticas existentes, solo pretende mantenerse en el poder.
Es por esto que
un régimen, en el contexto democrático, sin ser populista por definición, podría
verse tentado a tomar medidas que sí lo sean, ya sea por una coyuntura política
o electoral determinada. Ahí radica la importancia de que el pueblo esté
atento, al igual que la clase política, para poder diferenciar una medida
populista de una que realmente procure el bienestar de los más vulnerables y
reducir la desigualdad en el mediano-largo plazo.
Si aún no se ha
entendido claramente la idea de qué es una medida populista, podemos utilizar
un ejemplo muy sencillo. Se puede prometer la eliminación generalizada de los
impuestos a todos los vehículos importados en favor de toda la población. Eso
sonaría muy atractivo para todo el mundo, pero haciendo un pequeño ejercicio
racional podemos ver que es impracticable. Primero, las finanzas públicas se
verían gravemente afectadas al reducirse las recaudaciones y, segundo, no habrá
infraestructura vial ni factura petrolera ni medioambiente que resistan el
incremento exponencial del parque vehicular. El populista lo promete sin reparo
y el pueblo llano lo celebra y recompensa con su voto sin saber que nunca verá
cumplirse esa promesa. Porque no todo lo que brilla es oro.
El populismo es
un cáncer que carcome conciencias y voluntades. Mayor será la metástasis
mientras mayor sea la desigualdad y la falta de educación que sufra el pueblo
que sea víctima de sus maquinaciones.
Y no importa que
sea populismo de izquierda o de derecha, al final terminan pareciéndose
muchísimo. Porque los extremos se tocan…
[1] Aristóteles, “Política”.
[2] José Clavijo, “Los antiguos orígenes del populismo moderno”. En https://redaccion.nexos.com.mx/?p=10921
[3] Orlov, A.S.; Georgieva, N.G.; Georgiev, V.A. : Diccionario Histórico
(2012). «Caminando con el pueblo»
[4] Según la obra de Mudde, Cas; Rovira Kaltwasser, Cristóbal
(2019) .Populismo. Una breve introducción [Populism. A Very Short Introduction]. Madrid: Alianza Editorial
[5] Panizza, Francisco (2005). Populism
and the Mirror of Democracy. New York: Verso
[6] Santana, Adalberto (2007). «La
revolución mexicana y su repercusión en América Latina». Latinoamérica (México)
[7] Conniff, Michael L. (1982). "Populism in Brazil,
1925–1945." Albuquerque: University of New Mexico
[8] Greenberg, David (2009). «The Populism of the FDR Era». Time.
[9] Laclau, Ernesto (2005). “El populismo garantiza la democracia”.
Entrevista para periódico La Nación el 10 de julio 2005.
[10] Malhotra, Inder (1991). Indira
Gandhi. New York: Coronet Books
[11] Bimes, Terri (29 de agosto de 2002). «Ronald Reagan and The New Conservative
Populism». Annual Meeting of the American Political Science Association.
Boston
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