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lunes, 22 de febrero de 2021

El Covid-19 y la diplomacia de las vacunas

 



Tal y como ocurrió en el siglo anterior, en la segunda década del siglo XXI se desencadenó una terrible pandemia que puso en jaque al mundo. Aunque la Gripe Española cobró más de 50 millones de víctimas mortales, el mayoritario entorno rural de entonces limitó su expansión a las grandes ciudades, por lo cual fueron las más afectadas.

Pero en esta ocasión, la presente pandemia del coronavirus SARS-Cov-2, que a la fecha ha infectado a más de 110 millones de personas y causado la muerte a 2.5 millones, ha surgido en un mundo altamente globalizado y urbanizado, con un volumen de circulación de personas exponencialmente más alto con relación a 1918, lo que ha hecho que prácticamente ningún país esté actualmente a salvo de su propagación.

Gracias a los avances de la ciencia médica del presente, se han podido desarrollar vacunas en menos de un año con un alto nivel de efectividad, en parte debido a que los científicos chinos que decodificaron el genoma del virus a principios del 2020 lo liberaron a la comunidad científica[1] para que simultáneamente los grandes laboratorios y centros de investigación iniciaran la carrera, por momentos frenética, por desarrollar una vacuna efectiva. Sin dudas, la búsqueda de una vacuna contra el Covid-19 ha sido el esfuerzo colaborativo más importante de la comunidad científica internacional en los últimos tiempos.

Es por esa razón que contamos hoy con más de 70 vacunas que están siendo probadas en humanos y 6 han sido aprobadas para su aplicación inicial en diferentes países, como refiere el Coronavirus Vaccine Tracker del periódico New York Times[2].

Sin embargo, la aún limitada capacidad de los distintos laboratorios que fabrican las vacunas aprobadas, que les impide satisfacer de forma inmediata la demanda de miles de millones de vacunas para inmunizar a la población mundial, ha desencadenado el “nacionalismo de vacunas”, principalmente en países desarrollados, siendo el más patético ejemplo la postura del pasado presidente norteamericano Donald Trump, ejerciendo su poder económico y político para abastecerse primero de las vacunas producidas en perjuicio de los países más pobres.

Ante esa problemática, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha implementado la iniciativa COVAX[3], para asegurar el suministro de vacunas a todas las naciones del mundo, para cubrir, al menos, al 20% de su población, garantizando de esa forma una distribución equitativa de las vacunas que se vayan aprobando según avanzan los procesos de testeo en Fase III.

Pero esta situación ha motivado que algunas naciones, aprovechando que cuentan con laboratorios o fábricas donde se han desarrollado o producido vacunas aprobadas por la OMS, han desplegado lo que podríamos denominar la “diplomacia de las vacunas”, buscando ventajas geopolíticas para lograr mayor influencia internacional.

Muchos países ya han iniciado el proceso de vacunación

Pero, primero, veamos cuáles son los tipos de vacunas que se han desarrollado y cuáles son las más avanzadas.

Las vacunas aprobadas y su tipología

Según el portal de seguimiento del New York Times, son 70 vacunas que hasta el momento se han desarrollado y en su mayoría no han terminado de completar las distintas fases de pruebas. Estas fases son:

  • Pruebas Preclínicas: Las nuevas vacunas se prueban en células y se aplican en animales de laboratorio para observar si produce una respuesta inmunitaria.
  • Pruebas de Seguridad (Fase 1): Se suministra la vacuna a un pequeño grupo de personas voluntarias, para probar la seguridad y dosis de la vacuna, al tiempo que se valida la respuesta de su sistema inmunológico.
  • Pruebas Expandidas (Fase 2): Se aplica la vacuna cientos de personas, divididas en grupos etarios, para ver cómo funciona en cada uno.
  • Pruebas de Eficacia (Fase 3): En esta fase se aplica la vacuna a miles de personas y se espera a ver cuántas llegan a infectarse, comparando con grupos de personas a quienes se les inyectó un placebo. En esta fase se estudia a profundidad también si existen efectos secundarios poco frecuentes.

Dependiendo de la metodología utilizada para fabricarlas, las vacunas pueden ser de varios tipos:

  • Vacunas Genéticas: Estas entregan a las células del receptor uno o varios genes del Covid-19 para provocar una respuesta inmune. A este grupo pertenecen las vacunas que utilizan el mecanismo llamado “ARN mensajero” o ARNm, como el caso de Pfizer y Moderna.
  • Vacunas de Vector Viral: Son vacunas que contienen virus manipulados para portar los genes del Covid-19, siendo las más reconocidas la Sputnik-V, AstraZeneca y Johnson & Johnson.
  • Vacunas basadas en Proteínas: Son aquellas que incluyen proteínas del coronavirus, pero sin material genético. A este grupo pertenece la EpiVAcCorona aplicada de forma muy limitada en Rusia.
  • Vacunas de Virus Inactivo o Atenuado: Aplican el virus del Covid-19 que ha sido previamente inactivado o atenuado mediante tratamiento químico. A esta clasificación corresponden las vacunas Sinopharm y Sinovac (ambas de China) y Covaxin (de India).

A continuación, detallamos las informaciones oficiales relacionadas con las vacunas que han sido aprobadas en varios países:

Vacuna

País de Origen

Indicador

Valor

Pfizer

Estados Unidos y Alemania

Eficacia

95%

Dosis

2 dosis, 3 semanas de diferencia

Aplicación

Inyección muscular

Almacenaje

-70 grados Celsius

Lugares donde se aplica

33 más la Unión Europea

Moderna

Estados Unidos

Eficacia

94.5%

Dosis

2 dosis, 4 semanas de diferencia

Aplicación

Inyección muscular

Almacenaje

-20 grados Celsius

Lugares donde se aplica

11 países más la Unión Europea

Sputnik V

Rusia

Eficacia

91.6%

Dosis

2 dosis, 3 semanas de diferencia

Aplicación

Inyección muscular

Almacenaje

-2 grados Celsius

Lugares donde se aplica

29 países

AstraZeneca

Reino Unido y Suecia

Eficacia

82.4%

Dosis

2 dosis, 12 semanas de diferencia

Aplicación

Inyección muscular

Almacenaje

-2 grados Celsius

Lugares donde se aplica

28 países más la Unión Europea

Sinopharm

China

Eficacia

79.3%

Dosis

2 dosis, 3 semanas de diferencia

Aplicación

Inyección muscular

Almacenaje

-2 grados Celsius

Lugares donde se aplica

13 países

Sinovac

China

Eficacia

50.4%

Dosis

2 dosis, 2 semanas de diferencia

Aplicación

Inyección muscular

Almacenaje

-2 grados Celsius

Lugares donde se aplica

10 países

Fuente: Coronavirus Vaccine Tracker del New York Times

También están los casos de las vacunas Covaxin (elaborada por la India) y EpiVacCorona (elaborada por Rusia), las cuales solamente están actualmente en uso en sus respectivos países, y la CanSino (elaborada por China), que solamente se está aplicando en 3 países.

La diplomacia de las vacunas

En un contexto en que todos los países están desesperados por proteger del contagio a sus habitantes, por conseguir la reactivación económica y volver a la normalidad, ciertas naciones han iniciado un juego geopolítico con las vacunas que, además de practicar la solidaridad con los países menos desarrollados, sirven de moneda de cambio para ganar favores e influencia.

Trump maniobró para priorizar a USA en el acceso a las vacunas

Y es que el desenfrenado “nacionalismo de las vacunas” que se ha desatado en los países desarrollados, especialmente Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, los ha hecho ejercer presión sobre los laboratorios occidentales para que la mayor parte de su producción se destine a sus territorios, tal y como ha denunciado la OMS[4].

Esta actitud del “Yo primero” que enarbolan los países ricos es incluso contraproducente, dado que ninguna nación realmente estará protegida si miles de millones de personas que habitan en países pobres no llegaran a vacunarse, ya que eso le brindaría oportunidad al virus para mutar, lo cual en consecuencia pondría en riesgo nuevamente a los ya vacunados.

Incluso, este acaparamiento ocasiona que en muchos países subdesarrollados, que sí cuentan con los fondos para adquirir las vacunas, el principal problema consista en que los laboratorios no les suplan a tiempo las vacunas para desplegar su campaña de inmunización.

Es así que entran en acción potencias como Rusia y China, ávidas de ampliar sus zonas de influencia, especialmente en Occidente, sabiéndose con capacidad de producir y distribuir vacunas de probada efectividad y viendo como una oportunidad el poder ofrecerlas a países pobres a los cuales los laboratorios occidentales colocan al final de la cola.

Llegada de vacunas chinas a Camboya

Por ejemplo, China ha distribuido millones de vacunas entre los países beneficiarios de la iniciativa Belt and Road (Nueva Ruta de Seda), cuando aún tiene centenares de millones de sus propios habitantes sin vacunar. Claro, China tiene la ventaja de que desde hace meses ha mantenido bajo control la propagación del virus con estrictas medidas sanitarias y de distanciamiento social desde que inició la pandemia. Con esa estrategia ha logrado suplir satisfactoriamente las necesidades de inmunización de países latinoamericanos como Chile, México, Perú, Colombia, Brasil, Uruguay y, en los próximos días, República Dominicana. También han logrado gran aceptación en Medio Oriente y Asia Menor, especialmente en Emiratos Árabes Unidos, Turquía, Azerbaiyán, Egipto, Iraq, Jordania y Pakistán, además de lograr que su vacuna sea aprobada en países europeos como Hungría y Serbia, o países del Sudeste Asiático como Camboya, Laos o Indonesia.

Parte de la estrategia china también ha sido la de facilitar acceso temprano a las vacunas a aquellos países que participaron en las pruebas de Fase III de sus productos, con lo cual China facilita el trámite aprobación de OMS y, al mismo tiempo, despeja cualquier duda sobre la eficacia de los mismos. En virtud de tal acuerdo, por ejemplo, Sinovac entregará 46 millones de dosis a Brasil y 50 millones a Turquía, mientras que CanSino entregará 35 millones a México. En total, China ha contratado hasta principios de febrero 2021 el suministro de casi 600 millones de dosis a diferentes países, según el Centro de Sanidad Global de Ginebra[5].

Presidente de Argentina vacunándose con la Sputnik V

Por su lado, Rusia consiguió un fuerte impulso a su vacuna Sputnik V con la validación realizada por la revista británica The Lancet, que certificó en ella una efectividad del 91.6%, una de las más altas entre las vacunas aprobadas. Según el organismo establecido en Suiza, a principios de este mes ya se habían contratado 403 millones de dosis de la Sputnik V, la mitad de ellas compradas por la India. Ante unos Estados Unidos ausentes en el liderato del desarrollo de vacunas contra el Covid-19, Rusia y China han sabido llenar ese vacío, facilitando el acceso a los viales y al crédito para financiar su adquisición, muchas veces a cambio del fortalecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales.

Vacunas de la India a su llegada a Afganistán

Otro actor importante ha sido la propia India que, contando con las mayores fábricas de vacunas del mundo, ha desplegado una intensa campaña diplomática donando vacunas a diferentes naciones, principalmente de su entorno. Los hindúes han visto en la “diplomacia de las vacunas” una oportunidad para contrarrestar el avance de China en esa región. Recientemente aprobaron 200 millones de dosis para ser donadas al mecanismo COVAX impulsado por la OMS, a pesar de que ha marchado muy lento el proceso de vacunación en su propio territorio, debido a problemas burocráticos y deficiente red hospitalaria. Siendo uno de los países más afectados del Covid-19, han iniciado una ofensiva en países vecinos como Nepal y Sri Lanka, donando vacunas en medio de un pulso por contratos multimillonarios de infraestructura disputados con China[6].

Sheikk Mohammed de EAU vacunándose en público

Por otra parte, Emiratos Árabes Unidos (EAU), un aliado estratégico de los Estados Unidos, ha aprovechado sus cuantiosos recursos para adquirir masivamente vacunas para inmunizar a su población y repartir a sus vecinos de la Península Arábiga. Para ello, se han asociado con China para producir localmente sus vacunas y hasta su propio gobernante ha encabezado la campaña para demostrar la eficacia de la vacuna Sinopharm presentándose como voluntario.

Sin dudas, estos tiempos pandémicos han echado por tierra muchos paradigmas y demostrado que, para liderar el mundo, no solo se debe tener la capacidad para repartir fondos a naciones devastadas por la guerra, especialmente cuando no sufriste ningún daño en tu territorio, como ocurrió con el Plan Marshall. Ese liderazgo también se gana mediante el “poder blando”, en situaciones como la actual, con una pandemia que no ha distinguido entre ricos y pobres,  y teniendo también la necesidad de inmunizar a su propia población también encuentra fórmulas para beneficiar a los menos afortunados.

Así se gana la buena voluntad de cualquiera.

www.reysonl.blogspot.com

 

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