Desde hace 75 años se mide cuán
cerca estamos de una guerra nuclear que decrete el fin del mundo como lo
conocemos. Esta es su historia.
Bomba de Hiroshima y su secuela de destrucción en 1945 |
Corría el día 6 de agosto de 1945 cuando desde el bombardero estadounidense Enola Gay fue arrojada la primera bomba atómica de la historia sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, supuestamente con el propósito de acabar con la Segunda Guerra Mundial (aunque ya Alemania e Italia se habían rendido 3 meses antes) y evitar más bajas norteamericanas en el frente de Japón. En ese momento murieron de forma instantánea cerca de 80,000 personas (75% de ellas civiles).
Restos de la ciudad de Nagasaki en 1945 |
Como la destrucción de Hiroshima no fue suficiente para inducir la rendición japonesa, y un día después de que los soviéticos entraran en guerra con Japón para desalojarlos de Manchuria, el 9 de agosto es lanzada una segunda bomba nuclear sobre la ciudad de Nagasaki, donde perecieron 40,000 personas más.
Ese fue el principio de una
carrera armamentista nuclear que todavía no termina.
Proyecto Manhattan, donde todo
empezó sin casi nadie saber que fabricaba una bomba atómica
El descubrimiento de la fisión
nuclear en 1938 por los científicos alemanes Otto Hahn y Fritz Strassmann, desató
una carrera en las distintas potencias militares de entonces por fabricar la
primera bomba atómica, en un momento en el que soplaban en el mundo vientos de
una nueva guerra mundial. Después de haberse creado varios comités y grupos de
trabajo de científicos, es así como en 1942 Franklin D. Roosevelt pone en
marcha el Proyecto Manhattan como una dependencia del Ejército, sobre todo
alentado porque el ataque japonés del año anterior al puerto de Pearl Harbor en
el Pacífico empujó a Estados Unidos a finalmente declarar la guerra a las
Potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón).
Planta K-25 en Oak Ridge, Proyecto Manhattan |
De los más de 130,000 empleados que llegó a tener contratados el Proyecto Manhattan, solo un puñado de ellos sabía que el objetivo era crear una bomba atómica. Para mantener el secreto, el proyecto fue distribuido entre cerca de 20 locaciones diferentes con un alto nivel de departamentalización de los procesos, además de una fuerte intervención del personal de seguridad que hasta se infiltraba en las fiestas privadas de los empleados. Hubo personas que no fue hasta décadas después que se enteraron que habían formado parte de dicho proyecto.
Panel de Control de Calutrón, donde las operarias no sabían que trabajaban para construir una bomba atómica. Glady Owens (primer plano) lo supo 50 años después. |
El Boletín de los Científicos Atómicos, para alertar al mundo del mal que ellos habían creado
El hecho es que, tras ver los
devastadores efectos sobre las ciudades japonesas, los científicos que
participaron en el Proyecto Manhattan, fundaron el Boletín de los Científicos Atómicos, quienes se dedicaron desde
entonces a publicar esa revista académica dedicada a concientizar al público
sobre las amenazas que representan las armas nucleares para la supervivencia
humana.
Entre los fundadores de la
revista, se encontraban 6 premios Nóbel, entre ellos Albert Einstein y el
propio exdirector científico del Proyecto Manhattan, Robert Oppenheimer. Desde
entonces, se han sumado a su junta directiva unos 16 premios Nóbel más, así
como destacados científicos de todo el mundo.
Portada del primer boletín con el Doomsday Clock (1947) |
Es a partir de 1947 que empieza a aparecer en el boletín el “Reloj del Apocalipsis” o “Doomsday Clock”, que representa la cantidad de “minutos” que restan para la “medianoche”, que simboliza el momento de destrucción total de la Humanidad. Mientras más cerca estén las manecillas de las 12, más cerca estaremos de ese catastrófico final.
Adelantando el Doomsday Clock a las 23:57 en 2015 |
La idea del reloj era para simbolizar la urgencia, ante los aprestos armamentistas nucleares que se dieron a partir de 1945. En la medida en que los acontecimientos mundiales agudizan o atenúan el peligro, el minutero del Reloj del Apocalipsis se acerca o aleja de la medianoche.
Como refleja el gráfico que
presentamos a continuación, durante la Guerra Fría el punto más cercano a la
destrucción nuclear global fue en 1953, cuando tanto Estados Unidos como Unión
Soviética desarrollaron sus primeras Bombas de Hidrógeno. En ese año, el Doomsday Clock se paró a las 23:58, es
decir, 2 minutos para la medianoche.
El fin de la Guerra Fría en 1991 atrasó el Doomsday Clock hasta las 23:43 |
En la medida en que ambas potencias firmaron diversos acuerdos para limitar la proliferación de armas nucleares, la amenaza fue disminuyendo, llegando a estar a 17 minutos en 1991 (23:43) al terminar oficialmente la Guerra Fría y los Estados Unidos y Rusia acordar el desmantelamiento de su arsenal nuclear.
Las pruebas nucleares de Corea del Norte dispararon las alertas a partir de 2018 |
Sin embargo, desde entonces, con el desarrollo de la capacidad nuclear de varias naciones, como es el caso de la China, India, Pakistán, Corea del Norte, entre otras, además de la confluencia de otras amenazas globales como el Cambio Climático, el Boletín de los Científicos Atómicos ha alertado en su última medición al 2020 que la Humanidad está a solo 100 segundos (23:58). Las mediciones vigentes e históricas pueden ser consultadas en https://thebulletin.org/doomsday-clock/
La última medición nos coloca a 100 segundos de la medianoche |
Sin lugar a dudas, el actual
conflicto entre Rusia y Ucrania, en el cual se ha movilizado armamento nuclear
de forma disuasoria y apunta a que más naciones podrían sumarse al
enfrentamiento militar directo, posiblemente la próxima actualización del Doomsday Clock refleje que nos
encontramos más cerca que nunca de la aniquilación total.
Ojalá que la sensatez se imponga
y los intereses de dominio geopolítico de los distintos actores puedan
parquearse a un lado, o, al menos, bajar las tensiones lo suficiente como para
disminuir la amenaza nuclear. De lo contrario, muy pronto podría terminar el
experimento llamado Homo Sapiens y
con él, todas las demás especies vivientes que no tuvieron ninguna culpa ante tanto afán porque llegue la medianoche.
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