El Oráculo de Delfos fue un famoso santuario en la Antigua Grecia
dedicado al dios Apolo, situado en la ciudad de Delfos, en la región de Fócida.
En la Antigüedad era ampliamente conocido por sus profecías y consultas a
través de la pitonisa, una sacerdotisa que se creía que estaba poseída por el
dios Apolo.
Grabado que ilustra una consulta a la pitonisa del Oráculo de Delfos |
Era un importante centro de peregrinación al que las personas de la época acudían en busca de respuestas y orientación para tomar decisiones importantes. La pitonisa emitía sus profecías en forma de enigmáticas respuestas a las preguntas que se le planteaban, y era el papel de los intérpretes traducir estas respuestas en algo comprensible para el consultante.
Aunque indudablemente en la última década la influencia global de la
República Popular China ha ido incrementando de forma sostenida, en los últimos
meses hemos sido testigos de cómo han ido desfilando por Pekín las autoridades
de las naciones más importantes e influyentes, lo cual ha encendido todas las
alarmas de Washington.
Y es que, además de la frecuencia, que es cada vez mayor, con la que
líderes globales se sientan con Xi Xinping a realizar acuerdos o buscar
intermediación, en las últimas semanas han sido evidentes las victorias que va
recopilando la diplomacia china a pesar de las presiones que en sentido
contrario realiza Estados Unidos y sus países incondicionalmente aliados.
China, ¿el enemigo público #1 de Estados Unidos?
Mientras fue una nación, aunque grande, muy pobre y subdesarrollada,
China nunca preocupó mucho a las naciones occidentales. Ni siquiera por su
viraje al comunismo en el año 1949. Su aislamiento también contribuyó a que no
fuera vista como un rival a temer, ya que Mao Zedong decidió recorrer su propio
camino hacia el socialismo distanciándose de la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (URSS).
Más bien Occidente vio en China una buena oportunidad para hacer
negocios. Con la Diplomacia del Ping Pong, Nixon y Mao reaperturaron las
relaciones diplomáticas y comerciales entre sus países, que incluyó el
intercambio de visitas de ambos líderes. Los estadounidenses encontraron una
cantera inagotable de mano de obra barata para mejorar la competitividad de su propia
industria, mientras que los chinos sigilosamente diseñaron e implementaron un
plan para, aprovechando el capital extranjero, convertirse, paulatinamente y de
forma sostenida (y gracias a las reformas impulsadas por Deng Xiaoping durante
los 80s) en una potencia económica.
Ejemplo del rápido crecimiento de China: Shenzen (1982 y hoy) |
Y lo lograron. En apenas 40 años, China pasó a convertirse en la 2da
economía mas grande (si calculamos el PIB nominal, porque en el PIB PPA ya
superaron a los Estados Unidos); es la principal potencia exportadora; la que
mayor cantidad de reservas internacionales tiene y la que más recibe inversión
extranjera directa; la que mayor cantidad de energía produce; y un largo
etcétera en innumerables rubros económicos[1].
Pero también, está a la vanguardia en innovación tecnológica, desarrollo
de tecnologías emergentes, en producción e investigación científica, en exploración
espacial (único país con estación espacial propia) y muchos renglones más.
China es el único país del mundo con estación espacial propia |
Con tales logros, no fueran ninguna preocupación para Estados Unidos si fuera
una nación “alineada”. Si los números anteriores fuesen exhibidos por naciones
“aliadas” como Francia, Reino Unido o Alemania, pues eso no fuera ningún
problema.
Pero la realidad es otra. Estamos hablando de un país que propugna la
multipolaridad, la autodeterminación de los pueblos y el desarrollo económico y
social basado en la cooperación y no la confrontación internacional. Obviamente
eso es un problema para algunos.
Y mas peligroso aún si, con todo ese poder económico, se dedica a expandir
su poderío y presencia militar en todo el globo terráqueo, ya que esa
prerrogativa se la habían abrogado unos pocos. Y precisamente eso es lo que ha
estado sucediendo a pesar de la resistencia de los Estados Unidos, quienes no
se cruzaron de brazos e iniciaron desde 2018 una serie de acciones para minar
el desarrollo económico chino, entre los que hay que mencionar la Guerra
Comercial iniciada en 2018, el ataque al gigante chino Huawei en 2019, entre
otros hechos aún pendientes de esclarecer.
Al final todas esas “contra medidas”, tanto las explícitas como las
implícitas, terminaron siendo contra producentes. Occidente perdió
competitividad y perdió influencia, mientras que la ganaban los asiáticos,
dejando de paso daños colaterales tanto humanos como económicos y sociales en
el resto de los países.
Por tanto, los últimos acontecimientos no son mas que un reflejo de la enorme
influencia que ha venido ganando China en el terreno geopolítico, lo cual ha
ido cambiando ostensiblemente las reglas del juego y que se ha manifestado
claramente en distintas vertientes.
El protagonismo diplomático de China
Otra iniciativa que China implementó para catapultar su influencia
internacional, ya bajo el liderazgo de Xi Xinping, fue la iniciativa Belt
and Road (Nueva Ruta de Seda) que pretende invertir un trillón de dólares
en obras de infraestructura antes del 2049 en 149 países del mundo que hasta la
fecha han suscrito el acuerdo, incluyendo algunos países del G7 (como Italia)[2].
Nuevo puerto de Trieste, Italia con financiamiento de la iniciativa Belt and Road |
Desde líneas de ferrocarriles, puertos, aeropuertos, carreteras,
puentes, presas y túneles, hasta rascacielos y plantas de energía han sido
construidos en países de medianos y bajos ingresos como Nigeria, Bangladesh,
Pakistán, Indonesia, Egipto, Malasia, entre muchos otros.
Y ni hablar de que China, a pesar de ser la zona cero donde inició la
propagación del Covid-19, en pocos meses pudo desarrollar una vacuna (y una
industria capaz de producirla en astronómicas cantidades), supliendo a tiempo y
a costo razonable una creciente demanda del mundo en desarrollo, ante el
colapso de las cadenas de distribución de las farmacéuticas occidentales
Pfizer, Moderna y AstraZeneca, que con frecuencia parecían priorizar la demanda
de los países industrializados y a un costo exorbitantemente mayor. Para muchos
de nuestros países, China fue clave para enfrentar y superar a la pandemia.
Muchos empezaron a hablar de entonces sobre la “diplomacia de las
vacunas”, expresión que no era precisamente del agrado de China, pero que, para
fines prácticos, el acceso a tan preciadas dosis les abrió los ojos a muchos
países sobre la importancia de echar a un lado los sesgos geopolíticos y pensar
mas en los beneficios de un mundo multipolar donde impere la autodeterminación
de los pueblos y las relaciones de cooperación basadas en el beneficio y
respeto mutuo.
Es así como sobreviene la Guerra en Ucrania, que, aunque oficialmente se
identifica su inicio con la invasión rusa a partir de febrero de 2022,
realmente era un conflicto que venía in crescendo desde el año 2014.
Lo que debió ser un enfrentamiento bélico entre particulares que no
tuviera mayores consecuencias más allá de su región (como el conflicto entre
Armenia y Azerbaiyán; entre Yemen y
Arabia Saudita; o entre facciones rebeldes y el gobierno de Siria; por poner
algunos ejemplos de contiendas de larga data que poco les importan a
Occidente); se ha convertido en la aparente antesala de una Guerra Mundial por
el afán de prolongarla de algunos actores en vez de buscar una solución
negociada.
Es así como China emerge como un ente mediador, que, utilizando un
lenguaje conciliador aporta propuestas concretas para encontrar una solución
que ponga fin al conflicto y no lo contrario, lo cual ha sido bien visto por la
comunidad internacional que se está cansando de pagar los platos rotos de este
conflicto. De hecho, hasta la fecha es la única gran potencia que ha ofrecido un
plan sensato y viable para producir la desescalada.
El mundo ha sido testigo cómo en los últimos meses diversos hechos han puesto de manifiesto afinidades y desafectos que hasta hace poco eran inconcebibles y que han tenido como común denominador a China jugando un papel estelar. Aquí algunos ejemplos:
- En menos
de un mes han visitado a Xi Xinping diferentes jefes de Estado y de gobierno,
como Pedro Sánchez (España), Lee Hsien Loong (Singapur), Anwar Ibrahim
(Malasia), Emmanuel Macron (Francia), Ursula von de Leyen (Unión Europea) y
Lula da Silva (Brasil), todos para impulsar proyectos conjuntos de cooperación
o buscando intermediación de algún tipo.
Macron y Xi Xinping en abril 2023 - Cumbre de
los ministros de relaciones exteriores de Irán y Arabia Saudita donde firmaron
en Pekín el restablecimiento de las relaciones diplomáticas de ambos países.
Tras la firma de este acuerdo entre los archienemigos del mundo musulmán, el
panorama de Oriente Medio ha empezado a cambiar por completo: a) Irán se
comprometió a suspender el envío de armas a los rebeldes hutíes de Yemen y se
vislumbra el fin de la guerra civil que afecta a ese país desde hace una
década; b) Reentrada de Siria a la Liga Árabe tras doce años de exclusión; c)
Acercamiento entre Siria y Arabia Saudita, Líbano, Túnez y Egipto para poner
fin al conflicto en suelo sirio.
Cancilleres de Arabia Saudita, Irán y China reunidos en Beijing (marzo 2023) - Visita a
China continental del expresidente de Taiwán, Ma Ying-jeou, siendo la primera
vez que ocurre en mas de 70 años.
Llegada de Ma Ying-jeou al aeropuerto de Shanghai (marzo 2023) - Establecimiento de relaciones diplomáticas entre Honduras y la República Popular China, limitando a solo 13 la cantidad de países que aún reconocen a Taiwán.
Pedro Sánchez y Xi Xinping en marzo 2023 |
En fin, la multipolaridad no es un pronóstico, todo luce que ya es un
hecho fáctico. Y definitivamente China se eleva como una fuente de “soluciones”
a la cual están acudiendo líderes de todo el mundo, cual Oráculo de Delfos, a
pesar de las tensiones geopolíticas que ello genera y ante la mirada impotente
de Washington que parece no tener una fórmula eficaz para revertir ese proceso.
Y quién sabe, a la larga tal vez eso no sea algo malo del todo. Quizá,
al desarrollarse contrapesos geopolíticos, nuestro mundo entre en un período de
paz y estabilidad que permita ganarnos varios minutos más en el Reloj del
Apocalipsis o Doomsday Clock[3].
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