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domingo, 24 de noviembre de 2019

Y ahora le tocó a Bolivia…¿Avanzaron o retrocedieron los bolivianos en la era de Evo?





Sin dudas, una buena parte de Latinoamérica ha vuelto a recorrer un sendero de días convulsos, de inestabilidad política que, a su vez, se convierte en inestabilidad económica y social.

Aun cuando siguen encendidas las llamas de las protestas sociales en Chile, en Bolivia se degrada la situación política en cuestión de días que conducen a la renuncia (otros dicen que a la deposición forzosa) de su presidente, Evo Morales, luego de unas elecciones nacionales salpicadas de acusaciones de fraude por parte de la oposición.

Morales terminaba su tercer mandato consecutivo y corría por una nueva repostulación aparentemente con los números a su favor…¿qué pasó?

Avances de Bolivia en la última década
En el año 2006, cuando Evo asciende por primera vez al poder, el PIB nominal de Bolivia era poco más de US$11,400 millones según el Banco Mundial. Según la misma fuente, al 2018 ese país ya rondaba los US$40,300 millones. Eso es un crecimiento del 253.5% en 12 años, el más alto de América Latina en ese período, después de Panamá.
En la última década se han multiplicado los programas sociales en favor de los indígenas en Bolivia

También Bolivia en ese mismo período, según el mismo Banco Mundial, logró reducir la pobreza de un 60% de la población en 2006 a un 35%, siendo la nación latinoamericana más destacada en ese aspecto. Igualmente redujo el analfabetismo en más de un 80%, dejándolo en menos del 3% este año, cuando era del 13.3% en el 2006.

Otro aspecto relevante es que, en 2006, Bolivia se encontraba en el lugar 187 del mundo y al 2017 ya había escalado al lugar 118 en el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que mide el nivel de acceso a la salud, educación y a una vida digna. Aunque una puntuación de 0.693 todavía corresponde a un país de “desarrollo humano medio” (clasificación que comparte Honduras, Guatemala, Nicaragua y El Salvador), es todo un mérito haber avanzado tanto con un lastre del 60% de la población en situación de pobreza y pertenecientes a etnias indígenas (que normalmente se encuentran entre los grupos más vulnerables).

También hay que resaltar la estabilidad política que trajo la era de Evo, ya que previamente al 2006 Bolivia había tenido 5 presidentes en menos de 5 años, la mayoría teniendo que renunciar en medio de protestas populares. Incluso fue el primer presidente el alcanzar el poder con más del 50% de los sufragios, algo nunca visto en la historia política contemporánea de ese país.
Salar de Uyuni en Bolivia: La mayor reserva de Litio en el mundo

A la estabilidad política que Morales trajo a Bolivia, se le sumó la estabilidad económica y social, ayudadas ambas por el aumento de los precios internacionales de las materias primas (ese país tiene las reservas más grandes del mundo de hierro y litio, además de una de las más grandes de gas natural) y por la incorporación a la gestión de gobierno de amplios sectores sindicales, gremiales e indígenas que convirtieron su régimen en un modelo inclusivo.

Teleférico de La Paz, el más alto del mundo


Destacable es también la estatización de las industrias extractivas y el incremento significativo de la inversión pública en obras sociales y de desarrollo de infraestructuras.

No todo era color de rosas
A pesar de los grandes logros sociales y económicos, había muchos problemas que se venían acumulando. Por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) tenía varios años advirtiendo que era necesario actualizar la política económica, ya que se basaba en factores “no sostenibles”, como es el caso de los precios de las materias primas, los cuales, de caer en el mercado internacional, la economía boliviana no estaría lo suficientemente “blindada” como para no verse seriamente impactada por ese choque.

Es por tal razón que en los últimos 4 años ha habido una reducción de los ingresos del Estado, principalmente por la caída de los precios de las materias primas, lo cual incrementó el déficit fiscal a un 8.1% del PIB, el más alto de Sudamérica.

En cuanto a la calidad de la propia democracia, según indica la Unidad de Inteligencia de la revista The Economist, en el Índice de Democracia 2018 se refleja una reducción del 5% en la puntuación del país con relación a la obtenida en 2006, cuando la mayoría de los países latinoamericanos mejoraron su valoración durante ese mismo período.
Una de las salas del llamado Museo de Evo Morales, el mayor de Bolivia


Por supuesto, las acusaciones de la oposición sobre el secuestro de la mayoría de los poderes públicos y de su interminable sed de mantenerse en el poder de forma ininterrumpida, muy posiblemente han abonado en el deterioro de la democracia en dicho país.  Todo eso, aunado a un creciente culto a su personalidad, pueden ser las claves del creciente rechazo que terminó finalmente con su régimen.

Por supuesto, la geopolítica también está presente

Tampoco podemos obviar que, bajo la dirección de Evo, Bolivia formó parte activa de los países que dieron un fuerte giro hacia la izquierda en la década pasada, uniéndose a Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Cuba, Brasil, entre otros. Esta postura, junto a la nacionalización de las industrias extractivas bolivianas en manos históricamente de multinacionales occidentales, le granjeó muchas animadversiones, internas y externas.

Además, con la moderación ideológica (en algunos casos fue un giro extremo a la derecha, como Brasil) de algunos aliados y el colapso socioeconómico de otros (como Venezuela), Evo estaba perdiendo poco a poco su base de apoyo internacional.

El intentar perpetuarse en el poder, para un 4to período consecutivo, tal vez fue demasiado. No era santo de la devoción de grandes potencias occidentales, que tal vez no movieron un dedo para hacerlo caer, pero que sin duda no lo moverán para reponerlo. Además, para los grandes capitales es bastante atractivo controlar esos abundantes recursos naturales ahora en manos del Estado.

Las experiencias recientes de Chile y Bolivia siguen enriqueciendo las lecciones que debemos aprender los demás países de la región. Crecimiento económico, distribución equitativa de la riqueza, inclusión, despersonalización de las políticas públicas y alternabilidad en el poder debieran ser el norte de las democracias sostenibles.

Lo que resta ahora es esperar que las conquistas sociales alcanzadas por Bolivia en la era de Evo no se pierdan ante el abrupto cambio de rumbo político que ha iniciado. Y que rica Bolivia no vuelva a ser la nación con más pobres en Latinoamérica.






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