Sin dudas, la celebración de la
Navidad es uno de los eventos más importantes de la liturgia cristiana y una
fecha esperada cada año en la tradición occidental. Sin embargo, la manera en
que se celebraba en los primeros días del cristianismo dista mucho de cómo lo
hacemos hoy y, como veremos, sus distintos simbolismos surgieron en épocas
distintas agregando magia y colorido a este período en que se promueve la paz y
unión familiar.
La verdad es que la Natividad o
Navidad no fue celebrada por los devotos cristianos hasta muchos años (de hecho,
siglos) después de haber muerto Jesús. Pero, ¿cómo es eso posible? Veamos las
circunstancias.
Nacimiento de Jesús en Belén
Según cuenta la Biblia[1],
los padres de Jesús, José y María, se encontraban en Belén para fines de
empadronamiento obligatorio de los romanos. Como ella estaba a punto de dar a luz,
fue allí que tuvieron que improvisar un lugar en un pesebre por no haber
disponibilidad en las posadas. Sin embargo, en ningún otro versículo bíblico se
hace referencia a fecha ni mayor descripción de las circunstancias de ese
alumbramiento.
La fecha exacta del
acontecimiento siempre fue un enigma, incluso hasta el día de hoy, por lo que
diversos exégetas y teólogos se dedicaron a investigar y “calcular” la fecha
aproximada del nacimiento del profeta. No había un consenso dado los datos
contradictorios que la propia Biblia proporcionaba al respecto. Por ejemplo,
alrededor del año 200 dC, el presbítero Clemente de Alejandría refería que teólogos
egipcios establecían como el 20 de mayo el día del nacimiento del hijo de María
y José. Otras fuentes de la Iglesia de Alejandría establecían en marzo o abril
dicha fecha.
Incluso, hay quienes observan que
la sola indicación del Evangelio de Lucas de que el día de nacimiento de Jesús
había pastores dedicados a su rebaño en la noche, demuestra que no pudo ser un
25 de diciembre, ya que es pleno invierno en Palestina y las bajas temperaturas
y lluvias estacionales impedían ese tipo de labor.
En ciertos enclaves cristianos de
los siglos III y IV se celebraba el nacimiento de Jesús en fechas diferentes
mientras que en otros no había celebración (en Alejandría celebraban en el
siglo III una ceremonia por la Natividad en la primera semana de enero). De
hecho, la Enciclopedia Católica admite que la Navidad no se encontraba entre
las primeras fiestas de la Iglesia[2].
Hay que destacar también que, en esos primeros años, había teólogos que no
apoyaban la celebración de cumpleaños, ya que era una práctica de pecadores y
no de santos, como es el caso de Orígenes[3]
y Arnobio[4].
Pero no es hasta el año 221 dC
que aparece por primera vez el 25 de diciembre como fecha de la Natividad, según la cronología
publicada por Sexto Julio Africano[5],
considerado como el padre de la Cronología Cristiana.
Surgimiento de la Navidad como celebración
En los primeros 2 siglos de la cristiandad la Navidad fue una gran ausente en la liturgia. Esto muy
probablemente ocurrió porque no es hasta el año 313 dC que el cristianismo es
legalizado mediante el Edicto de Milán y previo a eso era una secta religiosa
perseguida, que no había tenido ni tiempo ni espacio para definir y
estandarizar su dogma. Hay suficiente evidencia de que para el Concilio de
Nicea en el 325 dC, la Navidad ya era celebrada litúrgicamente en varios lugares.
Es decir, la Navidad inició como
una celebración eminentemente religiosa y que tenía lugar en las iglesias
primitivas, por lo que distaba mucho de lo que se convertiría después.
A principios del siglo IV dC,
cuando el cristianismo era una religión de Estado (al convertirse el Emperador
Constantino), la todavía naciente Iglesia Católica necesitaba combatir a sus
principales desafíos: las corrientes teológicas contrapuestas y las creencias paganas. El
primer reto se resolvía declarando a esas escuelas de pensamiento como heréticas, persiguiendo a sus
promotores, quemando sus escritos y estableciendo de una vez por todas un “canon” oficial. Y así lo
hicieron. De ahí surgió la versión definitiva de la Biblia que hoy todos
conocemos y la destrucción de todos aquellos “evangelios” que no coincidían con
la postura oficial, declarándolos apócrifos y apilando esos manuscritos en
hogueras.
El Concilio de Nicea decidió cuáles libros conformarían la Biblia y adoptó varias tradiciones paganas |
Sin embargo, el segundo desafío
era un poco más complicado. Esas creencias “paganas” eran practicadas por la
mayor parte de la población (el cristianismo era aún minoría, aunque muy
popular entre los esclavos) y eran prácticas en muchos casos milenarias. Una
prohibición pura y simple no resolvería el tema. Entonces fue cuando a la
cúpula de la Iglesia Católica se le ocurrió una de las ideas más brillantes que
hayan existido y que catapultó al cristianismo como la religión más exitosa de
la historia.
Celebración de los Saturnales por los romanos en diciembre de cada año |
Resulta que desde hacía siglos
era venerado el Dios Sol, asociado al culto de Apolo, en la antigua Roma y su
natalicio era celebrado el 25 de diciembre. Esta religión era
llamada Sol Invictus y fue convertida
en oficial en el año 274 dC por el Imperio Romano. La celebración del
nacimiento del Dios Sol era llamada Natalis
Invicti. Estas celebraciones coincidían con las Saturnales, una de las más
importantes festividades romanas que desde el año 217 aC ocurrían durante una
semana alrededor del solsticio de invierno (21 de diciembre) y durante las
cuales se ofrecían banquetes, intercambios de regalos y continuo festejo.
Alegoría de Cristo encarnando al Sol Invictus romano (sincretismo del siglo III dC) |
Adicionalmente, para esas mismas
fechas la religión mitraica (otra bastante popular proveniente de Persia)
establecía el 25 de diciembre como el día de nacimiento de su dios Mitra, quien era adorado en capillas y cuyos sacerdotes podían ser solamente hombres.
Por tanto, el introducir la
Navidad en el culto cristiano el 25 de diciembre se vio como una estrategia idónea
para facilitar la adhesión de la población pagana a la nueva fe y de paso celebrar la llegada de
Jesús. Es por ello que el papa Julio I durante su pontificado (337-352 dC)
oficializa el 25 de diciembre como fecha de nacimiento de Cristo. Como veremos
más adelante, esta celebración se fue enriqueciendo en la medida en que le iban
incorporando nuevos elementos que, aunque no tuvieran nada que ver con la
historia real o lo establecido por la Biblia, contribuían a hacer más atractiva
la celebración.
Poco a poco, la Navidad se fue
convirtiendo en uno de los actos litúrgicos más importantes. De hecho, se
celebraban durante 12 días: desde el 25 de diciembre (día de la Natividad)
hasta el 6 de enero (día de la Epifanía con la llegada de los Reyes Magos).
Desde la consagración del día de Navidad en el calendario católico, fue
establecido el Adviento o período previo de preparación y ayuno que
normalmente dura alrededor de un mes.
Hasta el siglo XIII, durante la
Navidad se adornaban las casas con ramas de acebo, hiedra y velas. Se cenaba
tanto el 24 como el 25 con carnes aderezadas con especias, normalmente carnero
o cerdo. El dulce más común eran las almendras garrapiñadas.
Los Reyes Magos
Como muchos otros elementos
vinculados a la Navidad, los Reyes Magos apenas son mencionados en la Biblia.
De hecho, solamente el Evangelio de Mateo 2: 1-12 los menciona, pero sin indicar
sus nombres ni cuántos eran, ni siquiera les denominaba “reyes”. Es a partir
del siglo III dC que se les otorga ese título y se fijan en tres los enigmáticos
visitantes del Hijo de Dios.
Fresco del siglo VI donde aparecen por primera vez los nombres de los Reyes Magos |
Los nombres de estos tres
personajes, Melchor, Gaspar y Baltazar, son mencionados por primera vez en un
mosaico del siglo VI de la Iglesia San Apollinaire Nuovo (Rávena) y es ahí que son
incorporados a la tradición navideña.
Y luego llegaron Santa Claus,
el pesebre y el árbol de Navidad
El árbol de Navidad se sumó a la
tradición muchos siglos después. Se dice que San Bonifacio, misionero que se
dedicó a cristianizar a los germanos en el siglo VIII, encontró que los paganos
de esas tierras celebraban el 26 de diciembre una festividad llamada Yule, en honor al nacimiento del dios
Frey. Uno de los elementos más tradicionales de esa ceremonia pagana era el
adornado de un árbol de roble para honrar a sus dioses. Bonifacio, como forma
de facilitar la transición hacia el cristianismo, decidió sustituir el roble
por el pino (por tener hojas perennes) y lo adornó con manzanas y velas, para
simbolizar el pecado y la luz de Cristo, respectivamente. A partir de entonces el uso del árbol de
Navidad se fue extendiendo paulatinamente en toda la cristiandad.
Los primeros árboles de Navidad tenían manzanas y velas |
La incorporación del pesebre fue
de una manera distinta. En la Navidad del año 1223, San Francisco de Asís decidió
escenificar el nacimiento de Jesús en unas grutas de la ciudad italiana de Greccio,
donde montó un pesebre con animales verdaderos y heno. Este acontecimiento
popularizó los pesebres hasta nuestros días convirtiéndolos en una costumbre
extra-litúrgica y doméstica. Aunque la Biblia no menciona ningún animal en
específico, San Francisco de Asís decidió integrar al buey y al asno por la
cita bíblica de Isaías 1,3 que los menciona de manera explícita.
Veneración de San Nicolás en Europa, personaje inspirador de Santa Claus |
Con relación a Santa Claus,
aunque también tiene aparentemente un origen cristiano, es un fenómeno que se
ha popularizado más por los medios de comunicación y publicaciones realizadas a
partir del siglo XIX. Se trata de un personaje basado en el Obispo Nicolás de
Bari, quien desde Turquía se hizo legendario en el siglo IV con sus milagros,
sanaciones y bondades con la gente pobre. En los subsiguientes siglos su
popularidad como santo se fue extendiendo a toda Europa (donde todavía se
venera ampliamente a San Nicolás), pero no es hasta el siglo XVII con los
inmigrantes holandeses en Nueva York que su Sinterklaas[6]
evoluciona a Santa Claus gracias a las sátiras y poemas de escritores de la
talla de Washington Irving y Clement Clarke Moore. Mas tarde el dibujante
norteamericano Thomas Nast es quien le da forma al personaje en sus tiras cómicas
en 1863. Pero lo que universalizó a Santa Claus en la cultura popular fueron
las publicaciones La Vida y Aventuras de
Santa Claus, por Lyman Frank Baum en 1902, y la campaña publicitaria de
Coca Cola en 1931 que encargó a un artista el diseño contemporáneo que conocemos del
pintoresco personaje.
Algunas sectas cristianas
opuestas a la Navidad
Por supuesto, también hay que
destacar que la celebración de la Navidad en el mundo cristiano ha tenido sus
altas y bajas. La Reforma Protestante iniciada por Martín Lutero en el siglo
XVI prohibió los festejos navideños bajo la acusación de que eran “trampas de
los papistas”, debido a la vinculación de estas celebraciones a una tradición católica y
pagana. Durante los 13 años de la Guerra Civil Inglesa, desde 1647 hasta 1660,
Oliver Cromwell también prohibió la celebración de la Navidad no sin recibir un fuerte
rechazo de la población que se rebelaba colocando en protesta adornos navideños
en las puertas. Durante la época colonial de Estados Unidos, los puritanos de
Nueva Inglaterra también rechazaron la Navidad, prohibiéndola desde 1659 hasta
1681. En términos generales la Navidad cayó en desgracia en los Estados Unidos
a partir de la Revolución de las Trece Colonias a finales del siglo XVIII por
considerarla una costumbre inglesa. Justamente el surgimiento en Nueva York del
personaje de Santa Claus con los holandeses y su popularización en el siglo XIX,
sumado al empuje que recibió la Navidad desde Inglaterra con la obra Un cuento de Navidad de Charles Dickens
en 1843, contribuyó a rescatar el sentimiento navideño tanto en Estados Unidos
como en el Reino Unido.
Publicación de Un cuento de Navidad de Charles Dickens en 1843 |
Aun hoy existen sectas religiosas
que aborrecen la Navidad. Tal es el caso de algunas iglesias bautistas y sobre
todo los Testigos de Jehová, que bajo el argumento de que es una “festividad pagana
no prescrita por la Biblia” tienen prohibido celebrarla.
Lo que empezó como un discreto
homenaje al Hijo de Dios del cristianismo, circunscrito inicialmente a la realización de
misas y alabanzas en las iglesias primitivas, se fue expandiendo poco a poco
hasta convertirse en la época más esperada del año, especialmente por los niños.
Incluso la Navidad es celebrada moderadamente en países no cristianos, porque
Jesús es respetado como un verdadero profeta por otras religiones como la
islámica y budista. Aunque en Occidente son días comercialmente explotados para
incrementar las ventas (como casi siempre ocurre en otras fechas especiales), es
la única temporada del año en la que se promueve la unión familiar, la paz y
armonía y el intercambio de regalos en una celebración alegre y festiva. El
colorido, las luces, la música y el ambiente de camaradería impregnan cada
hogar y oficina, involucrando al más frío de los mortales.
Y es que, ¿cómo resistirse a la
oportunidad de compartir y abrazar a conocidos y desconocidos, intercambiar
obsequios y desearles parabienes? Ya sea que cuente con una base
histórica, ya sea que fuere un constructo artificial, lo importante es la
intención y el mensaje de amor y esperanza a sus semejantes que encierra la Navidad. Es por eso que no debes desaprovechar la oportunidad en estas fechas para desearle a tu prójimo una ¡Feliz Navidad!
[1]
Este acontecimiento está relatado en el Evangelio de Lucas 2: 4-11 y de Mateo
2: 1
[3]
Como puede verse en su Homilía VIII sobre Levítico
[4]
Teólogo cristiano de finales del siglo III dC
[5]
Historiador de gran influencia en la Antigüedad, autor de la Crónica que
relataba la historia del pueblo griego y judío de manera sincrónica. La mayor
parte de su obra se perdió y se conoce gracias a referencias de otros autores.
[6] Nombre
de San Nicolás para los holandeses
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