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viernes, 27 de diciembre de 2019

¿Cómo se celebraba la Navidad en la Antigüedad y Edad Media…y cómo lo hacemos hoy?



Sin dudas, la celebración de la Navidad es uno de los eventos más importantes de la liturgia cristiana y una fecha esperada cada año en la tradición occidental. Sin embargo, la manera en que se celebraba en los primeros días del cristianismo dista mucho de cómo lo hacemos hoy y, como veremos, sus distintos simbolismos surgieron en épocas distintas agregando magia y colorido a este período en que se promueve la paz y unión familiar.

La verdad es que la Natividad o Navidad no fue celebrada por los devotos cristianos hasta muchos años (de hecho, siglos) después de haber muerto Jesús. Pero, ¿cómo es eso posible? Veamos las circunstancias.

Nacimiento de Jesús en Belén
Según cuenta la Biblia[1], los padres de Jesús, José y María, se encontraban en Belén para fines de empadronamiento obligatorio de los romanos. Como ella estaba a punto de dar a luz, fue allí que tuvieron que improvisar un lugar en un pesebre por no haber disponibilidad en las posadas. Sin embargo, en ningún otro versículo bíblico se hace referencia a fecha ni mayor descripción de las circunstancias de ese alumbramiento.

La fecha exacta del acontecimiento siempre fue un enigma, incluso hasta el día de hoy, por lo que diversos exégetas y teólogos se dedicaron a investigar y “calcular” la fecha aproximada del nacimiento del profeta. No había un consenso dado los datos contradictorios que la propia Biblia proporcionaba al respecto. Por ejemplo, alrededor del año 200 dC, el presbítero Clemente de Alejandría refería que teólogos egipcios establecían como el 20 de mayo el día del nacimiento del hijo de María y José. Otras fuentes de la Iglesia de Alejandría establecían en marzo o abril dicha fecha.

Incluso, hay quienes observan que la sola indicación del Evangelio de Lucas de que el día de nacimiento de Jesús había pastores dedicados a su rebaño en la noche, demuestra que no pudo ser un 25 de diciembre, ya que es pleno invierno en Palestina y las bajas temperaturas y lluvias estacionales impedían ese tipo de labor.

En ciertos enclaves cristianos de los siglos III y IV se celebraba el nacimiento de Jesús en fechas diferentes mientras que en otros no había celebración (en Alejandría celebraban en el siglo III una ceremonia por la Natividad en la primera semana de enero). De hecho, la Enciclopedia Católica admite que la Navidad no se encontraba entre las primeras fiestas de la Iglesia[2]. Hay que destacar también que, en esos primeros años, había teólogos que no apoyaban la celebración de cumpleaños, ya que era una práctica de pecadores y no de santos, como es el caso de Orígenes[3] y Arnobio[4].

Pero no es hasta el año 221 dC que aparece por primera vez el 25 de diciembre como fecha de la Natividad, según la cronología publicada por Sexto Julio Africano[5], considerado como el padre de la Cronología Cristiana.

Surgimiento de la Navidad como celebración
En los primeros 2 siglos de la cristiandad la Navidad fue una gran ausente en la liturgia. Esto muy probablemente ocurrió porque no es hasta el año 313 dC que el cristianismo es legalizado mediante el Edicto de Milán y previo a eso era una secta religiosa perseguida, que no había tenido ni tiempo ni espacio para definir y estandarizar su dogma. Hay suficiente evidencia de que para el Concilio de Nicea en el 325 dC, la Navidad ya era celebrada litúrgicamente en varios lugares.

Es decir, la Navidad inició como una celebración eminentemente religiosa y que tenía lugar en las iglesias primitivas, por lo que distaba mucho de lo que se convertiría después.

A principios del siglo IV dC, cuando el cristianismo era una religión de Estado (al convertirse el Emperador Constantino), la todavía naciente Iglesia Católica necesitaba combatir a sus principales desafíos: las corrientes teológicas contrapuestas y las creencias paganas. El primer reto se resolvía declarando a esas escuelas de pensamiento como heréticas, persiguiendo a sus promotores, quemando sus escritos y estableciendo de una vez por todas un “canon” oficial. Y así lo hicieron. De ahí surgió la versión definitiva de la Biblia que hoy todos conocemos y la destrucción de todos aquellos “evangelios” que no coincidían con la postura oficial, declarándolos apócrifos y apilando esos manuscritos en hogueras.

El Concilio de Nicea decidió cuáles libros conformarían la Biblia y adoptó varias tradiciones paganas

Sin embargo, el segundo desafío era un poco más complicado. Esas creencias “paganas” eran practicadas por la mayor parte de la población (el cristianismo era aún minoría, aunque muy popular entre los esclavos) y eran prácticas en muchos casos milenarias. Una prohibición pura y simple no resolvería el tema. Entonces fue cuando a la cúpula de la Iglesia Católica se le ocurrió una de las ideas más brillantes que hayan existido y que catapultó al cristianismo como la religión más exitosa de la historia.

Celebración de los Saturnales por los romanos en diciembre de cada año

Resulta que desde hacía siglos era venerado el Dios Sol, asociado al culto de Apolo, en la antigua Roma y su natalicio era celebrado el 25 de diciembre. Esta religión era llamada Sol Invictus y fue convertida en oficial en el año 274 dC por el Imperio Romano. La celebración del nacimiento del Dios Sol era llamada Natalis Invicti. Estas celebraciones coincidían con las Saturnales, una de las más importantes festividades romanas que desde el año 217 aC ocurrían durante una semana alrededor del solsticio de invierno (21 de diciembre) y durante las cuales se ofrecían banquetes, intercambios de regalos y continuo festejo.

Alegoría de Cristo encarnando al Sol Invictus romano (sincretismo del siglo III dC)

Adicionalmente, para esas mismas fechas la religión mitraica (otra bastante popular proveniente de Persia) establecía el 25 de diciembre como el día de nacimiento de su dios Mitra, quien era adorado en capillas y cuyos sacerdotes podían ser solamente hombres. 

Por tanto, el introducir la Navidad en el culto cristiano el 25 de diciembre se vio como una estrategia idónea para facilitar la adhesión de la población pagana a la nueva fe y de paso celebrar la llegada de Jesús. Es por ello que el papa Julio I durante su pontificado (337-352 dC) oficializa el 25 de diciembre como fecha de nacimiento de Cristo. Como veremos más adelante, esta celebración se fue enriqueciendo en la medida en que le iban incorporando nuevos elementos que, aunque no tuvieran nada que ver con la historia real o lo establecido por la Biblia, contribuían a hacer más atractiva la celebración.

Poco a poco, la Navidad se fue convirtiendo en uno de los actos litúrgicos más importantes. De hecho, se celebraban durante 12 días: desde el 25 de diciembre (día de la Natividad) hasta el 6 de enero (día de la Epifanía con la llegada de los Reyes Magos). Desde la consagración del día de Navidad en el calendario católico, fue establecido el Adviento o período previo de preparación y ayuno que normalmente dura alrededor de un mes.

Hasta el siglo XIII, durante la Navidad se adornaban las casas con ramas de acebo, hiedra y velas. Se cenaba tanto el 24 como el 25 con carnes aderezadas con especias, normalmente carnero o cerdo. El dulce más común eran las almendras garrapiñadas.

Los Reyes Magos
Como muchos otros elementos vinculados a la Navidad, los Reyes Magos apenas son mencionados en la Biblia. De hecho, solamente el Evangelio de Mateo 2: 1-12 los menciona, pero sin indicar sus nombres ni cuántos eran, ni siquiera les denominaba “reyes”. Es a partir del siglo III dC que se les otorga ese título y se fijan en tres los enigmáticos visitantes del Hijo de Dios.

Fresco del siglo VI donde aparecen por primera vez los nombres de los Reyes Magos

Los nombres de estos tres personajes, Melchor, Gaspar y Baltazar, son mencionados por primera vez en un mosaico del siglo VI de la Iglesia San Apollinaire Nuovo (Rávena) y es ahí que son incorporados a la tradición navideña.

Y luego llegaron Santa Claus, el pesebre y el árbol de Navidad
El árbol de Navidad se sumó a la tradición muchos siglos después. Se dice que San Bonifacio, misionero que se dedicó a cristianizar a los germanos en el siglo VIII, encontró que los paganos de esas tierras celebraban el 26 de diciembre una festividad llamada Yule, en honor al nacimiento del dios Frey. Uno de los elementos más tradicionales de esa ceremonia pagana era el adornado de un árbol de roble para honrar a sus dioses. Bonifacio, como forma de facilitar la transición hacia el cristianismo, decidió sustituir el roble por el pino (por tener hojas perennes) y lo adornó con manzanas y velas, para simbolizar el pecado y la luz de Cristo, respectivamente. A partir de entonces el uso del árbol de Navidad se fue extendiendo paulatinamente en toda la cristiandad.

Los primeros árboles de Navidad tenían manzanas y velas

La incorporación del pesebre fue de una manera distinta. En la Navidad del año 1223, San Francisco de Asís decidió escenificar el nacimiento de Jesús en unas grutas de la ciudad italiana de Greccio, donde montó un pesebre con animales verdaderos y heno. Este acontecimiento popularizó los pesebres hasta nuestros días convirtiéndolos en una costumbre extra-litúrgica y doméstica. Aunque la Biblia no menciona ningún animal en específico, San Francisco de Asís decidió integrar al buey y al asno por la cita bíblica de Isaías 1,3 que los menciona de manera explícita.

Veneración de San Nicolás en Europa, personaje inspirador de Santa Claus

Con relación a Santa Claus, aunque también tiene aparentemente un origen cristiano, es un fenómeno que se ha popularizado más por los medios de comunicación y publicaciones realizadas a partir del siglo XIX. Se trata de un personaje basado en el Obispo Nicolás de Bari, quien desde Turquía se hizo legendario en el siglo IV con sus milagros, sanaciones y bondades con la gente pobre. En los subsiguientes siglos su popularidad como santo se fue extendiendo a toda Europa (donde todavía se venera ampliamente a San Nicolás), pero no es hasta el siglo XVII con los inmigrantes holandeses en Nueva York que su Sinterklaas[6] evoluciona a Santa Claus gracias a las sátiras y poemas de escritores de la talla de Washington Irving y Clement Clarke Moore. Mas tarde el dibujante norteamericano Thomas Nast es quien le da forma al personaje en sus tiras cómicas en 1863. Pero lo que universalizó a Santa Claus en la cultura popular fueron las publicaciones La Vida y Aventuras de Santa Claus, por Lyman Frank Baum en 1902, y la campaña publicitaria de Coca Cola en 1931 que encargó a un artista el diseño contemporáneo que conocemos del pintoresco personaje.

Este fue el Santa Claus de la promoción de Coca Cola en 1931, que lo marcó como un ícono

Algunas sectas cristianas opuestas a la Navidad
Por supuesto, también hay que destacar que la celebración de la Navidad en el mundo cristiano ha tenido sus altas y bajas. La Reforma Protestante iniciada por Martín Lutero en el siglo XVI prohibió los festejos navideños bajo la acusación de que eran “trampas de los papistas”, debido a la vinculación de estas celebraciones a una tradición católica y pagana. Durante los 13 años de la Guerra Civil Inglesa, desde 1647 hasta 1660, Oliver Cromwell también prohibió la celebración de la Navidad no sin recibir un fuerte rechazo de la población que se rebelaba colocando en protesta adornos navideños en las puertas. Durante la época colonial de Estados Unidos, los puritanos de Nueva Inglaterra también rechazaron la Navidad, prohibiéndola desde 1659 hasta 1681. En términos generales la Navidad cayó en desgracia en los Estados Unidos a partir de la Revolución de las Trece Colonias a finales del siglo XVIII por considerarla una costumbre inglesa. Justamente el surgimiento en Nueva York del personaje de Santa Claus con los holandeses y su popularización en el siglo XIX, sumado al empuje que recibió la Navidad desde Inglaterra con la obra Un cuento de Navidad de Charles Dickens en 1843, contribuyó a rescatar el sentimiento navideño tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido.

Publicación de Un cuento de Navidad de Charles Dickens en 1843

Aun hoy existen sectas religiosas que aborrecen la Navidad. Tal es el caso de algunas iglesias bautistas y sobre todo los Testigos de Jehová, que bajo el argumento de que es una “festividad pagana no prescrita por la Biblia” tienen prohibido celebrarla.

Lo que empezó como un discreto homenaje al Hijo de Dios del cristianismo, circunscrito inicialmente a la realización de misas y alabanzas en las iglesias primitivas, se fue expandiendo poco a poco hasta convertirse en la época más esperada del año, especialmente por los niños. Incluso la Navidad es celebrada moderadamente en países no cristianos, porque Jesús es respetado como un verdadero profeta por otras religiones como la islámica y budista. Aunque en Occidente son días comercialmente explotados para incrementar las ventas (como casi siempre ocurre en otras fechas especiales), es la única temporada del año en la que se promueve la unión familiar, la paz y armonía y el intercambio de regalos en una celebración alegre y festiva. El colorido, las luces, la música y el ambiente de camaradería impregnan cada hogar y oficina, involucrando al más frío de los mortales.

Y es que, ¿cómo resistirse a la oportunidad de compartir y abrazar a conocidos y desconocidos, intercambiar obsequios y desearles parabienes? Ya sea que cuente con una base histórica, ya sea que fuere un constructo artificial, lo importante es la intención y el mensaje de amor y esperanza a sus semejantes que encierra la Navidad. Es por eso que no debes desaprovechar la oportunidad en estas fechas para desearle a tu prójimo una ¡Feliz Navidad!








[1] Este acontecimiento está relatado en el Evangelio de Lucas 2: 4-11 y de Mateo 2: 1
[3] Como puede verse en su Homilía VIII sobre Levítico
[4] Teólogo cristiano de finales del siglo III dC
[5] Historiador de gran influencia en la Antigüedad, autor de la Crónica que relataba la historia del pueblo griego y judío de manera sincrónica. La mayor parte de su obra se perdió y se conoce gracias a referencias de otros autores.
[6] Nombre de San Nicolás para los holandeses

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